En sus 89 años de historia, la
localidad de Ingeniero Huergo se fue consolidando con un perfil
netamente productivo, gracias al esfuerzo de los chacareros que
trabajaron la tierra y de sus habitantes que apostaron por el desarrollo
desde la educación, la salud y el comercio. Si bien su fundación
se remonta a 1914, los orígenes de esta región pueden
ubicarse varias décadas antes, iniciando un recorrido de
crecimiento que continúa hoy.
Con anterioridad a la Conquista del Desierto de 1879 existió
en cercanías a Huergo una escasa población indígena,
que se radicó sobre las costas del Río Negro. Los
vestigios de aquella época son dos morteros de piedra «arenisca»
de las bardas, y que hoy son un testimonio de la cultura mapuche
que ocupó esta región.
Con la llegada del ejército al mando del general Julio Roca
los indígenas debieron huir hacia otras latitudes, y muy
pocos lograron regresar para continuar con sus vidas en esta zona.
Una vez finalizado el expansionismo militar, también comenzaron
a llegar grupos de soldados que formaron sus familias y se afincaron
las tierras que hasta hace poco tiempo habían ocupado los
indígenas.
Por esos años también se asentó en las fértiles
tierras patagónicas, el primer propietario de un almacén
de ramos generales, don Antonio Bouvier -de origen francés-
quien luego resultó una de las figuras más importantes
en los primeros años de vida de esta localidad.
Recién la fundación «oficial» tuvo lugar
el 14 de mayo de 1914, y sus habitantes optaron por elegir el nombre
del ingeniero Luis Huergo, quien trazó las primeras líneas
de lo que luego resultó ser la localidad que lleva su nombre.
Don Luis Huergo fue el primer ingeniero egresado en el país
-había llegado al Alto Valle en 1907- asociándose
con Humberto Canale en la puesta en marcha de un importante establecimiento
frutícola y vitivinícola, ubicado en General Roca.
La demanda de alfalfa que se exportaba a Europa y se vendía
en Buenos Aires para abastecer a las caballerías, se perfiló
como una importante actividad económica, que tuvo su primer
impulso en 1914 con los canales construidos por la empresa de Vicente
Blasco Ibáñez. Pero los motores de las bombas fueron
destruidos por una gran crecida que además inundó
el pueblo. «Parecía un mar», fue el testimonio
que dejaron los primeros pobladores. Esta situación provocó
el éxodo de algunos vecinos, mientras que varias familias,
como Bouvier, Sánchez, Giménez, Saiz y Coto, por nombrar
solo algunas, deciden quedarse a probar suerte en las pujantes tierras
del Alto Valle. Tal vez, uno de los momentos claves en la historia,
fue en 1921 cuando se reestablece la llegada del agua por los canales
principales de riego, iniciando una época de progreso y crecimiento.
m Y llegó el agua
El historiador Julio Narvaez destaca un momento económico
relevante, con esta obra, que permitió la llegada del agua
para el riego de las plantaciones. Hasta ese momento, los habitantes
solamente disponían de aljibes para recoger el agua de la
lluvia -la que extraían del subsuelo contenía exceso
de sal- aunque también tenían que realizar largos
trayectos con carros para traer el fluido de las orillas del río
Negro. Fue por esos años que la llegada del ferrocarril trajo
a esta nueva comunidad un impulso renovador, que le permitió
a los pobladores protagonizar una de las etapas económicas
más importantes en la historia de Ingeniero Huergo.
Celebración y anécdotas
En su libro «De tiempos idos», Julio Narvaez relata
un episodio que empañó la fiesta que se vivió
en el pueblo el día de su fundación. A la sombra de
unos tamariscos, los invitados y pobladores disfrutaron de un suculento
asado, donde no faltó el buen vino y las celebraciones que
pintaron la distinguida ocasión. Apenas finalizó la
comida, los asistentes se sorprendieron cuando un hombre subió
a la mesa para pronunciar un discurso político en favor de
la Alianza Libertadora Nacionalista, lo que motivó la rápida
protesta de uno de los invitados, que pretendían una celebración
menos política y más participativa. Sin ánimo
de aguantar las quejas el «discursante» sacó
un revolver, amenazó y disparó al hombre que lo había
cuestionado, quien luego de algunas corridas por las polvorientas
calles del pueblo, logró refugiarse en un canal de riego
cercano al lugar donde se realizaban los festejos.
Finalmente, el agresor hizo detener al «quejoso» invitado,
quien fue trasladado en tren a Roca, ante el disgusto del resto
de los invitados que recordarían siempre aquel día.
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