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Por ruben boggi |
A medida que avanza el intenso año electoral, se percibe
una confirmación de que las cuestiones importantes de la
política, que pesarán en las campañas proselitistas,
transcurren por dos caminos principales: uno, el que tendrá
una primera definición el 27 de este mes, cuando se sepa
si hay nuevo presidente o habrá que ir a una segunda vuelta
(esta última es la opción que más opiniones
a favor tiene); el otro, el que indica que son las cuestiones pragmáticas
de proyección económica las que formarán el
eje de la disputa provincial por los votos.
El primer
camino, el de la incidencia nacional sobre el panorama político
provincial, tiene como factores principales la suerte que corran
en los comicios principalmente tres candidatos: Carlos Menem, Néstor
Kirchner y Ricardo López Murphy. Del resultado que obtenga
Menem, depende en buena medida que el MPN presidido por Jorge Sobisch
largue con buen pie el tramo final y decisivo de su campaña
por la reelección; lo mismo para Unión por Neuquén
del candidato Sergio Gallia, en función del resultado que
consiga Néstor Kirchner, pues puede fortalecer o debilitar
al candidato, además de jugar en la interna emepenista por
el lado de Jorge Sapag (el vicegobernador continúa siendo
el as en la manga para muchos operadores Justicialistas); y, finalmente,
la buena o mala elección que haga López Murphy también
jugará, por dos razones: la primera es que es el candidato
que respalda desde Neuquén Horacio Quiroga. La otra es que
el titular de Recrear puede ser el factor decisivo de una segunda
vuelta en los comicios nacionales, se hagan estos el 18 de mayo
o en fecha posterior.
Pero lo que
más pesará es la evolución de los hechos de
proyección económica, que promueve el mismo gobierno
neuquino. En la última semana comenzó a elevarse la
temperatura de la polémica por el proyecto Chihuido II, que
impulsa decididamente el Ejecutivo. También surgió
con fuerza la evidencia del proyecto de ampliar el capital accionario
de la provincia en la represa El Chocón. La oposición
a Sobisch, que sigue encabezando el sindicalista de la CTA Julio
Fuentes, mueve las piezas para jugar un proyecto contra el otro.
Es decir, si se compra El Chocón, no se hace Chihuido. El
gobierno, en cambio, pretende concretar avances simultáneos
en los dos frentes: conseguir financiamiento para Chihuido y al
mismo tiempo invertir en El Chocón. Políticamente,
el eje de la discusión lo ha instalado el mismo gobierno,
con lo que ha conseguido superar el trauma de las cámaras
ocultas. Este caso podría tener una definición importante
en las próximas horas, cuando la Cámara falle sobre
el archivo dispuesto por el juez Roberto Abelleira. De cualquier
manera, en una provincia que sigue discutiendo apasionadamente sobre
un seguro futuro con su economía reconvertida, el tema de
las represas parece que ocupará una primera plana continuada
en estos meses decisivos. Chihuido II cosecha adhesiones en primer
lugar desde el MPN, y también de sectores sindicales, particularmente
de la UOCRA, pues obviamente implicaría una fuerte reactivación
de la construcción. Quienes critican el diseño del
proyecto, sostienen (como el radical Víctor Peláez)
que no tiene sentido hacer Chihuido II sin Chihuido I, y siembran
dudas sobre la efectiva realización e incluso factibilidad
económica del proyecto agroindustrial asociado (canal a Cutral
Co con instalación de vides y posteriores bodegas). Pase
lo que pase, hay un avance: es más interesante que los políticos
discutan sobre proyectos económicos concretos, y será
incluso más provechoso, a que se sumerjan en dudosos diagnósticos
sociológicos o en fantasías alejadas de las necesidades
ciudadanas, como pretender equiparar a Neuquén con un feudo
autoritario.
En este punto,
conviene diferenciar lo que es la vivencia mediática de la
real. Se ve en el país, cuando un candidato como Menem, a
quien la mayoría del periodismo ha satanizado hasta el grotesco,
mantiene no obstante una expectativa seria de competir por el primer
puesto en los comicios. El país real es sin duda contradictorio
y confuso. Dista mucho de las simplificaciones esquemáticas
de los encuestólogos o marquetineros de la sociología
mal entendida. Un adalid de los valores republicanos y demócratas
para los medios, como fue De la Rúa en el ’99, puede
virar en sólo cuatro años a una especie de síntesis
de la inutilidad, agravado esto además por tener que enfrentar
causas por corrupción, como de hecho enfrenta el ex Presidente
por su desempeño durante la gestión como Jefe de Gobierno
de la Capital Federal. Un ministro de Economía efímero
y hasta «maldito» como fue López Murphy, puede
convertirse en sólo unos años en candidato de la esperanza
de una gran franja de la alicaída clase media argentina,
que valora (ahora sí) la seriedad y la firmeza de un economista
ortodoxo. Quien saltó al primer plano de las encuestas tras
la caída de De la Rúa, Lilita Carrió, puede
pasar de ser el ángel de la anticorrupción, promesa
de renovación profunda del país, a una situación
de lejanía en las encuestas y a ser abandonada por quienes
la alababan incondicionalmente, en apenas unos meses. ¿Será
porque la opinión de la gente cambia muy rápido, o
tal vez porque los fenómenos mediáticos a veces no
tienen que ver con lo que en realidad sucede?
En el duro
trance de separar la paja del trigo y la ficción de la realidad,
conviene no perder de vista los procesos políticos, que van
estrechamente vinculados a los económicos. En este sentido,
parece ser que en Neuquén se ha instalado definitivamente
la discusión por el cómo y cuándo de la reconversión
económica. Esto es concreto. No es ningún detalle
que una provincia que fue conocida a partir de las grandes obras
de represas y la producción de energía, comience a
ser valorada ahora como -por ejemplo- productora incipiente de vinos
finos. Quien sepa cabalgar sobre estos cambios inevitables, sobre
este progreso trabajoso, complicado y polémico, será
posiblemente quien obtenga el aval mayoritario de los ciudadanos
en los comicios.
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