Por LAURA E. ROTUNDO
El doctor Carlos Soratti es Presidente del Instituto Nacional Central
Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai),
que es una entidad estatal de derecho público, con personería
jurídica y autarquía institucional, financiera y administrativa.
El Incucai funciona en el ámbito de la Secretaría de
Política, Regulación y Relaciones Sanitarias dependiente
del Ministerio de Salud de la Nación.
A una semana del transplante cardíaco de la maestra Verónica
Rosas, que evoluciona favorablemente, Soratti dialogó con La
Mañana de Neuquén para describir la situación
actual del organismo y la necesidad de avanzar en la donación
de órganos y realización de transplantes.
¿Con qué objetivos se crea el Incucai y cuáles
son las principales funciones del organismo?
La actividad de transplante es una actividad médica relativamente
nueva, de instalación en las últimas décadas
del siglo XX y lo que hace es reemplazar un órgano enfermo
o un tejido que ha perdido una función por un órgano
o tejido proveniente, en la enorme mayoría de los casos, de
un ser humano fallecido.
El hecho de asegurar a la sociedad el adecuado tratamiento de ese
material anatómico es lo que llevó –desde sus
orígenes- a que la actividad transplantológica sea una
actividad minuciosamente regulada en todos los países del mundo.
Todos países que desarrollan transplantes tienen una legislación
con el objeto de garantizarle a la sociedad el resguardo por el respeto,
por la seguridad y la calidad de los procedimientos cada vez que se
utilizan órganos o tejidos humanos para realizar un transplante.
Argentina tiene una legislación de transplantes desde 1977
y es una norma legal que regula la actividad de obtención e
implantes de órganos y tejidos. En aquel entonces, cuando se
promulga esta ley, se crea un organismo regulador de la actividad
y es el entonces Cucai. Posteriormente, a fines de la década
del 80, la legislación es modificada y hay dos leyes que cambian
la original y principios de los 90 el Cucai y pasa a ser el Incucai,
como uPor eso, existe la situación de emergencia (el primer
escalón de la lista), la urgencia (ocupa el segundo) y los
electivos (el tercero)”. Instituto Nacional de gestión
descentralizada, dependiente del Ministerio de Salud pero con autarquía
administrativa y financiera.
Respecto al tema de las modificaciones en la legislación,
¿podría aclarar la modernización que hubo recientemente
sobre el “donante presunto”?
Cuando se origina el transplante, en el mundo entero, el donante por
lo general era un donante vivo. El primer transplante que se extiende
como transplante de órganos fue el renal... hace 40.
En aquel entonces, la forma de obtener el consentimiento para la donación,
era la del consentimiento informado porque uno debía adecuada
y suficientemente al donante porque además estaba vivo. Luego,
el transplante se nutre de órganos obtenidos de cadáveres
y entonces la fórmula dominante desde hace muchos años
atrás, era la del consentimiento expreso: la familia decía
que la persona fallecida había manifestado su voluntad de ser
donante.
Cuando el transplante se expande ya de manera importante en el mundo
del entero (décadas del 80 y el 90), esas figuras fueron también
transformándose y las legislaciones fueron adecuándose
al desarrollo de las prácticas. Cuando finalmente esto se convierte
en una terapéutica elegible, donde los resultados hacían
que cada vez se propague más... las listas de espera crecieron
a una velocidad enorme y la mayoría de los países europeos
fueron cambiando las figuras del consentimiento expreso hacia las
formas de consentimiento presunto. Esto significa: presumir que la
mayoría de la sociedad tiene una postura favorable a la donación
y, en todo caso, quien debe expresar su oposición será
respetado.
Lo que se está proponiendo ahora es adecuar la legislación
a los tiempos que vivimos. Hoy en nuestro país las listas de
espera son de varios miles de argentinos y los resultados de los transplantes
son comparables a los internacionales y además, hay un nivel
de aceptación por parte de la sociedad, que es evidente en
cualquier encuesta que se realice.
Algunos cuestionan esta presunción de que todos somos
donantes…
Es cierto. Pero… a diferencia de lo que por ahí se dice,
cuestionando este proyecto, no se trata de una imposición sino
se trata de presumir que todos somos donantes y quien no lo sea, puede
expresarlo de cualquier manera posible.
Lo que procura precisamente el proyecto de ley es que la decisión
la tenga la persona que muere y entonces, al fallecer una persona,
se le preguntaría a la familia si conocen cuál era en
vida la voluntad del fallecido.
¿Cuántos transplantes se realizaron en 2004?
Podríamos tomar un ejemplo del transplante renal… en
2002 se hicieron en Argentina aproximadamente 480 transplantes: 370
con donante cadavérico y 110 con donante vivo. Estos se convirtieron
en 2003 en más de 600 y en 2004, hubo más de 750 transplantes
renales.
Esto manifiesta que hubo un crecimiento importante en los últimos
años de la actividad implantológica. Pero en 2004, en
total se registraron más de 1000.
Y en relación a la situación de otros países,
¿cómo nos encontramos en lo que hace a la actividad
de transplantes?
El desarrollo de transplantes está más institucionalizado
y con mayor magnitud en los países del Cono Sur. Actualmente,
Argentina tiene 8 donantes por millón de habitantes; Chile
alrededor de 9; Brasil cerca de 6 o 7 y Uruguay está primero,
muy cercano a los 20 donantes por millón de habitantes.
En el resto de América Latina, los transplantes son mayoritariamente
con órganos provenientes de donantes vivos, a diferencia de
los países que mencioné antes que provienen en su mayoría
de donantes cadavéricos.
