«La actividad económica es vulnerable
a las malas decisiones del Gobierno»

 
 
«Los niveles de inflación ‘real’ están llegando a un umbral muy peligroso».
El presidente de la Fundación Economía y Sociedad, Alejandro González Escudero, habló sobre los caminos posibles para disminuir la pobreza, consolidar el crecimiento y, sobre todo, controlar la inflación.

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Por laura rotundo

Alejandro González Escudero es presidente de Fundecos (Fundación Economía y Sociedad). En diálogo con La Mañana de Neuquén dio su visión respecto del momento económico que atraviesa la República Argentina actualmente y de las políticas que el Gobierno debería encarar para controlar la inflación, disminuir la pobreza y consolidar el crecimiento.

A grandes rasgos, ¿cómo observa el escenario económico local?
Yo diría que la economía argentina tuvo un sacudón totalmente imprevisto en el primer semestre como consecuencia de la crisis del campo. Nadie previó ni imaginó que pudiera suceder algo así. Más allá del efecto directo sobre el crecimiento y la actividad que tuvo esa crisis, está la derivación, más difícil de medir y también de corregir, de la pérdida de la confianza y el aumento de la incertidumbre.
Se mostró que la actividad económica en nuestro país es muy vulnerable a las malas decisiones del Gobierno. El foco de la acción de ahora en adelante debería centrarse en ganar confianza, reducir incertidumbre y generar consensos. De cómo se encaren estas cuestiones, dependerá el comportamiento de las variables macroeconómicas para lo que resta del año.
En un escenario intermedio, donde el Gobierno no acierta con sus medidas pero tampoco comete errores, puede esperarse para 2008 un crecimiento del 6 ó 7 por ciento -menor al 2007-, una inflación «real» de entre un 20 y 30 por ciento, un tipo de cambio que debería ubicarse a partir de 3,15, el superávit fiscal primario (antes del pago de intereses de la deuda) en torno al 3,5 por ciento del PBI, la inversión inferior al año pasado y el consumo amortiguado en el segundo semestre.

¿Cómo se consolida entonces el desarrollo económico?
Para afianzar el crecimiento se deben estimular las inversiones y eso demanda, como dije antes, confianza y certidumbre. La inversión privada real solo se da en ese contexto. Pero no hay duda de que existe una oportunidad. De hecho, para 2008 existían proyectos que se demoraron como consecuencia de la crisis.
Claramente las áreas estratégicas de la República Argentina son el agro, las agroindustrias -con sólidos precios internacionales- y la energía, en los biocombustibles relacionada con el agro, donde también existen buenos precios. En este tema se debe mejorar la exploración y la explotación.
En energía la injerencia del Estado es tradicionalmente mucho mayor y las políticas se han centrado en mantener el precio interno bajo y gravar fuertemente las exportaciones petroleras, lo que desalentó la exploración.

Cuál es su visión respecto del índice de desempleo…
La desocupación se ha reducido significativamente. Es uno de los principales logros de las políticas del Gobierno. Lo que resta es tratar de incorporar al trabajo a sectores de la población con serios problemas en cuanto a sus conocimientos y entornos familiares y sociales. Es, en definitiva, disminuir la exclusión. Esto requiere políticas en materia educativa de alta calidad.
La ayuda social debe orientarse con eficiencia a mejorar la educación, en especial, a sectores jóvenes de niveles de vida muy precarios que si no mejoran ahora sus condiciones de ‘empleabilidad’, ya no lo lograrán en el futuro. La informática, sistemas e Internet, aunque no parezca, brindan una oportunidad excelente para incentivar a esos jóvenes y con muy buena salida laboral una vez que se alcanzan los conocimientos requeridos.

¿Cómo se podría controlar la inflación?
La inflación es en este año un problema mundial como consecuencia del aumento de precios de alimentos y petróleo. Por supuesto que eso no debe ser un consuelo.
Igualmente los niveles de inflación ‘real’ de Argentina están llegando a un umbral muy peligroso. Las situaciones inflacionarias, a diferencia de las híper, no se corrigen de ‘un solo golpe’. Es decir, no es sólo un problema monetario, de gasto público, de incremento de la demanda, o de escasez de oferta. Hoy conviven las cuatro. Entonces, se deben hacer políticas monetarias, de gasto público y de ingresos firmes -esta es la parte no grata- y también alentar la inversión, aquí por el lado de la oferta.
Para que este cóctel complicado funcione, además, las expectativas deben cambiar. Allí juega cómo el Gobierno convence de que realmente quiere controlar la inflación y no solamente distorsionar su medición, como ocurre con el INDEC, con el evidente interés de beneficiarse, a corto plazo, con ello. Esto es así porque los ingresos del Estado aumentan con la inflación real -la recaudación- pero los gastos están en gran medida vinculados a la medición del INDEC (por caso, buena parte de los títulos de deuda del Estado).

