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El presidente de Venezuela,
Hugo Chávez, aseguró que intenta realizar en su
país el mismo proyecto que Lula da Silva. |
BRASILIA.- El izquierdista Luiz Inácio
Lula da Silva inauguró ayer su era como gobernante de Brasil
desayunando con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez,
y ha previsto concluir su primera jornada hábil como jefe
de Estado cenando con el cubano Fidel Castro.
Mientras, sus principales ministros, al tomar posesión de
sus cargos, aseguraron que la etapa de cambio que ha prometido iniciar
no tendrá sobresaltos ni sorpresas desagradables para el
sector financiero. «Vamos a preservar la responsabilidad fiscal,
el control de la inflación y el cambio libre. No vamos a
reinventar principios básicos de la política económica»,
dijo el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, al tomar el comando
de la política económica de Lula, del izquierdista
Partido de los Trabajadores (PT).
Palocci aseguró el jueves que en las próximas semanas
anunciará las metas económicas de su gestión,
que «van a dejar claro nuestro compromiso con la gestión
responsable y consistente de los recursos del presupuesto».
El ministro reiteró el compromiso con el superávit
primario «que fuera necesario» para garantizar la sustentabilidad
de la deuda brasileña.
Palocci, de todas maneras, explicó que una diferencia con
la gestión de su antecesor será el énfasis
en los asuntos sociales. «Brasil vive la paradoja de un Estado
que gasta mucho pero a pocos beneficia», dijo. Sus palabras
fueron recibidas con elogios por empresarios. «Palocci está
100 por ciento correcto», dijo Benjamin Steinbruck, presidente
de la poderosa Compañía Siderúrgica Nacional.
Lula llegó a la presidencia luego de tres intentos frustrados
y tras moderar su antigua retórica socialista, que preocupó
durante la campaña electoral a los inversionistas extranjeros.
Para ganar la confianza del electorado que lo había rechazado
en las elecciones de 1989, 1994 y 1998, Lula se alió a un
partido de centroderecha y colocó a su líder, el magnate
textil José Alencar, ahora vicepresidente, como compañero
de fórmula. Otra ministra del área económica,
Dilma Rousseff, del estratégico ministerio de Minas y Energía,
asumió ayer con duras críticas a la política
energética del saliente presidente Fernando Cardoso, pero
asegurando que no controlará los precios internos de los
combustibles, que vienen subiendo alimentando la presión
inflacionaria en el país.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien dice encabezar
una revolución a favor de los pobres inspirada en el líder
independentista Simón Bolívar, dijo tras desayunar
con el mandatario brasileño que el proyecto de Lula para
Brasil se parece mucho al suyo. «He tomado nota del discurso
de Lula. El cambio es la palabra clave», dijo. «El cambio,
la reforma agraria, la justicia social. Se parece mucho al proyecto
boliviariano. Hambre cero. Igualdad y justicia», dijo Chávez
a periodistas.
Sin embargo, agregó que no cree que Lula tenga en Brasil
una oposición como la que enfrenta su gobierno -que exige
su renuncia- porque, explicó, «buena parte de la élite
empresarial venezolana no tiene piel con Venezuela, no siente al
país, no tiene patria», lo que no ocurre, dijo, con
los «nacionalistas empresarios» brasileños.
Castro, en tanto, quien el miércoles elogió a Lula,
tenía previsto cenar el jueves con el mandatario brasileño,
quien también recibía en la tarde al salvadoreño
Shafic Handal, de la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí
de Liberación Nacional, hoy convertida en un partido político.
Alzas en mercados brasileños
SAN PABLO.- Los mercados financieros de Brasil
iniciaron el 2003 con optimismo y cerraron con alzas en el primer
día de la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva.
Lula, un veterano político izquierdista que en su campaña
electoral asumió una postura más centrista, tomó
el miércoles el mando del país para una gestión
de cuatro años, y prometió traer justicia social y
un robusto crecimiento económico a la mayor economía
de América Latina. En su discurso Lula también extendió
la mano a los inversionistas financieros, al reiterar el compromiso
del nuevo gobierno con una política fiscal rigurosa y con
una reforma al sistema de pensiones del país.
«Lula empezó bien. Sus discursos fueron realistas.
Dijo que un nuevo gobierno está al mando, pero que los cambios
no ocurrirían de un día para otro», comentó
Marcelo Salomon, jefe de economistas de ING Bank, en San Pablo.
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