Por Marcia Cide
“Dos robos en el centro”. “Asalto a mano armada”.
“Robo a mano armada”. “Le robaron nueve mil pesos”.
“Otro ataque en el centro”. “Robos a cara descubierta”…
Es una breve enumeración de títulos periodísticos
en un lapso menor a una semana. Podrían corresponder de manera
indistinta a una o a todas las principales ciudades rionegrinas. El
problema de la falta de seguridad detonó fuerte en las últimas
semanas, provocando algunos cambios que involucran a toda la comunidad.
Y aunque se dio de manera aislada, las ciudades “cabecera”
de la provincia como Roca, Cipolletti, Viedma, se transformaron en
escenario de nuevas reacciones ante la problemática.
Se pasó del reclamo de “seguridad” basado en la
presencia de mayor cantidad de policías en las calles de los
barrios, del centro, de la periferia de las ciudades; a la participación
directa de la comunidad en la discusión por una “política
de seguridad” integral.
Hasta ahora, la figura de los consejos locales de Seguridad era sólo
eso. Una entidad que, como lo admitieron los que participaron de la
reunión realizada en Roca el miércoles, no funcionaba
como tal si bien tenía reconocimiento a nivel de ciudad como
de provincia, de donde depende. Así, imposible que actuara
ni para la prevención ni para la contención.
Pero los últimos encuentros de este tipo de organizaciones
tuvieron otra repercusión: contaron con autoridades comunitarias,
policiales, comerciantes medianos y pequeños, empresarios,
docentes, vecinos de los barrios y del centro. La discusión
se enriqueció en la diversidad de participantes. Así
se pudo empezar a delinear diagnósticos de lo que ocurre en
cada ciudad.
En plena emergencia los responsables de garantizar seguridad aportaron
elementos como anuncios de más personal policial, de equipamiento,
de capacitación. Mientras se hacen realidad, los vecinos van
creando sus propias estrategias.
Del consabido pedido de “más policía” se
pasó a la discusión responsable sobre los alcances del
accionar judicial, poniendo sobre la mesa a otros actores que mucho
tienen que ver aunque no aparezcan en escena: los legisladores con
su necesaria intervención para actualizar códigos y
leyes, por ejemplo. Una forma sana y urgente de oxigenar el rol de
cada uno de los actores de la Democracia.
Sin embargo hubo un aspecto que, aunque obvio, no se puso en discusión.
El del problema social que es origen del rebrote de delincuencia,
la seguridad “amenazada” de quien teniendo lo suficiente,
no está tranquilo.
El problema ni empieza ni termina en una ciudad, ni en una provincia,
ni siquiera en el país. Y sin embargo sigue estando ausente
en las mesas de discusión sobre políticas de seguridad.
Pobreza, desempleo, marginalidad. Qué respuestas hay para los
excluidos y excluidas que necesitan formar parte de, integrarse a,
dejar de estar afuera de... Y que lo buscan en forma desesperada,
muchas veces arriesgando vida, juventud, futuro. ¿Qué
vida, qué juventud, qué futuro? Tema difícil
de abordar, y más difícil aún de ignorar.
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