El artista aseguró que no le
teme a ningún escenario. “Me da lo mismo un pueblo de dos
casas como una gran ciudad”, destacó. Neuquén
> Con el pelo teñido de gris por el tiempo y un
rostro moreno que se ilumina cuando sonríe para saludar a alguien
que pasa, Jorge Troiani supo hacer de sus imitaciones, no sólo
su forma de vida sino su propio objetivo en este mundo que, como él
mismo afirma, necesita reírse.
Atrás quedaron sus incursiones en la gran pantalla con la saga
de Rambito y Rambón, junto a Alberto Olmedo y Jorge Porcel,
y más lejos aún cuando integraba el staff de Mesa de
Noticias con Juan Carlos Mesa y otro elenco de notables de la comedia
local.
Con sus primeros pasos en los actos del colegio y luego en Telecómicos
y Telecataplun, Troiani recuerda esos momentos y lamenta que en la
actualidad no existan en la televisión experiencias del mismo
tipo.
Sin embargo, no es algo que lo entristezca en lo absoluto. Él
sigue haciendo lo que mayor placer le ha dado: el humor. “Lo
que me importa es hacer reír a la gente”, asegura. Tal
como demostrará hoy a la medianoche en el Café Casino
de los Rincón de los Sauces, el viernes en la disco Mana de
Chos Malal y el sábado en El nuevo molino, de General Roca.
Ya conoces la zona por tus anteriores presentaciones. En
este caso, ¿cambiaron en algo tus expectativas?
Esta vez me volvió a traer Luis de la Rúa, un amigo
de toda la vida, con el que estaré el jueves en su programa
de radio. La verdad que me parece una zona estupenda. Neuquén
es un lugar muy piola de la Patagonia, donde la gente te atiende bien,
te responde siempre con el mismo cariño e inclusive en los
fríos días de invierno. Siempre he podido laburar en
todos los lugares a los que fui invitado con un público que
respondió con una inmensa alegría. Y eso se devuelve
respondiendo de la misma manera desde el escenario. Y espero que pueda
volver a repetirlo en esta pequeña gira.
¿Qué haces cuando tu público te pide
que hagas algún personaje en medio de tu espectáculo
y que no habías hecho hasta ese momento?
La gente me conoce mucho a través de lo que hago, las imitaciones
de sonido, las películas y los relatos deportivos. Una vez
me pidieron que haga a Menem, pero yo les dije que no, que eso no
era lo mío, y que Nito Artaza y Miguel Angel Cherutti lo hacían
mucho mejor. En realidad, los pedidos de este tipo lo hacen bien quienes
imitaron siempre a los políticos. Por ahí, incluyo algunos
chistes sobre estas figuras. Pero hasta ahí nomás. No
es lo mío. Por eso cumplo con una parte de lo que reclaman
y con lo que yo suelo hacer.
De todas maneras, prefiero hacer todo lo que me ha dado reconocimiento
en el país. Un trabajo que requiere de cierta práctica
y donde el oído debe estar atento. Por ejemplo, cuando escuchas
temas musicales con mucha frecuencia, lo cantas inmediatamente a la
perfección. Con los sonidos, ocurre lo mismo. Si tenés
un buen oído, logras imitarlos con una gran similitud, ya sea
un bajo o un auto que pasa. Gracias a Dios, todos los sonidos son
músicas, y los adaptas acorde a tu propio estilo.
¿Cuál fue el halago más grande que recibiste
en toda tu carrera?
Halagos a través del humor es algo que se reparte en forma
permanente. A mí me reconfortó mucho algo fueron las
felicitaciones que me dio Juan Carlos Mesa hace muchos años,
cuando le comenté una idea para Mesa de Noticias. Me acuerdo
que me le acerqué tímidamente y le propuse incorporar
un personaje a la tira, muy de moda en ese momento. “Mira, yo
puedo hacer al increíble hule”, le informé. Acto
seguido, el “gordo” me felicitó y me dijo que fuera
a producción para que me dieran algo verde. El simple hecho
de que haya comprado enseguida mi propuesta fue un verdadero elogio.
¿Y la crítica más dura?
Por suerte, no he recibido ya que nunca fui protagonista siempre.
No es que yo llevo mi espectáculo a tal lado. Yo voy a donde
me llaman. Es así de simple. El humorista es muy difícil
que reciba palabras malintencionadas o totalmente objetivas. Por ahí,
puede llegar a ser que en el caso de las giras, cuando volves a un
lugar, te digan que hiciste lo mismo. En el ambiente, el humorista
tiende a cambiar, pero siempre trabaja sobre una base para trabajar
con lo más fuerte que tiene. Igual, a veces suceden cosas muy
curiosas.
Hace un tiempo, decidí a último momento, no hacer mi
personificación del relator Jose María Muñoz
para mostrar otra cosa. Cuando terminé, los espectadores me
reclamaban, enojados, porque no lo había hecho. Por un lado
te piden que cambies la rutina, pero por otro, te reclaman lo mismo.
¿Cómo ves el panorama actual entre los humoristas?
La verdad que no es el mismo de hace unos años y no hay programas
como había antes en la televisión. Antes tenías
opciones como para que los humoristas pudieran desplegar su gracia
como Telecómicos, La revista dislocada y Operación Ja
Ja. Vos hablabas con los productores de esos ciclos y ellos te daban
el espacio. Ahora, eso no existe. Por suerte, todavía tengo
el teatro.
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