En Centroamérica, Puerto Rico y Costa Rica tienen una actividad
importante; México está en desarrollo. Y respecto a
Europa, el promedio es de 16 donantes por millón de habitantes.
¿Existe mucha dificultad en conseguir algunos órganos
y otros que no cuesta tanto?
Ante la muerte de un ser humano, obviamente todo el organismo entra
en una catástrofe biológica. Hay una intervención
médica protocolizada para tratar de sostener la perfusión
de sangre oxigenada con la finalidad de prolongar unas horas la viabilidad
biológica de sus órganos.
El órgano que más resiste situaciones adversas es el
riñón y por eso es mucho más frecuente este tipo
de transplante. El hígado también es un órgano
que puede tolerar una esquemia fría, esto es que pueden preservarse
en soluciones de preservación, a bajas temperaturas. Sin embargo,
en el caso del corazón la viabilidad es mucho más corta
y por esta razón, en el transplante coronario corren mucho
los tiempos… en 4 horas un corazón que se ableciona de
una persona fallecida tiene que estar implantado en el receptor.
Por otro lado, existe una serie de requisitos para seleccionar donantes.
Por ejemplo, puede utilizarse un riñón o un hígado
de personas de edad avanzada para realizar transplantes. Sin embargo,
el corazón y el pulmón tienen criterios de selecciones
mucho más estrictas, ya sea por edad o por patologías
previas.
Esto explica porqué hay muchos transplantes renales, después
le siguen los hepáticos, luego el corazón y el pulmón.
Respecto a la médula, el tema es mucho más complejo
ya que la condición imprescindible es que los sistemas inmunológicos
del donante y el receptor deben ser idénticos… por eso
casi siempre se realiza entre hermanos. Si la persona afectada no
tiene hermanos, existe la opción de encontrar un donante en
el registro internacional de donantes voluntarios, que lo forman más
de 9 millones de personas.
Y en el Incucai, ¿cuánta gente hay en la lista
de espera?
Hay alrededor de 5100 pacientes esperando un transplante renal, algo
menos de 300 esperando un transplante hepático y alrededor
de 250 esperando uno cardíaco o pulmonar. Obviamente, existen
listas más cortas como la del transplante pancreático.
Fuera de esto, un capítulo que para nosotros es cada vez más
importante es que en Argentina hay más de 3000 argentinos esperando
un transplante de córnea, que es un tejido transparente del
ojo y tiene muchos menos requisitos biológicos para ser transplantados.
En total, hay más de 8000 argentinos esperando un transplante.
¿Fallece mucha gente de la que está en la lista
de espera?
Sí, siempre hay fallecimientos mientras esperan. El riesgo
de morir en lista de espera depende del estado clínico de evolución.
Cuando la situación de un paciente en lista de espera cardíaca,
pulmonar o hepática se agrava, los criterios de asignación
de órganos se van adaptando a ese mayor riesgo de muerte…
por eso existen pacientes de situaciones de emergencia y por la tanto,
pasa a ocupar el primer escalón de la distribución de
cualquier órgano del que se genere la donación. Hay
un segundo escalón clínico de urgencia, que es cuando
el paciente requiere internación en terapia intensiva. Finalmente,
el tercer escalón lo forman los pacientes con carácter
de ‘electivos’.
Lo que describí ocurre con hígado, corazón y
pulmón. La lista de espera renal no ocupa ninguno de esos escalones.
Más allá de la voluntad de la gente que manifiesta
que quiere donar sus órganos, ¿existen políticas
de estado que según Usted podrían contribuir a que haya
más donaciones?
Hay dos vías de desarrollo que el Ministerio de Salud inició
y a las cuales les está poniendo mucho empuje. Una es generar,
al interior del sistema sanitario nacional y provinciales, estrategias
y programas de procuración de órganos y tejidos que
comprometan a las instituciones asistenciales.
Hoy en Argentina, los hospitales con capacidad generadora de donantes,
de alta complejidad, prácticamente todos cuentan con un coordinador
hospitalario, que es el referente de esos programas. Esto está
motorizado a través de los organismos provinciales, similares
al Incucai a nivel nacional, que llevan adelante estas estrategias.
Por otro lado, existe también el desarrollo de programas tendientes
a consolidar la actitud positiva de la sociedad frente a la donación
de órganos y también en esto se trabaja con los organismos
del interior del país con el objetivo de llevarle información
a la sociedad y desarrollar políticas de difusión desde
varios ámbitos (ONG’s, organizaciones de pacientes, sector
educativo).
El debate sobre el ‘donante presunto’ es algo muy positivo
porque se instala como tema en la mesa familiar, a nivel institucional
y también universitario.
De acá a la finalización de su gestión,
¿qué expectativas tiene respecto al incremento de donantes?
Creo que el gran desafío para todo el sistema sanitario es
lograr responder a la creciente demanda de órganos y tejidos.
Esto que comienza con el programa federal de Procuración en
el 2003… la curva de crecimiento es algo sobre lo que nosotros
debemos poner todo el empeño para que cada año se incremente
más la oportunidad de realizar transplantes.
La finalidad es disminuir la cantidad de pacientes en lista de espera
y responder a todos los que esperan un órgano.
El punto más crítico y el desafío más
fuerte es responder a las necesidades de emergencia.
Por último, quisiera saber qué le diría
a un familiar de esos pacientes que esperan un transplante en el primer
y segundo escalón de la lista…
Siempre decimos que es necesario alentar el optimismo.
Aquí se juega un sistema sanitario que tiene todas las antenas
paradas para dar una respuesta positiva, pero también la sociedad
tiene su mirada.
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