HUINGANCO.- Elda Escobar
tiene 52 años y vive en Charra Ruca, un paraje ubicado muy
cerca de Huinganco. Goza del reconocimiento de turistas y residentes
por sus quesos caseros, esos que fabrica día tras día
para aportar unos pesitos extra a la economía familiar.
Al verla ordeñar la vaca y preparar presurosa la producción
de la tarde, parece que se dedica a esto de toda la vida. Sin embargo
no es así. Antes de empezar a vender sus quesos en Huinganco
estaba poco tiempo en la localidad. Se dedicaba en familia a la
ganadería trashumante.
Cuando los chicos crecieron y hubo que enviarlos a la escuela, no
tuvo más opción que abandonar esa vida de viaje permanente
para asentarse cerca de alguna institución educativa.
Acostumbrada al trabajo, no pudo quedarse quieta y empezó
a pensar qué podía hacer para ayudar a la economía
del hogar. Miró a su alrededor y decidió que, a pesar
de vivir en la ladera de una montaña, iba a criar algún
animal para seguir con la tradición familiar de producir
quesos.
Antes, cuando iba de veranada junto a su marido, Elda acostumbraba
hacer queso con leche de chiva. Pero viviendo en Charra Ruca no
podía tener ganado caprino y optó entonces por comprarse
una vaca a la que ordeña dos veces al día. Al cabo
de una jornada, saca 30 litros de leche con los cuales realiza tres
kilos de queso, aproximadamente.
Los quesos más grandes, de 1,5 kilo, los vende a 15 pesos.
Como la situación está mala para todos, también
prepara quesos más chicos y los comercializa a $2 la unidad.
«Hacer quesos mientras uno va de veranada es más jodido
que hacerlos acá, cuando la vaca está cerquita, en
el corral, y tenemos un galpón para producirlos y guardarlos»,
admite Elda quien, sin embargo, afirma que extraña la trashumancia
pero sabe que lo que hizo -al radicarse en un lugar para que los
chicos estudien- es la mejor elección. «Yo les enseño
a hacer quesos, pero ellos saben que también tienen que estudiar»,
dice.
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