Por Jorge Villalobos
Ni el peor de los agoreros habría pronosticado una temporada
invernal como la que se vive en esta localidad. La erupción
del volcán Chaitén, en Chile, comenzó en mayo
con los malos pronósticos. La ceniza volcánica no llegó
a Villa La Angostura, pero sitió al aeropuerto de Bariloche
y la preocupación que generó trascendió las fronteras
del país.
Casi al mismo tiempo, la extensa pelea entre el gobierno nacional
y sectores del campo, con los piquetes que provocaron desabastecimiento
de combustibles e incertidumbre, se sintió en esta localidad,
ubicada a más de 1000 kilómetros del centro neurálgico
del conflicto.
Aún así, el optimismo cotizaba en alza y los prestadores
turísticos locales esperaban, confiados, que la nieve solucionara
las cosas.
Las promociones y campañas publicitarias que la Secretaría
de Turismo municipal realizó antes del inicio de la temporada
en Brasil, Buenos Aires y Chile focalizaron la atención en
el producto nieve. No es para menos. Los dueños del centro
de esquí del cerro Bayo han sustentado su estrategia de márketing
en tratar de posicionar el destino como un centro boutique a nivel
nacional, como para diferenciarse de dos pesos pesados como Catedral
y Chapelco, a pesar de que le sacan varios cuerpos de ventaja.
Pero la naturaleza se ha burlado de la propaganda y ha privado a los
angosturenses de la nieve. Así, el cerro Bayo no luce a pleno
a pesar de los esfuerzos por mostrar que la temporada no es tan mala.
Por eso, cada nevada, aunque sea escasa, se festeja como si fuera
una epopeya, en un intento por seducir a los esquiadores de Buenos
Aires o del Alto Valle, quienes casi no han aparecido por esta localidad.
Las demoras en los vuelos de Aerolíneas Argentinas y Austral,
justo en el inicio de las vacaciones de Capital Federal, completaron
el cuadro.
La dimensión del problema se percibirá en las próximas
semanas, porque hasta el verano, cuando revive con todo la villa,
falta mucho tiempo. Allí el municipio deberá salir a
dar respuestas, aunque hasta ahora la gestión del intendente
Ricardo Alonso ha demostrado pocos reflejos para los problemas sociales.
Lo han demostrado con los beneficiarios de las 30 viviendas del Plan
Federal I, quienes esperan desde 2005 por ver realizado el sueño
de la casa propia. Es cierto que el gobierno de Alonso no prometió
las casas, sino que fueron funcionarios de las gestiones pasadas del
gobierno nacional y municipal. Pero, hasta ahora, la gestión
de Alonso se ha pegado a un riguroso formalismo administrativo y a
denunciar los errores de la administración del ex intendente
Hugo Panessi. Peor aún, las gestiones que han realizado para
destrabar el conflicto han complicado aún más las cosas
y el jefe comunal no ha dado la cara en los últimos días,
cuando los adjudicatarios lo han requerido. Los concejales oficialistas
han intentado interceder para solucionar el conflicto, pero sus movimientos
han generado más desconfianza entre los beneficiarios. Así,
Alonso en lugar de acercarse a los sectores más necesitados
de la villa, se distancia cada vez más.
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