El uso del Gas Licuado de Petróleo
como sustituto del gas oil en el transporte de cargas es una de
las posibilidades que alientan algunas empresas petroleras. El decreto
del Poder Ejecutivo Nacional 1395 de 2001 dejó aprobado el
uso del LPG, en tanto la Secretaría de Energía ha
propuesto un texto para reglamentar los aspectos técnicos
de este combustible, formado por butano, propano, etano y pentano.
Desde hace muchos años, el GLP es utilizado en la Argentina,
a través de garrafas o cilindros, y a granel como generador
de energía para la actividad agropecuaria (secado de granos,
tabaco, producción de arroz, etc.), aunque en los años
70, fue prohibido como combustible para vehículos, debido
a su escasez.
Desde el punto de vista de la matriz energética, la Argentina
es un polo generador de GLP, teniendo una posición preponderante
en el cono sur, ya que el otro generador de este combustible es
Venezuela. La Argentina exporta GLP a Uruguay, Chile y Brasil. La
producción de GLP es de Tn 3.000.000, de las cuales Tn 1.000.000
se utiliza como combustible, Tn 500.000 en petroquímica y
Tn 1.500.000 se exportan.
Quienes proponen al LPG como combustibles para vehículos
de carga, puntualizan las ventajas económicas, ambientales
y de seguridad, ya que los vehículos a GLP proporcionan similares
prestaciones que los de propulsión a gas-oil, sólo
que con ventajas en el costo operativo.
Por otro lado, indican que este combustible carece de azufre y de
plomo, minerales muy corrosivos y por ende perjudiciales para el
motor, por lo tanto, prolonga la vida útil respecto de los
que utilizan gas-oil u otras naftas, en tanto que es mucho menos
contaminante que el gas-oil, no sólo en las emisiones gaseosas
sino también en las acústicas.
Sin embargo, no todos piensan igual. El diputado Víctor Fayd
presentó en el Congreso un proyecto para derogar el decreto
1.395/01 del Poder Ejecutivo nacional, y también el 1.396/01
(que establecía promociones para el LPG) fundamentando su
postura en que el valor de este producto oscilaría de acuerdo
al precio del barril del petróleo, «es decir que, comparativamente
con otros productos ya instalados en el mercado, el valor sería
notablemente más elevado».
Pero, además, «en su cadena de producción no
posee ningún valor agregado, por lo tanto, tampoco incrementa
la mano de obra», según Fayad.
El legislador tampoco obvió que «dentro de las ecuaciones
económicas que se manejan para determinar si un producto
es competitivo, un factor fundamental es determinar si el mercado
productor está dividido razonablemente entre diversos actores
o bien si está concentrado en un solo actor, como en el caso
particular del GLP».
Fayad sostiene que «si se lo compara con el combustible líquido
más contaminante, que es el diésel, el GLP es un 10
% menos contaminante que éste; ahora bien, si lo comparamos
con los combustibles, de menor emisión, ya desarrollados
en el mercado, el GLP supera ampliamente a estos últimos».
Sin embargo, Fayad considera que el LPG sí debe ser materia
prima de la industria petroquímica. «Se trata de un
combustible versátil y es la materia prima para productos
químicos, como solvente, como propelente, para acondicionadores
de aire, secado y refrigeración y para uso doméstico,
y es allí donde se debe desarrollar, no así para el
uso vehicular, con la peligrosidad que implica un producto tipificado
como inflamable y explosivo», dice.
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