¿Cree que el oficialismo quiere seguir con el tipo de cambio alto? ¿Qué sucedería si desciende?
No se sabe qué quiere el oficialismo. Pero debería querer recuperar el tipo de cambio alto (hoy no lo es) ya que éste fue un eje central del plan del Gobierno y no parece conveniente cambiar de rumbo cada cuatro años. Hoy un dólar barato no asegura el beneficio tradicional -controlar la inflación- y sí trae aumento de las importaciones como claramente se vio en estos meses.
El Gobierno ha buscado bajar el tipo de cambio para ganarle a un mercado que aparentemente jugaba al alza. Más allá de las ‘escaramuzas’ en gran medida políticas, no es consistente que el dólar termine el año a un valor menor al de 2007 cuando la inflación superó el 20 por ciento.

¿Cuál es su opinión sobre el sistema impositivo de nuestro país?
Es totalmente cierto que el sistema impositivo argentino es distorsivo. También hay otras fallas. Pero parece poco probable que en este momento se encare una reforma profunda dado que el superávit está amenazado por el incremento del gasto y la necesidad de atender compromisos de deuda.
Lo que sí debe hacerse es tratar de morigerar los incrementos de impuestos, que se ven en varias provincias o lo que trató de hacerse con el campo. No puede ocurrir que los desajustes fiscales tengan que ser siempre soportados por los particulares con mayores impuestos.

¿Cómo observó el conflicto del campo y el Gobierno y cuál es su opinión respecto de cómo quedó el vínculo entre ambos sectores?
Además del efecto económico ya mencionado, este conflicto mostró varios aspectos políticos y sociales de interés. Por ejemplo, que el rol de Robin Hood con que trató de mostrarse el Gobierno ante la opinión pública no resultó creíble. Casi fue visto más como el príncipe Juan que aumenta los impuestos a los súbditos. Lo cual es importante porque muestra que la gente considera que después de cierto límite, las empresas y particulares manejan mejor los recursos excedentes que el Estado.
También evidenció que el poder político obtenido en una elección no habilita para promover cualquier medida sin antes buscar consensos entre los sectores afectados. Si se aprovecha la enseñanza, de lo cual algunos dudan, podrá mejorar la calidad de las decisiones públicas.
La relación entre campo y Gobierno, como es evidente, quedó afectada.

La pobreza y la indigencia son temas preocupantes en nuestra sociedad, a pesar de que se hayan reducido un poco estos índices…
Antes mencionaba el impacto de la educación y la inclusión social. Agreguemos también que ayuda la disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso y se ha estudiado que contribuye la reducción de las prácticas corruptas.
Los países con baja corrupción, también son los que tienen mejor nivel de vida y más igualdad. La corrupción, en sus innumerables manifestaciones, perjudica a los pobres.
Señalo este punto porque en él los gobiernos de todos los niveles, desde la nación hasta las municipalidades, pueden hacer una acción efectiva. Es decir, en una medida muy grande, la existencia o no de corrupción depende de los gobernantes.

¿Cuál es su expectativa respecto del futuro económico del país?
Cuando un oficial de crédito analiza en un banco a una empresa para ver si se le otorga o no un préstamo, entre los factores principales que mira está el ‘negocio’; es decir qué productos o servicios vende la empresa y la calidad de su management.
Argentina tiene ‘negocios’ altamente rentables. Puede ser líder en varios productos del agro y agroindustrias -lo es en soja-, puede tener una buena performance energética y puede destacarse en turismo. Cualquiera le daría un préstamo o invertiría en una empresa con buenos negocios. ¿Por qué no le ocurre eso a la Argentina? Evidentemente, tenemos que ver el management.
En un país, el gobierno es lo que la dirección es a una empresa, y así como una empresa con mala dirección no tiene crédito, lo mismo sucede si el gobierno de una nación no es bueno. En consecuencia, Argentina debe mejorar el desempeño de su sector público y la calidad de sus gobernantes.
La crisis del campo mostró que la gente percibe que hay una oportunidad y quedó muy claro dónde se piensa que puede estar la amenaza para que esa oportunidad no sea aprovechada. Si se resuelve este dilema, Argentina tiene una perspectiva muy buena.

 

 


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