Por marcia cide
Esta semana el gobierno nacional dio impulso a una iniciativa de
los productores de Neuquén y Río Negro que podría
cambiar el futuro de la economía regional pero que sin dudas
ya marcó un antes y un después en cuanto a la capacidad
de organizarse y gestionar un objetivo común desde el sector
frutícola.
La larga historia de desencuentros entre los productores pequeños
y medianos los condujo en forma inexorable a lo que el equipo de trabajo
del Plan Frutícola Integral (PFI) denominó “una
situación de crisis que afecta seriamente su viabilidad económica
en el mediano y largo plazo”.
El trabajo fue realizado por la Fundación para el Desarrollo
Sustentable de la Patagonia en colaboración con el Equipo de
Coordinación del PFI. Requirió la participación,
entre 2007 y 2008, de 17 Cámaras, 20 empresas, 130 referentes
de organizaciones; 10 foros territoriales de producción primaria
con 200 participantes, entre otros.
Tras diversos encuentros se elaboró un diagnóstico del
sector, una estrategia del Plan Frutícola Integral y una propuesta
planteada en distintos programas de acción. Es decir, la forma
que deberían tener las respuestas a las necesidades del pequeño
fruticultor regional.
El documento fundacional del plan resume en forma metodológica
al sector. “La fruticultura regional se orienta fuertemente
a los mercados externos, tiene antecedentes que datan de casi 100
años de historia. Emplea aproximadamente 70 mil personas, cuenta
con 4.500 productores en 57 mil hectáreas sobre los valles
irrigados de las provincias de Río Negro y Neuquén y
tiene un potencial de crecimiento productivo de 155 mil hectáreas”.
Como también describe al sector a través de rasgos económicos
y sociológicos:
- “Bajo poder de negociación y por lo tanto de defensa
de su producción. Cada productor en forma individual ofrece
al mercado un volumen reducido de un bien que en general es indiferenciado,
limitando la posibilidad de establecer condiciones de “precio”
y “forma de pago”. No siempre la vinculación se
realiza por medio de contratos o los mismos no establecen en forma
fehaciente las condiciones de la relación.
- “Baja capacidad de reinversión, que genera una estructura
productiva deficiente y obsoleta (en términos de variedades,
equipos y herramientas), con bajos niveles de productividad y calidad.
- “Dificultades para asociarse y generar capacidades para apropiarse
de un mayor valor en la cadena frutícola.
- “Discontinuidad generacional: un número importante
de los hijos de los productores no continúan al frente de las
explotaciones, situación que limita las expectativas respecto
de los cambios que es necesario realizar.
El documento no pierde de vista su eje: la necesidad financiera del
sector y la plantea en las propias palabras del chacarero: “La
clave está en acrecentar el negocio, “agrandar la torta”,
y distribuirlo con mayor equidad, “repartirla mejor”.
El proyecto fue firmado en junio pasado por los secretarios de Fruticultura
de las provincias de Río Negro y Neuquén y por el presidente
de la Federación de Productores; también lo rubricaron
los referentes de CAFI y CINEX, quienes luego se retiraron de la propuesta
por sus cuestionamientos al origen de los fondos que otorgará
el Plan una vez que tenga forma de Ley Nacional: las retenciones a
la fruticultura.
Quizá en forma premonitoria y por la propia historia de la
producción, el documento fundacional del PFI propone “avanzar
en el mejoramiento de las relaciones entre los actores del sistema
(…) Entre las causas que afectan dicha relación se pueden
mencionar aquellas derivadas de la distribución de la renta
y la seguridad jurídica. Mejorar estos aspectos es esencial
para continuar luego con la resolución conjunta de otros temas
relevantes. La clave se encuentra en el diálogo permanente
y en la consolidación de una visión compartida en el
largo plazo”.
* El texto completo del Plan Frutícola Integral está
disponible en el sitio de la Federación de Productores de Río
Negro y Neuquén: www.federfruticola.org.ar
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