Por LAURA ROTUNDO
El próximo viernes 24 de marzo se cumplirán 30 años
del inicio de la última dictadura militar en Argentina.
La historia de Manuel Gonçalves es como la de todo hijo de
desaparecidos: incertidumbre, reencuentros y desencuentros. Una vida
difícil.
Por una diferencia de fecha entre la denuncia que su abuela materna
presentara en Abuelas de Plaza de Mayo y la fecha real de su desaparición,
la investigación estaba detenida.
Finalmente, hace 11 años, la Asociación pudo encontrarlo
y definir su identidad. Desde ese momento, Manuel conoce su verdadera
historia, que relata con emoción en esta entrevista con La
Mañana de Neuquén.
En primer lugar, me gustaría saber cuál es
tu historia...
Yo recuperé mi identidad en 1995, cuando tenía 19 años.
Hasta ese momento, sabía que era hijo adoptivo pero no sabía
porqué. A partir de ese momento, aunque todavía me faltan
cosas por descubrir, sí pude confirmar que a mi papá
lo secuestraron el primer día del golpe militar del ’76
y que mi mamá fue asesinada a los 23 años cuando yo
tenía apenas cinco meses.
Despúes de todo eso, yo estuve en un hospital de San Nicolás
y a los cuatro meses de permanecer allí, el Juez de Menores
me dio en adopción, sin siquiera buscar a mi familia biológica.
¿Sospechaste alguna vez que eras hijo de desaparecidos?
No. Nunca lo había barajado como una posibilidad. Pero quizás
esto pasó porque en lugar en el que yo me movía o la
realidad y el contexto del momento era otra, donde no se daba lugar
a que se debatiera y se hablara de estos temas.
Recién en 1996 comenzó a darse un poco de difusión
sobre el tema, sobre todo, desde los organismos de derechos humanos.
A mí en el colegio jamás me hablaron de la dictadura,
saltearon esa parte horrenda de nuestra historia. La única
referencia que tenía yo de los desaparecidos era insignificante.
Hoy, en cambio, los chicos sí tienen algunos elementos informativos
como para poder dudar sobre su identidad y ver esta opción,
como una posibilidad cierta.
¿Cómo se dio el contacto con Abuelas, cómo
fue que finalmente te encontraron?
Cuando ya supe quién era en realidad, un equipo de antropología
forense que trabaja con los cuerpos de los desaparecidos, me contó
que tenían una importante base de datos que habían ido
formaron a través de todos los años posteriores al golpe
y entre ellos estaba el caso de una chica a la que habían matado
en San Nicolás.
¿Cómo recordás ese momento?
La fecha exacta no la recuerdo, sí sé que fue a fines
de 1995. Y la verdad es que fue todo muy raro. Un día, un señor
golpeó la puerta de mi casa, pidió hablar conmigo y
cuando me vio, me contó que era antropólogo y empezó
a relatarme cosas de mi vida, de la vida de mis padres.
Era algo muy extraño. Ese antropólogo era un desconocido
para mí pero sin embargo yo me encontraba haciéndole
preguntas sobre mí mismo.
Las sensaciones eran encontradas, todo era contradictorio porque por
un lado sentía felicidad de haber encontrado una gran familia
y de saber que mi abuela, después de 19 años, me podía
ver pero por otro lado... en ese mismo instante, me enteré
que mis padres eran «desaparecidos». No se puede definir...
es algo muy raro.
¿Cómo fue ese reencuentro?
En realidad no fue uno, sino varios. Primero visité a mi familia,
a mi abuela, a algunos primos y también a varios amigos de
mis papás que se emocionaron mucho al verme. La verdad es que
ya pasaron 11 años y sigo reencontrándome con personas
que van apareciendo y apareciendo, a través de otras.
Pero esos momentos no sólo fueron y son muy especiales para
mí... a medida que fue pasando el tiempo, también me
sorprendía ante la reacción de los otros cuando me veían.
