Por María Argel
La elección de la nueva Defensora del Pueblo, el respaldo
de la política K de parte del gobernador Saiz, y la campaña
por las elecciones a convencionales en Bariloche hacen que las semanas
en Río Negro pasen de manera vertiginosa.
Para algunos, lo ocurrido en la Legislatura, el acuerdo que aplicó
el radicalismo con el partido de Julio Arriaga, es una señal
alarmante de la endeble relación que hoy mantiene el Frente
para la Victoria.
Sin duda dejó en una incómoda situación al senador
Miguel Pichetto, quien no sólo debe soportar el avance del
gobernador Saiz hacia el gobierno nacional sino también ahora
el acuerdo que selló sin ningún tipo de resquemor el
arriaguismo en Viedma.
En cuanto a la elección de convencionales en Bariloche, el
próximo 24 de septiembre, radicales y peronistas saben que
se juegan mucho más que la posibilidad de decidir los cambios
para la Carta Orgánica. Del resultado que obtengan en estas
elecciones, se definirán estrategias y fechas, y sobre todo,
se perfilarán los nombres de los candidatos a los principales
cargos a disputarse en 2007.
Sorpresa
La designación de la legisladora oficialista Ana Piccinini
como Defensora del Pueblo no sorprendió al ámbito político
de Río Negro. Sí lo hizo la anuencia para esa elección
que dio el Arriaguismo en la Legislatura.
Fueron los mismos radicales los que salieron a vapulear a los hombres
de Julio Arriaga, quienes dieron su voto para ganar también
una designación, la del asesor Ignacio Gandolfi.
“Cuando Sartor dijo que había ‘arreglado’
con Arriaga nadie le creyó”, expresó un legislador
quien graficó así que la determinación fue tan
inesperada como repentina.
Para el radicalismo lo visto esta semana en la Legislatura fue el
principio de la ruptura de la endeble alianza que muestra el Frente
para la Victoria. El senador Miguel Pichetto calificó de “error”
lo actuado por Arriaga y disimuló su malestar de manera protocolar.
Hizo la vista gorda, el mismo papel que le toca desempeñar
en Bariloche, donde hay una marcada tirantez entre los hombres del
Centro Cívico y los mismos peronistas, por caso la concejal
Silvina García Larraburu.
Fechas
Una de las primeras consecuencias que podrían traer los resultados
en Bariloche es la fecha de elecciones que decidirá el gobierno
provincial. Ya a nivel nacional, el Presidente habló de octubre
de 2007. Si el radicalismo, en solitario, tiene una buena elección
en la ciudad a orillas del Nahuel Huapi, el partido gobernante sentiría
que recobró su fuerza histórica tras la derrota inapelable
en las elecciones parlamentarias de octubre de 2005. En ese caso ya
no se temería “el efecto Kirchner”.
Si por el contrario, no desempeña un buen papel, deberá
reprogramar el nuevo llamado a las urnas para elegir a las autoridades
provinciales y analizar cuidadosamente quiénes serán
sus candidatos locales.
Efectivamente en el Frente para la Victoria no todas son rosas por
estos días. Los hombres del justicialismo, del Frente Grande
y de Sur no sólo deberán competir con los históricos
rivales, los radicales, sino también con el Partido para la
Victoria, que se llevó una porción importante de justicialistas
disidentes. No hay pronóstico ni encuesta que pueda permitir
conocer qué pasará el 24 de septiembre en Bariloche.
Lo único que gana en los sondeos es la indiferencia del votante
común. Por eso, habrá que esperar.
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