«Argentina está en un proceso de fortalecimiento de cárteles de la droga»

 
 
«En general, nuestra legislación es bastante buena, pero fracasa en términos de aplicación. Habría que reconsiderar algunas figuras penales, revisar en algunos casos y bajar la edad de punibilidad».
Lo aseguró Luis Vicat, abogado y licenciado en Seguridad. El especialista indicó que el país se acerca de forma progresiva a los niveles de violencia de Brasil y México y reclamó políticas proactivas contra la delincuencia.

Disminuir tamañoAumentar tamañoCambiar tamaño  Imprimir Imprimir
 
       
   
   
 

Por laura rotundo

Luis Vicat es abogado y licenciado en Seguridad. En diálogo con La Mañana, opinó sobre la situación de inseguridad que atraviesa nuestro país y sobre las políticas que deberían aplicarse actualmente para revertir el complejo panorama que describe con crudeza este Superior Policial retirado.

¿Cómo describe la situación de nuestro país respecto de la inseguridad?
En términos generales, creo que la situación que se atraviesa en este sentido debería ser motivo de preocupación para las autoridades del Estado, porque tiene una tendencia a la alza. Es decir, estamos experimentando un aumento exponencial del delito en general.

¿Qué políticas cree que deberían aplicarse para revertir el escenario actual?
A corto plazo, es casi imposible revertir la situación, en el estado en que está planteado el tema. Las de hoy son todas medidas espasmódicas o, si se quiere, de oportunidad política.
Por ejemplo, ante el reclamo de inseguridad reinante, se saturó la calle de personal policial y de patrulleros. Esta saturación preventiva, logísticamente en el tiempo, es insostenible por carencia de medios del Estado. Actualmente se están aplicando políticas reactivas de seguridad: ante un hecho determinado que genera conmoción social, como puede ser un secuestro, se crean brigadas antisecuestros o ante un hecho de un robo en una ruta, se patrullan más los caminos.
En cambio, lo que habría que vertebrar son políticas de seguridad proactivas, que nos permitan -además de no «policializar» el conflicto- llevar a cabo lo que se denomina «inteligencia criminal preventiva». Esto consiste en producir o tratar información para poder planificar políticas de seguridad, antes de que el delito se produzca.
De nada le sirve al ciudadano común que se compren más patrulleros para que vayan cinco minutos después de que le rompieran la puerta de la casa…
Otro ejemplo tiene que ver con lo que se ha tomado como medida en la Ciudad de Buenos Aires: cuando se blindó la avenida General Paz (ya que en cada paso de capital a provincia, hay fuerzas policiales), luego se produjo un reflujo delictivo. Cuando los delincuentes vieron que existían «diques de contención», éstos se quedaron en el Conurbano Bonaerense. ¿El resultado? Aumentó el delito en esta zona, a expensas de este cerco de acero por el cual está aún rodeada la Capital Federal.

¿Cómo puede ser que eso no cambie?
Porque es un producto de la presión social y ésta se traduce en presión política. Hay que producir algún tipo de actividad que por lo menos al ciudadano común le demuestre en principio que el Estado se está ocupando del problema.
Igualmente insisto que en tanto y en cuanto no se consoliden políticas de inteligencia criminal delictiva y no se trabaje sobre los nodos «pre» delictivos, con la minoridad que está en riesgo, con las zonas en donde el mapa del delito no se anuncia, es difícil que las cosas mejoren.
Por mencionar un ejemplo que está muy de moda hoy, podríamos citar el caso de los colectivos. En el último tiempo, hay una ola de ataques a este tipo de transporte porque la delincuencia muta y migra en forma permanente. ¿Qué sucede? Antes asaltaban los autos y que roben los autobuses era una rareza. Lo que hay que hacer es tratar de trabajar en las zonas más calientes del delito, desempeñar actividad táctica policial en horarios críticos, rediseñar los recorridos de los transportes públicos en los rincones críticos y recién ahí se puede decir que se está creando una política «abarcativa».

Muchas veces se habla de la corrupción dentro de las fuerzas policiales. ¿Cuál es su opinión?
Es una verdad. Como en toda actividad humana, el policía tiene un nivel de honestidad condicionada, que puede ser alto, medio o bajo, según la personalidad de cada uno. Todavía se arrastran restos de corrupción en las instituciones policiales y esto es conocido por todo el mundo.
Un ejemplo práctico de esta afirmación es que cualquier vecino sabe si en la manzana que reside o en las tres o cuatro que lo rodean, dónde se vende droga. Si para darnos cuenta de dónde funciona una cocina de droga, no hace falta otra cosa más que mirar el color de las hojas de los árboles (por ejemplo, si no es otoño y las hojas de un árbol igualmente están amarillas, se deduce que a 100 metros se vende droga), lógicamente esto también tiene que notarlo la Policía.
Tenemos que tratar de luchar con esta realidad y generar un nuevo modelo de pensamiento en el funcionario policial. Pero mientras se arrastren intereses cruzados, mientras que la Policía siga estando mal paga y mal equipada, esto va a resultar muy difícil de lograr porque además, de la mano de esto, está la confianza ciudadana. No podemos pretender que haya participación comunitaria cuando no hay confianza en las instituciones de nuestro país. Hasta que no se revierta esta realidad, por más anuncios que se hagan con bombos y platillos, no van a dejar de ser anuncios y no cambios.

