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AÑO
DEL CENTENARIO DE LA CIUDAD DE NEUQUÉN
Recuerdos inolvidables de una
familia que nació en la “Quinta catorce” |
María Angélica Miranda nació
en 1932, sus padres Luis Miranda y Norberta Hernández, eran
también neuquinos. Su madre, desde los dos años fue
criada por su madrina, doña Norberta Aravena que la quiso como
si fuera una hija hasta que a los quince años la jovencita
se casó con Luis que ya había cumplido los veinticinco.
Luis era hijo de un carrero venido de La Pampa. Vivían en el
campo, juntaban leña y la cargaban en un carro tirado por mulas.
Trabajaron para la familia Aravena y para don Enrique Carro. Apenas
iniciada la década del ’30 Luis Miranda ingresó
a la Policía.
Luis y Norberta tuvieron siete hijos: Luis Alberto, la entrevistada
María Angélica, Eusebio, los mellizos Nelly y Rubén,
Ofelia, Totita y Jorge. “Recuerdo que mi papá cuidaba
los animales de Carrasco, en una isla, al otro lado del río
Limay. Ahí vivieron con mamá - memora María Angélica-
hasta que ella se cansó y se vinieron a la ciudad. Alquilaban
una casa del otro lado de la ruta nueva, sobre la calle Leguizamón.
Al tiempo nos mudamos a una casa sobre la calle San Martín
y por último vivimos en la calle Bouquet Roldán donde
papá se quedó para siempre. Como trabajaba para la policía
terminó comprando esa humilde casita.” “La
Neuquén de mi infancia no me despierta tristeza porque yo no
sentí tristeza. Como éramos chicos –continúa
María Angélica- jugábamos todo el día.
Mamá era muy trabajadora, nos cuidaba y lavaba ropa para afuera.
Trabajó en casas de familia como doméstica, en lo del
maestro López, en la casa del Jefe de Policía y así
consiguió empleo para papá. Gracias a mamá dejó
de juntar leña para vestir el uniforme. En 1946, cuando se
inició el cuerpo de Bomberos, lo destinaron allí y se
retiró con el grado de sargento ayudante.” “Donde
hoy está el Jumbo –interviene su hermana Ofelia - eso
era todo campo con vacas, caballos. María Angélica nació
en la chacra de la abuela, en Colonia Valentina. Yo nací en
la calle Fotheringham donde estaba el Club San Martín y ahora
hay un instituto de inglés.”
María Angélica estudió en la escuela 61 y terminó
la primaria en la 125. Hizo la secundaria en la “Escuela Profesional
de Mujeres” donde se recibió de profesora de “Corte
y Confección”. Ofelia también estudió en
la Escuela 125 y se acuerda de sus maestras: Tita Pardo, la señora
de Cerdeira, Zelmira Chaneton, la señora de Ambón. Recuerda
también al primer director, don Emilio Bustamante.
Cuando tenía 17 años María Angélica se
puso de novia con Esteban Gayone. “Era un neuquino muy conocido
y querido en el barrio –memora- Tenía una familia muy
buena, eran siete hermanos. Mi esposo empezó a trabajar de
chico como cadete, después ingresó al municipioy trabajó
en el viejo edificio, pero donde hizo carrera trabajando fue en el
Correo. Era muy inteligente, trabajaba en las oficinas. Nos conocimos
desde muy chicos en el barrio Quinta Catorce donde crecimos siendo
vecinos. Después de casada – recuerda María Angélica-
estuvimos unos años en la calle Jujuy y finalmente pasamos
a la Fotheringham. Cuando hicimos la casa era todo barda, en la misma
calle había una o dos casas más. Hace 50 años
que vivimos en el mismo lugar.” Cuando hicieron la casa los
vecinos eran María Elissetche, luego don Landoña, con
el tiempo los García y después el doctor Coronel.
“Me acuerdo –enfatiza María Angélica- cuando
don Felipe Sapag hizo el diario y estuvo viviendo ahí con sus
hijos. Adentro del diario hay un árbol muy grande, que plantó
don Felipe.”
María Angélica tiene tres hijos: Daniel de 45 años,
Luis Esteban y una hija de 35 años, y cuatro nietos. Ofelia
es madre de tres hijas: Alejandra, Adriana y Claudia. «Crié
a mis hijos y me dediqué a mi casa porque mi esposo no quería
que saliera a trabajar, era un hombre muy celoso. Un tiempo trabajé
en la peluquería Selma, ubicada atrás de la gobernación
en la calle Belgrano. Después trabajaba en mi casa, cortaba
el cabello, tejía, cosía . Siempre íbamos al
cine Belgrano. La casa donde yo vivía era Jujuy y sargento
Cabral. Hicieron una represa, como un zanjón, y una vez vino
la lluvia y arrastró con todo; se rompió la defensa
y fue un desastre. Después la contuvieron y cuando vivíamos
en Fotheringham y don Felipe construyó el diario y puso el
asfalto, ahí vino el progreso». «Mi papá
estuvo ayudando, trabajando en la construcción del puente carretero,
un poco antes de que lo terminaran. Era Policía del territorio,
hacía veinticuatro por veinticuatro, y cuando estaba en casa
se lustraba las botas, era muy serio. Fue uno de los que corrió
a Bairoletto».
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