Por Laura E. Rotundo
Los «horrores» de ortografía cometidos por la
mayoría de los adolescentes, el exceso de vocablos groseros
en los medios de comunicación y un insuficiente hábito
de la lectura en todos los niveles educativos, evidencian una fuerte
crisis lingüística en nuestro país.
El Presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia,
dialogó con La Mañana de Neuquén sobre este tema
tan influyente para el futuro de la cultura nacional.
Sin embargo, éste es un punto de debate en todo el mundo, también
por el fenómeno de la escritura «deforme» que se
transmite entre los miles de millones de celulares que circulan.
¿Cómo definiría la situación
en la que se encuentra actualmente, el uso de la lengua en nuestro
país?
Hace ya algún tiempo, en otra entrevista que me hicieron, declaré
que la lengua estaba por el suelo, ya que considero que está
despreciada y desatendida por aquellas instancias que tendrían
que ser las que realmente se preocupen por la educación lingüística...
en primer lugar, las universidades; en segundo término, los
institutos de formación de maestros; luego, las escuelas y
por último, los medios de comunicación y los padres.
Todos están implicados en una desatención grave, por
la enseñanza de la lengua.
Por lo pronto, lo que se está dando es una pérdida de
conciencia del valor sociológico de la lengua, cuando ésta
representa el tejido conjuntivo de toda la sociedad. Erróneamente
se dice que «Lengua» es una asignatura, cuando en realidad
es la vía de enseñanza para entender todas las otras
materias.
Insisto en que está instalada una muy grave desatención
lingüística, que incluso ha ido creciendo en el último
tiempo, lo que va generando una «elementalidad» creciente
del idioma y que llega, en algunos casos de nuestros adolescentes,
a ser realmente preocupante.
Es claro que no es culpa de los jóvenes, sino de las fallas
en la instrucción recibida, de la pobreza y de la vulgaridad.
Actualmente, los medios de comunicación muestran a muchas figuras
-que aparecen en la televisión o se escuchan por radio- hablando
limitadamente y de la peor manera... la consecuencia es que se imita
a esos personajes supuestamente exitosos y la verdad es que se elige,
involuntariamente, un muy mal ejemplo a seguir.
Es dificilísimo luchar contra esto.
En relación con el fenómeno mundial de los
mensajes de texto por los celulares (SMS), se supo que en España
se publicó hace unos meses una novela con este modo de escritura.
¿Cuál es su opinión?
Lo del libro es obviamente un ensayo escrito con un recurso puntual.
Sucede que no existe un lenguaje de mensajes de texto porque para
que exista una lengua, tiene que haber un código universalizado.
Es muy frecuente, cuando se hacen convenciones por mensajes de texto,
que muchas personas no entienden lo que otros dicen y viceversa, porque
precisamente no hay un idioma «SMS», que explique lo que
significa siempre tal o cual síntesis de cierta palabra en
toda la Comunidad.
Incluso las empresas de telefonía móvil que promocionan
el uso de los mensajes, se contradicen porque a quien le venden los
celulares, le regalan también un diccionario que se promociona
diciendo: «animáte a crear tu propio idioma». Seguramente
no sean iguales los idiomas de Jorge y de Raúl, por lo tanto
no va a existir comunicación entre ellos.
Este pequeño manual sirve solamente para empobrecer más
el léxico de los chicos porque si un adolescente hoy, cuando
entra a la facultad, tiene un uso efectivo y real de unas 800 palabras,
frente a las 1400 que tenía hace apenas cinco años,
esto obviamente reduce el lenguaje a 200 vocablos... y peor aún,
abreviados.
Con estas acciones se está generando un futuro ciudadano «discapacitado
verbal» para ejercer el derecho a la expresión.
¿Cuánto influye la falta del hábito
de la lectura en la crisis lingüística que Usted describe?
Sin dudas, esto influye mucho...
Si no se genera el hábito de la lectura antes de los 18 años,
es muy difícil que surja luego de esa edad. Esto es una responsabilidad
de la casa y del nivel primario y secundario.
La lectura enriquece permanentemente al ser humano, con matices de
las mismas palabras pero en distintos contextos, con variedad de sinónimos
y habilita gradualmente al ser humano a una lengua cada vez más
expedita. Además, gratifica la ortografía.
Al no tener este apoyo y este respaldo de la lectura, el chico va
reduciendo su lenguaje a la audición, a lo que oye por radio
o por televisión... y digamos que no se encuentran en los medios,
los mejores ejemplos.
Es verdad que la escuela exige mucho en cuanto a lectura y escritura,
pero olvida otras dos cosas que son complementarios para un desarrollo
correcto del idioma: la audición y la oralidad. Acostumbrarse
a escuchar es un modo de retener y hacer hincapié en mejorar
cada vez más a nivel oral es importantísimo porque el
90 por ciento de la vida de una persona se ve influido por el uso
de la lengua.
Sin embargo, la realidad indica que la oralidad se está desplazando
y de hecho, en las universidades casi no se toman más exámenes
de esta forma porque lleva mucho tiempo hacerlo.
¿Dentro de la Academia Argentina de Letras se está
avanzando, a través de un programa o proyecto, para el uso
apropiado del idioma?
Efectivamente. En nuestro caso particular, hemos habilitado por primera
vez un aula dentro de nuestra Academia para luego poder convertirla
en una especie de salón para poder brindar ciclos informativos
sobre el tema y cursos para docentes de distintos niveles.
Para lo que resta de este año, seguramente en el segundo semestre,
se va a dar un curso sobre el manejo de distintos diccionarios, algo
que resulta muy relevante para el maestro para que después
pueda transmitirle esos conocimientos a los chicos.
Además, hemos logrado que una empresa de Internet nos habilite
un aula virtual, equipada con 20 computadoras para dar un ciclo que
beneficiará el uso correcto del idioma escrito, especialmente
pensado para periodistas de todo el país. Para esto, hicimos
también un convenio con ADEPA.
¿Cuál es su expectativa respecto del uso del
idioma? ¿Cree que en el mediano o largo plazo mejorará
o continuará empeorando?
Yo creo que la lucha es muy desigual, sobre todo por la falta de estructuración
de la enseñanza de la lengua que se padece en lo que era hasta
ahora la EGB y el Polimodal, por efectos de una ley mal aplicada.
Revertirlo, nos va a llevar por lo menos, tres generaciones. A esto
se le suma, la mala influencia de la televisión y de la radio.
Lo que sí debemos decir es que «no hay peor trámite,
que el que no hecho» y «no hay peor batalla que la no
empezada», de modo que estamos batallando esta situación,
no para condenar sino para asistir, por ejemplo capacitando a los
periodistas. De esta forma, creo que desde la Academia Argentina de
Letras adoptamos una actitud de servicios y no estupidamente, la crítica
o la demonización permanente de los medios.
¿Tuvo la posibilidad de elevar alguna propuesta a
distintos organismos gubernamentales, en su rol de Presidente de la
Academia?
Sí. Por ejemplo, he enviado a la Dirección de Escuelas
de la Provincia de Buenos Aires una larga consideración de
18 puntos, con la que propongo diversas modificaciones. También
entregué recientemente, al Ministerio de Educación de
la Nación, un listado de 100 obras maestras de la literatura
universal para adoptar en el uso de la EGB y el Polimodal.
La condena estúpida de la situación no tiene ningún
sentido. Con capacitación, nosotros intentamos ofrecer mucha
ayuda para revertir el deterioro que anteriormente describimos.
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