¿Cómo vislumbra el futuro de Argentina en seguridad?
Vamos cada vez peor. Yo considero que nosotros tenemos que mirarnos en tres espejos: Colombia, Brasil y México. Argentina está en un proceso de instalación progresiva y fortalecimiento de cárteles de la droga, no sólo colombianos, sino también peruanos y mexicanos, que es lo más grave de la situación actual porque éstos últimos son los que producen las drogas sintéticas.
Si consideramos que un kilogramo de efedrina cuesta 2.500 pesos en Argentina, mientras que en México se cotiza a 10.000 pesos, vamos a estar aún mucho peor porque los cárteles de allá van a instalarse acá porque les resultará mucho más barato fabricar la metanfetamina para luego mandarla nuevamente a su país de origen.

¿Cómo es posible que esto se sepa y no se tomen medidas para frenarlo?
Justamente ésta es la pregunta que deben hacerse las autoridades. Yo he escuchado algún discurso oficial que dice que la seguridad es un problema de todos. Yo coincido pero también es responsabilidad de unos pocos, que son los mandatarios y además, son nuestros empleados porque nosotros somos los que pagamos los impuestos para que quien tiene el cargo, ocupe el lugar que en definitiva ocupa.
Me parece que sería necesario menos alfombra roja y más de ensuciarse los zapatos y producir en términos de eficacia y eficiencia. Si esto no se hace pronto vamos a llegar a un punto de no retorno, como es el caso de Brasil o México, en donde -por ejemplo- los cárteles mexicanos están en una guerra abierta con el poder, matando gobernadores y policías.

Hubo muchos casos en los que se hizo justicia por mano propia, y también influye en estas decisiones que las instituciones no actúen…
Exacto. Si vamos al linchamiento, porque la justicia por mano propia surge cuando ya no se cree en el Estado, se pueden producir errores graves. Hace un tiempo atrás, un grupo de ciudadanos quemó la casa de un violador, que después finalmente se probó que no era culpable de los delitos por los que se lo acusaba. Este hecho es un indicador de la debilidad intrínseca del Estado.
Además, hasta que el Estado siga ausente como controlador y contenedor en áreas tan sensibles como son las villas y esto se siga permitiendo, evidentemente esto va a ir -en el sentido brasileño- hacia un punto en el que coexisten dos estados: el nominal y el «favelero».

¿La despenalización de la droga influirá en el escenario de la inseguridad?
Acá hay una gran confusión, porque no existe solamente mucho negocio por parte del narcotráfico sino que también se generan negocios en muchos organismos que dicen combatir el narcotráfico.
Uno no puede volver al medioevo, época en la que se incineraba a una persona porque tenía lepra; uno tampoco puede crucificar a un epiléptico porque nos referimos a gente enferma. Despenalizar al adicto enfermo me parece una muy buena medida. Esto no debe confundirse con el discurso engañoso de algunos pícaros que buscan embrollar a la gente, dando a entender que el adicto que comete un delito no va a ser penado. Esto no será así de ningún modo.
Lo que hay que tener en claro es que no podemos «doblevictimizar» a alguien que cayó en las garras de una adicción y en lugar de tratarlo, se lo manda a la cárcel porque estaríamos generando, a futuro, a un delincuente.

¿Considera que debería modificarse el Código Penal?
En general, nuestra legislación es bastante buena pero fracasa en términos de aplicación. Habría que reconsiderar algunas figuras penales y revisar en algunos casos, de bajar la edad de punibilidad porque no es lo mismo un menor de hace 25 años que jugaba con soldaditos de plomo, que uno de 12 años de hoy que juega con armas de veras.

 

 


La Mañana Neuquen
Redacción Cómo anunciar  |  Webmaster
Neuquen - Fotheringham 445 - Teléfono 449 0400
Copyright © 2002-2004 - La Mañana Neuquen - Todos los derechos reservados
 
 
 
 
 
 
 

 

 

Energía
Productivo

 


Especiales La Mañana Neuquén

Visite La Mañana Cipolletti

Visite La Mañana Roca
 Transportes Interurbanos
 Guía Profesional
 Teléfonos de urgencia
 Farmacias de turno
 Transporte Aéreo
 Quiniela
 Horóscopo
 
 
 
 
 
 
 
 

Cine
Teatro
Recitales
Televisión
Videos