“¿Qué pasa con el CEF Nº4?”
Nuestra preocupación, como socios
del CEF Nº4, es preguntarle a la autoridad provincial encargada
del área de Deportes, quién tiene a su cargo la responsabilidad
de administrar el presupuesto a tal fin, ¿por qué
la diferencia del desarrollo y crecimiento entre ambos CEF de Neuquén?
Fue un compromiso adquirido en campaña y se dice por diferentes
medios comunicativos que hay que sacar a los chicos de la calle,
convocarlos a hacer deportes. Nuestra pregunta es ¿qué
pasó con la pileta de natación de dicho CEF? ¿Qué
pasa con el techo del playón, donde los chicos no pueden
hacer su actividad en épocas frías o de lluvia? ¿Por
qué es la cooperadora del CEF 4 quien se hace cargo de la
compra de materiales didácticos y la copa de leche que se
les da a los niños? ¿Habrá respuesta favorable
que haga crecer a nuestro querido y abandonado CEF o nosotros no
estamos incluidos en el presupuesto educativo?
Esperamos su respuesta gobernador o autoridad competente.
Fabián Gómez
DNI 22.541.785
Y siguen más firmas
«Una madre marginada»
Según aprendí desde chica y aún hoy lo sigo
escuchando de cuanto padre, obispo o autoridad eclesiástica
tengo oportunidad de oír, uno de los principios fundamentales
que preserva la iglesia es la familia. El amor familiar, la unión
familiar, compartir buenas y malas experiencias en familia. Sólo
así, dice la Iglesia, nuestros hijos crecerán en la
fe cristiana. Ésa es la regla de la iglesia. Claro que toda
regla tiene su excepción y acá, en la ciudad de Neuquén,
la excepción a esos preceptos es el sacerdote Rubén
Oyarzo de la capilla de barrio Progreso, quien por su amistad con
la familia Inglera y Julio Inglera, padre de mis hijos, bautizó
uno de ellos sin mi conocimiento y sabiendo -tanto él como
mi ex pareja- dónde resido. Y más aún, que
mis hijos viven conmigo, quedando al cuidado del padre fines de
semana por medio. No me molesta que mi hijo haya sido bautizado;
lo que me indigna es la actitud que tomaron. El padre, por haberme
escondido el hecho de que pensaba hacer bautizar a nuestro hijo.
Y lo que considero inadmisible es lo que hizo el sacerdote, pues
se supone que él no tiene los motivos que tiene el padre
de mi hijo (si es que los tiene y alguno valedero) para privarme
a mi de participar de este sacramento y a mi hijo de estar acompañado
de su padre y su madre, más allá de cualquier circunstancia
que exista entre los mayores. Entiendo que el obispo y la grey del
barrio Progreso deberían llamar a la reflexión al
sacerdote Oyarzo que hizo todo lo contrario a lo que la iglesia
inculca. Y él, que me respondió que el no tenía
porqué preguntar el motivo por el cual no se encontraba la
madre, lo único que tuvo en cuenta fue la amistad con el
padre, el que ejerció solo su derecho, no respetando el mío
como madre a la participación de actos de la vida de mi hijo
sintiéndome marginada moral y afectivamente. Lo más
doloroso es pensar en la presión que ejerció en los
chicos para que no me contaran al respecto. En la entrevista que
tuve con el Obispo le manifesté mi dolor de madre por esta
marginación y me pidió disculpas en nombre de la Iglesia.
De ahora en más se solicitará, en los casos de separación
vincular, constancia de quién tiene la custodia de los hijos
a bautizar para no cometer a futuro hechos como el presente y pedir
el consentimiento del otro. Agradezco la predisposición del
Obispo y creo que esto merece ser publicado para que no le suceda
a otra madre o padre.
Graciela Noemí Carrasco
DNI 16.173.990
Neuquén
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