Por Lucía Pysny
El feriado del 9 de julio obligó a los concejales a trasladar
la sesión ordinaria para esta tarde. Quizás “las
horas de más” que tuvieron esta semana, les hayan permitido
pensar cómo actuar con respecto al proyecto de urbanización
de la costa este del río Chimehuín, a punto de perderse
si no existe una rápida reacción que revierta el retiro
del expediente.
Una inversión privada de ocho millones de dólares, iniciada
por un empresario con sobrado respaldo económico y amplia experiencia
en desarrollo urbanístico, merece ser tratado con cierta agilidad.
Cualquier gobernante sueña con que lleguen inversiones genuinas
a su localidad, porque detrás de ellas- además del desarrollo-
existen respuestas a demandas sociales permanentes. Este emprendimiento,
según los proyectistas garantizaría mano de obra para
alrededor de 1.400 personas durante su construcción, y varios
centenares luego, para mantenimiento y funcionamiento. Pero además
cambiaría la imagen y el diseño de la ciudad. “Cruzar
el río” es plasmar una idea que surgió a fines
de los años ‘90, que muchos consideraron una utopía
y hoy podría convertirse en realidad sin que le cueste un solo
peso al Estado.
Pero además, desde el punto de vista práctico, el hecho
de tener un puente que una las márgenes del río -es
decir el casco histórico con la nueva urbanización-
daría respuesta a una necesidad de “escape” ante
una contingencia ambiental como puede ser la erupción del Lanín.
Parece una locura, sin embargo cada vez que se analiza esta probabilidad
surgen como el mejor refugio las mesetas ubicadas al este de la ciudad.
Todas las demás vías estarían casi con certeza
dañadas o no llevarían a ningún sitio seguro.
Al margen de este análisis cuasi apocalíptico -pero
necesario, teniendo en cuenta que nadie esperaba tampoco el despertar
del Chaitén- vale la pena recordar que una de las conclusiones
a las que arribó el Plan de Desarrollo Estratégico Territorial
aprobado el año pasado, fue la necesidad de mantener a Junín
dentro del concepto mundial de “ciudad tranquila”, y las
posibilidades de expansión hacia determinadas zonas sin riesgo
entre las que se ubican las terrazas donde se construiría el
emprendimiento “Estancias del Lanín”.
Este proyecto se enmarcaría dentro de este parámetro,
y además parece pretender cumplir con el precepto de “producto
de calidad total”, donde la responsabilidad empresaria va de
la mano de indicadores sociales a respetar. Es decir, sería
como “un caramelo bien envuelto, pero además fabricado
con los mejores ingredientes”.
Pero en tanto los ediles buscan la mejor alternativa para no dejar
pasar la oportunidad, otros temas preocupan a la comunidad.
En los últimos días la agenda instaló la problemática
de la seguridad. Hechos violentos conmovieron a los vecinos y motivó
a parte de ellos a buscar respuestas. La decisión de Vialidad
Nacional de colocar semáforos en la ruta que atraviesa la ciudad,
donde ya se perdieron muchas vidas, trajo un poco de alivio. Pero
hay otras medidas más difíciles de concretar con éxito
porque implican compromiso comunitario. Y nadie asegura que todos
se involucren por igual.
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