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El cadáver de Noema
Acuña fue hallado en la Meseta por el perro de un puestero. |
NEUQUEN.- El Pricai (Primer Centro Argentino de Inmunogenética),
dependiente de la Fundación Favaloro, le aplicó un duro
mazazo a la investigación del asesinato de Noema Acuña,
ocurrido el 25 de octubre de 2002 en la meseta de Neuquén.
Es que una crucial pericia que podría haberle puesto nombre
y apellido al asesino dejó a los investigadores sin esa posibilidad.
Aún resta otra, pero se desvaneció el 50 por ciento
de la expectativa.
El juez de instrucción Daniel Geloni reveló anteayer
que recibió parcialmente -vía fax- un adelanto de la
pericia realizada sobre gotas de sangre halladas en la escena del
crimen para determinar el ADN. Según informó Geloni
el resultado «es indicativo para un sentido», y enseguida
explicó que unas muestras «tienen absoluta correlación
con la víctima», pero otras «son de hombre, pero
no se corresponden con ninguno de los sospechosos».
Los principales sospechosos de haber asesinado a la mujer, empleada
de una inmobiliaria de Cutral Co, son los presos que escaparon de
la alcaidía de Cutral Co mientras se desarrollaban los actos
por el aniversario de esa localidad.
Uno a uno, en los días siguientes al brutal crimen, fueron
recapturados en la comarca petrolera. Se especuló que se dejaron
atrapar para obtener una buena coartada. El planteo fue inteligente:
el crimen ocurrió en Neuquén y ellos no abandonaron
en ningún momento la localidad de Cutral Co. Pero los investigadores
tenían un valioso elemento a su favor: en el mismo horario
en que los presos escapaban de la alcaidía, la mujer era secuestrada
de la puerta de la inmobiliaria. Entre el penal y el negocio no hay
más de una cuadra y media.
El cadáver de la mujer fue encontrado pasado el mediodía
por un puestero que caminaba con su perro, por la denominada picada
de Pluspetrol. Estaba semienterrado y con rastros frescos de sangre.
«Estaba muy bien escondido» había dicho el por
entonces fiscal Mario Rodríguez Gómez, hoy juez civil.
Un par de horas después, fue encontrado el auto, un Chevrolet
Corsa rojo, abandonado en un callejón que corta la Ruta 22
en Cipolletti.
Noema Acuña murió como consecuencia de brutales golpes
en el cráneo, propinados con una pala que tenía en el
baúl.
Según los peritos, la mujer tenía un mechón de
pelos enredado en una mano. Sin dudas forcejeó con su asesino.
Y hasta se hallaron restos de piel debajo de sus uñas. Todo
un cargamento de elementos para analizar.
Centro polémico
El Pricai (cuyo director, el perito Raimondi, renunció tras
una denuncia por manipulación de pericias en el caso García
Belsunce), se tomó un tiempo mayor de lo normal para concluir
las pericias. Y los primeros resultados que llegaron no son alentadores
para los investigadores. Lo único que confirman es la sospecha
que el asesino es un hombre.
Se enviaron al Pricai muestras de sangre de los cinco convictos y
todos los rastros hemáticos encontrados en el macabro escenario
del crimen.
Una parte de las muestras fue concluyente: se corresponden con la
sangre de la víctima, Noema Acuña. El resto, dio como
conclusión que son de un hombre, pero no se corresponde con
ninguno de los cinco sospechosos.
Para las próximas horas, el Pricai podría enviar el
resultado de la pericia a los cabellos, a los que en principio se
les halló coincidencia con los de uno de los convictos.
Los testigos, las pericias
NEUQUEN.- La investigación del brutal asesinato
de Noema Acuña tiene hasta hoy a los cinco convitos que escaparon
de la alcaidía de Cutral Co como los principales sospechosos. Ninguna
otra hipótesis prosperó. Se tuvo por cierto que al menos tres de
los cinco presos fueron quienes secuestraron a la mujer cuando abandonaba
la inmobiliaria Chatelain de Cutral Co esa mañana del 25 de octubre,
mientras a pocas cuadras se desarrollaban los actos centrales por
el Aniversario de la ciudad. Un conocido de la víctima fue quien
declaró haber visto el vehículo, un Chevrolet Corsa rojo, por la
Ruta 22 hacia Neuquén a muy alta velocidad, algo impensado por las
características conductivas de Acuña. Además, dijo haber visto a
tres personas más en el interior. Otro testigo importante fue un
efectivo policial de Cipolletti, quien observó el momento en que
tres sujetos dejaban abandonado el auto en inmediaciones del acceso
a esa ciudad rionegrina. Afirmó que las características físicas
de los sujetos coincidían con las de los presos. Al día siguiente,
en Cutral Co, fue detenido Carlos Damián Sosa, a quien en su poder
se le secuestró un llavero que fue reconocido como de propiedad
de la víctima. Ese mismo día, se entregó Wálter Damián Troncoso.
Luego fueron recapturados Jorge Javier Sampoñia, Esteban Fabián
Navarrete y Roberto Valdebenito. De todos ellos, se sindicó a Sosa
como el «autor material del asesinato». Pero las primeras pericias
conocidas esta semana, dejan al caso con un pie en el fango de la
impunidad.
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