Por Ramiro Morales
Los beneficios de la alianza entre Nación y Neuquén
están a la vista. Los riesgos, en cambio, son mucho más
impredecibles.
El gobernador Jorge Sapag se subió a la Concertación
K con el tren en movimiento. Si bien está disfrutando de un
viaje más corto y rápido en busca de beneficios para
la provincia, todavía parece no haber encontrado ni su vagón
ni su asiento. Pareciera que aún está estudiando las
caras de los demás pasajeros, como Alberto Fernández,
Hugo Moyano, Oscar Parrilli o Luis D’Elía, entre tantos
otros. Entonces, dónde moverse y dónde mostrarse será
parte del aprendizaje.
El mandatario neuquino está alerta y dispuesto a hacer buena
letra. Por eso las rápidas directivas a su entorno, luego de
que el vicepresidente Julio Cobos lo comprometiera públicamente
en el acto del Ejército para una reunión de gobernadores
K que se realizará mañana. Pragmatismo puro para adecuarse
a la situación.
De todas formas, su destino estará ligado a la habilidad que
tenga para hacer su propio camino paralelo, cercano o distante de
acuerdo a la ocasión y a las conveniencias del caso. Porque
será inevitable que existan choques de intereses. Y, aun cuando
el saldo en materia presupuestaria siempre sea favorable, determinados
contextos, como la discusión por las regalías, demandarán
posturas políticamente correctas puertas adentro de la provincia.
Tal vez sin tantos enemigos a la vista -sólo el activismo sobischista-
Sapag será el exclusivo artífice de su suerte. El que
decida hasta dónde llegar en la epopeya kirchnerista, con las
luces encendidas para advertir los precipicios y, en todo caso, cuándo
soltarse de la mano.
Pero los problemas son muchos y la inmediatez de los conflictos requiere
inteligencia para manejar los recursos que bajan desde Nación.
Hasta el momento, el Gobierno salió airoso de situaciones complicadas,
como varias de las negociaciones salariales. Sin embargo, la suposición
de que existe dinero fresco y la bendición para algunos sectores
sindicales puede generar una demanda de una magnitud inesperada y
de improbable respuesta.
Porque más allá de las buenas intenciones y de los planes
a mediano plazo –el Gas Plus, por ejemplo, recién daría
dividendos dentro de cuatro años-, es un misterio cómo
hará Sapag para afrontar el deterioro de los sistemas de Salud
y Educación o nuevos reclamos salariales, cuando el aire enviado
desde Buenos Aires no esté tan disponible.
A largo plazo, un paso más allá del horizonte petrolero,
la provincia debe prepararse para desarrollar un proceso de reconversión
de la matriz productiva. Sapag tiene más que claro que ése
es un camino que necesita ser recorrido. También es una realidad
que este recorrido puede ser muy complicado de transitar si no se
cuenta con el respaldo del Gobierno nacional. La relación con
Nación brinda una gran oportunidad que comienza a mostrarse
en la concreción de Chihuido I, ya que no sólo permitirá
evitar las crecidas del río Neuquén sino que también
pondrá muchas hectáreas bajo riego. Como parte de este
camino se vuelve también estratégica la relación
que el Gobierno genere con las empresas petroleras, tanto en referencia
a la renta que deviene de la explotación del suelo neuquino
como al cuidado del medio ambiente.
Nuevos aires en la Justicia
La provincia está en la víspera de lo que debería
ser un cambio de su perfil productivo, necesario para oxigenar la
economía y lograr que sea sustentable.
Este panorama debería ser acompañado por un nuevo contexto
institucional y jurídico. En este sentido, Sapag estaba obligado
a dar una señal alentadora en cuanto al recambio de los jueces
de la Corte neuquina. La propuesta del gobernador para que el juez
Federal de Neuquén, Guillermo Labate, ocupe una de las vocalías
vacantes en el Tribunal Superior de Justicia va en este sentido.
El magistrado no está vinculado a la política partidaria
–a diferencia de algunos de los nombres que sonaban para el
TSJ-. En cambio, sí está apegado a la defensa de los
Derechos Humanos y a apoyar causas como la de los Veteranos de la
Guerra de las Islas Malvinas, acciones que demuestran otro perfil
de funcionario.
Si bien aún resta la etapa de las impugnaciones y el visto
bueno de dos tercios de los legisladores, la iniciativa de que Labate
llegue a la Corte forma parte del mensaje que el gobernador necesita
dar si quiere mostrarse proclive de una Justicia más transparente
y desvinculada de la política tradicional.
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