Por darío soto
Mientras los productores debatían la nueva composición
de la Federación que los nuclea, la secretaría de fruticultura
de Río Negro disponía prorrogar hasta el 12 de mayo
el plazo para registrar los contratos de compra venta de fruta sujetos
a la ley de transparencia del negocio frutícola.
Estos hechos aparentemente inconexos tienen una singular relación.
La extensión del plazo para la presentación de los contratos
se debe a la demora de numerosos empacadores-exportadores en entregar
a los productores los contratos por los que se concretaron operaciones
de peras y manzanas. La presentación de los mencionados contratos
permitirá a los chacareros acceder al beneficio de exención
impositiva que prevé la ley. La mora en que incurre el sector
empresario exportador habla de la relación de casi sometimiento
en que se encuentra el sector primario frente a quienes finalmente
comercializan la fruta en el exterior, pero también muestra
el casi desprecio que tienen por la leyes provinciales sancionadas
con el propósito de transparentar la vinculación entre
los productores, el empaque y la industria.
Es por eso que la renovación de la conducción de la
Federación de productores de frutas de Río Negro y Neuquén,
frente a los hechos señalados, tenga singular importancia.
La principal acción de la nueva conducción debería
estar centrada en luchar para que los productores tengan una actividad
rentable. Objetivo muy lejano si se profundiza la concentración
y la tendencia de los principales grupos exportadores frutícolas
de achicar los envíos a su propia producción.
Desde diferentes sectores se continúa insistiendo en cambiar
el modelo de comercialización, hasta ahora existente, atado
casi exclusivamente al mercado externo. Los cambios que se esperan,
obviamente, no solo dependen del gobierno provincial, por el contrario
y tal vez en mayor medida, es necesario el establecimiento desde nación
de nuevas medidas políticas para incentivar un sector que no
termina de salir de su crisis.
Cuesta arriba será la senda que deberán recorrer los
nuevos dirigentes para lograr negociaciones favorables. En este tránsito
deberán procurar el acompañamiento de los representantes
políticos de la provincia para generar la fuerza de lobby necesaria
para establecer un espacio de negociación con un equilibrio
de poder frente a los otros actores.
Pero lo que se viene reclamando cada vez con mayor fuerza es un cambio
en el modelo económico hoy casi exclusivamente dependiente
de los ingresos que genera el negocio frutícola. A pesar de
ello no se observa mayor preocupación en hacerse cargo de este
debate en la clase política provincial, mas bien ocupada en
disputas personales para acceder a espacios de poder. Y más
allá de esas disputas, es muy triste asumir que todos, tanto
oficialismo como oposición en la provincia, a la hora de visualizar
su futuro político terminen girando la mirada hacia la Casa
Rosada para casi implorar por un gesto que los posicione primeros
en la carrera, aceptando sin condiciones el centralismo establecido
por la administración Kirchner.
Así es que hoy los ciudadanos rionegrinos saben muy bien quienes
son los hombres que pretenden gobernar la provincia a partir del 2007,
lo que aún no conocen es cómo pretenden gobernarla y
por tanto qué destino les aguarda.
|