Con un trabajo solidario y de ayuda
para las personas con capacidades diferentes, el taller integrado
«Quiero y Juntos Podemos» comenzó a transitar
sus tercer año de existencia, consolidado por el respaldo
que diariamente le brindan los propios vecinos. Lo llamativo de
la experiencia es que el trabajo de aprendizaje se realiza en conjunto
con personas de todas las edades, sin importar su condición
o característica física.
Habitualmente, la «discapacidad» es un tema del que
no se habla demasiado, generando muchas veces la indiferencia de
parte de quienes no conviven con personas con capacidades diferentes.
La intención de este taller -desde un principio- fue demostrar
el potencial y el cariño que pueden ofrecer a sus vecinos
y fomentar la importancia de compartir la actividad diaria.
El proyecto, que poco a poco fue creciendo con en el tiempo, respondió
a una inquietud de su promotora, Ana María Castellón
de Pulgini, quien es profesora de manualidades y de música
en escuelas especiales. «Sentí que era necesario impulsar
un cambio de mentalidad y la integración de todos los habitantes
con aquellos que tienen capacidades diferentes», remarcó.
En el edificio donde funcionaba la Escuela Nª 15, -y que fue
cedido por la municipalidad- confluyen de lunes a sábado
diversas actividades para todos los gustos: algunos optan por las
danzas folclóricas, mientras que otros se calzan el delantal
y preparan dulces caseros y masas que luego ponen en la mesa a la
hora de la merienda. Están aquellos que, pala y regadera
en mano, se ocupan del mantenimiento de una huerta que provee de
verduras. También es posible aprender manualidades, expresión
corporal, canto y guitarra o adentrarse en el mundo de la lengua
de señas.
Para los niños y jóvenes que necesiten una mano en
los deberes, este año se incorporó al grupo una docente
que brinda apoyo pedagógico, contribuyendo a mejorar el rendimiento
escolar de los estudiantes. Además de salir a pasear y conocer
las instituciones de la localidad, los integrantes del taller se
animaron a más y desde hace dos años viajan de vacaciones
a Las Grutas a disfrutar todos juntos del sol y la playa. El taller
comenzó a funcionar con sólo tres integrantes, pero
fue creciendo en forma sostenida, aumentado día a día
la cantidad de asistentes. Hoy el número de participantes
llega a 67 personas -entre 5 y 46 años- de esa cifra 28 tienen
capacidades diferentes.
Además de la profesora, coordinan las tareas ocho personas
más, quienes junto a los familiares de los asistentes se
ocupan de recaudar fondos a través de la venta de empanadas
y pizzas y de la atención de un bufete en festivales. Así,
con mucho esfuerzo y ganas, lograron sostener el emprendimiento,
que cuenta también con el apoyo permanente de la comuna.
En Huergo viven alrededor de 230 personas con capacidades diferentes,
y es por eso que los coordinadores consideran que es largo el camino
que les falta recorrer para lograr una mayor integración
de todos los habitantes. Aunque los resultados conseguidos son por
demás alentadores.
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