Por Cecilia Soberón
Lorena Catereniuc fue una más de las innumerables víctimas
de los sectores que sustentan sus ganancias en los negocios fuera
de la ley. A principios de esta semana la directora de Bromatología
del Municipio fue agredida en su domicilio por dos desconocidos que
le dijeron, entre golpes, que no molestara más. Días
antes un inspector recibió amenazas.
Desde el Municipio se ligó esta agresión a los controles
realizados en locales que vendían bebidas alcohólicas
en horarios nocturnos, lo que está prohibido por una ordenanza
vigente desde hace varios años.
La conexión entre los operativos de control y la agresión
todavía no fue demostrada fehacientemente por la Justicia.
Pero aún cuando el origen no sea específicamente por
la venta de alcohol clandestino, es evidente que las heridas de Catereniuc
tienen que ver con su función.
Es sumamente valorable la actitud de la funcionaria de persistir en
el cumplimiento de su tarea, pero es posible que no sea suficiente
con su accionar casi heroico. Si bien la acción de gobierno
es fundamental, también lo es la participación ciudadana.
Si hay vecinos que ven quiénes son los que venden y los que
compran bebidas de manera ilegal, si hay ciudadanos que advierten
cuándo se violan las normas de tránsito, entonces deben
denunciarlo. Sin miedo, como ejemplifica Lorena Catereniuc, o con
miedo pero también con la valentía suficiente para superarlo.
La venta de alcohol se prohibió en horarios nocturnos porque
durante el fin de semana se advertía la presencia de muchos
conductores ebrios. Con la sola sanción de la ordenanza fue
poco lo que se consiguió, porque estaba el envase pero faltaba
la esencia, que era la aplicación de la norma por parte de
los funcionarios.
El hecho de violencia vivido esta semana es un alerta que debe despertar
a los ciudadanos para que apoyen a la autoridad que quiere hacer cumplir
las leyes. Porque todos los días se oyen críticas respecto
de la falta de respeto de las normas, en todos los ámbitos.
Se afianza, a partir de esas quejas, la idea generalizada de que nada
se puede hacer ante la fuerza de los que hacen dinero de manera clandestina.
Lo que se puede hacer es enfrentar como sociedad a aquellos que creen
que está bien que los menores manejen cuando no tienen licencia,
aquellos que dejan salir a bailar a sus hijos cuando tiene menos de
16 años, a los que compran bebidas alcohólicas en la
calle y después salen en sus autos sin pensar que pueden cercenar
la vida de un inocente.
Es obligación del Municipio controlar que se cumpla la ley
pero también lo es de todos los vecinos.
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