Era imaginar todo el tiempo qué significaba para un amigo de
mi papá o mi mamá, ver al hijo y así... creo
que para todos los de un entorno de este tipo de hecho, son momentos
fuertes a nivel emocional.
Tu hermano -Gastón- es una persona relativamente mediática,
ya que pertenece al grupo Los Pericos, es el bajista. ¿Es cierto
que se habían encontrado antes de saber que eran hermanos?
Yo era seguidor de la banda. Algo así pasó... de casualidad.
Yo trabajaba en un boliche y justamente el grupo tocaba ahí
una noche. Yo entré un segundo al camarín y bueno...
él era mi hermano y yo no estaba enterado.
Cuando decidimos encontrarnos porque ya conocíamos la historia,
ambos acordamos que nos visitaríamos con un previo llamado
telefónico. Fue muy lindo...
¿Cuál es tu relación con tus papás
adoptivos hoy por hoy?
Se mantiene intacta. Tenemos la misma relación que antes y
no modificamos nada al saber la verdad.
¿Cómo cambió tu vida cuando te enteraste
de tu nueva identidad?
Imaginate... es algo difícil y obviamente cambia porque tenés
como una vida paralela, sin saberlo. De repente, te encontrás
con una abuela que te buscó durante 19 años, con hermanos,
tíos, primos, amigos. Es como que tenés otra estructura
armada.
¿Mantenés actualmente algún contacto
especial con la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo o vivís
el 24 de marzo de una manera especial?
El contacto con Abuelas tiene que ver con mi colaboración en
la búsqueda de chicos, a través de campañas publicitarias
y material audiovisual. A esto me dedico.
Desde que recuperé mi identidad, vivo cada 24 de marzo de un
modo muy distinto, inevitablemente creo que se siente de otra forma.
Además, estoy en contacto con otros hijos de desaparecidos
que también trabajan en la Asociación. A veces salimos,
charlamos, nos contamos nuestras historias... también hay muchos
con historias iguales en el interior del país.
¿Cómo se llamaban tus verdaderos padres?
Mi papá era Gastón Gonçalves y Ana Granada, los
dos se dedicaban al trabajo de contención social. Ellos militaban
en las zonas bonaerenses de Garín y de Escobar.
En pocas palabras, ¿cómo resumirías
tu historia?
Es difícil. Es una historia que si me la cuenta otra
persona, no podría entender cómo la puede llevar adelante.
¿Tuviste que recibir algún tipo de asistencia
terapeútica cuando te enteraste
de la verdad?
No, nunca hice terapia y la verdad es que mucha gente no
entiende cómo porque es muy difícil sobrellevar algo
así.
¿Qué le dirías a las personas que tienen
dudas sobre su verdadera identidad?
Yo les aconsejaría que se animen a buscar su historia
y a recupera su identidad porque es algo muy positivo desde todo punto
de vista, a pesar de tal vez, tener que vivir momentos muy difíciles.
Actualmente, hay más de 400 chicos que se siguen buscando.
Por último, quisiera preguntarte ¿qué
sentiste el año pasado, el día que no pudo asumir Luis
Patti a su banca legislativa?
Ese día yo estaba en el Congreso Nacional. Pero la
verdad es que la lucha venía de mucho antes de las elecciones
o de que se supiera si él asumía o no.
Lamentablemente, Patti tenía que entrar al Congreso y nosotros
debimos pedir la impugnación porque queremos que él
enfrente el proceso judicial que lo toque, sin ningún tipo
de beneficios, que sí le daría una banca en la Cámara
de Diputados. Nada tiene que ver esto con una persecución política.
¿Qué sentí? Un poco de Justicia.
El 27 de junio de 2006, Manuel cumplirá 30 años. Paradójicamente,
en noviembre próximo, también se cumplirán tres
décadas desde el asesinato de su madre.
|