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César Altomaro
experimentará en la televisión. |
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Por HILDA LOPEZ |
NEUQUEN.- En esta parte de la Patagonia,
se sembraron muchos sueños de los cuales se hicieron cosechas
ricas y provechosas. A tal punto, que se fue poblando de soñadores:
los que vinieron a buscar oro, paz, familia, más sueños.
César Altomaro pertenece a esa legión. Hijo de actores
y maestro del teatro, sus inicios fueron en el vientre de su mamá
que seguía ensayando mientras el pibe se chupaba el dedo
pulgar cómodamente nadando en su panza. Así su experiencia
de vida se construyó en el teatro, en los viajes, y en todo
aquello que convive con el actor por pasión y vocación,
hasta los mismísimos fracasos personales y artísticos
(obviamente humanos). El sábado se cumplió un año
de la instalación de la pequeña sala ubicada en 12
de septiembre 550, donde Claroscuro, ofreció su propuesta
de talleres y espectáculos.
Como le resultaba difícil seguir adelante con los compromisos
económicos que eso exigía, se rearmó otra propuesta.
Se trata de un acuerdo entre Claroscuro y La Comuna, para hacer
un espacio de «Investigación y práctica teatral»,
algo que estaba haciendo falta por aquí.
César Altomaro, igual se va. Viaja a Buenos Aires para hacer
posible una experiencia más en otros medios: televisión,
por ejemplo.
El joven actor conversó con este diario: «Hay un grupo
de jóvenes que se quedan a trabajar, los que están
más entusiasmados», dice, «en diciembre dije
que se terminaba ese lugarcito y ahora se sigue con ellos y Raúl
Toscani y yo viajando y haciendo allá cosas que sirvan para
este proyecto».
Luego, César reflexionó sobre la profesión
de actor y dijo cosas interesantes. «Al estudiante de teatro
no se le ha enseñado la profesión, se les ha enseñado
que pueden subirse a un escenario sin saber nada, y cuando algunas
cosas netamente teatrales las pueden llegar tímidamente a
resolver, les falta todo lo otro que tiene que ver con la formación
artística y no solo del hecho teatral». Para entenderlo
mejor apela a ejemplos.
«Un tipo que va a estudiar para cirujano, estudia 8 horas
en la Universidad y después cuatro en la casa (o al revés),
están doce horas arriba de sus estudios. Entonces ¿por
qué creer que con dos horas de escuela alcanza para ser actor?.
Si no se lee, si no se practica, a diferencia de las otras disciplinas,
la carrera de actor es más autodidacta. Hay que leer mucho
entre otras cosas, porque yo le pregunto a un pibe que quiere ser
actor, ¿cuántos libros leíste este mes?, y
me contesta que ‘empecé uno pero no lo terminé’.
Si leen un librito por mes de cuentos o de poesía o una novela
de un buen autor, al mes se leyeron 12 libros y la diferencia se
nota mucho: se amplia el panorama de imágenes, de palabras,
de personajes, de emociones, es muy importante».
Altomaro también opina sobre la «dependencia a las
instituciones», y dice: «No hay que esperar que las
instituciones u organismos resuelvan todas las cosas, para ellas
están los números: si le sirve va, si no le sirve
no va. Hay que aprender de todo para ser buen actor, de todo: desde
hacer un escenario a vender entradas, hay que ‘curtirse’,
nadie te viene a ofrecer el laburo a tu casa, tenés que aprender
a buscarlo también».
Vida
La vida del actor: «Los actores de alma vivimos
todo el día pensando en personajes, en el teatro, en lo que
se puede hacer. Yo no voy a Ticket, es cierto (salvo con algún
festejo particular), pero es porque siempre busco de estar con mis
pares, con los artistas porque allí está lo que me
nutre, de donde sigo aprendiendo. En los últimos años
está ocurriendo eso, los pibes se suben al escenario creyendo
que ya son actores, nosotros cuando estábamos en ‘La
expresión y los jóvenes’, vivíamos juntos
todo el tiempo hablando de lo que aprendíamos y queríamos
saber: técnica de la voz, lectura de textos, actuación,
era una locura».
Hay mucho más de lo conversado con César Altomaro,
sus vueltas por Buenos Aires, la televisión, México,
Brasil, su inquietud, fibra y talento natural, lo convirtieron en
un profesional de lo cual se siente orgulloso. Esta nueva etapa
se visualiza como la continuidad de una siembra, porque la cosecha
grande llega cuando no se está más entre los mortales.
Al menos es lo que indica la realidad.
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