Por Cecilia Soberón
Hubo una época en que Chihuido fue casi una palabra sagrada
para la comunidad de Cutral Co y Plaza Huincul. Incluso su mera mención
provocaba enfervorizados debates sobre la conveniencia del megaproyecto.
Pero ello ocurrió hace mucho tiempo y tantos años transcurrieron
desde aquella época que la firma del convenio para la realización
de Chihuido I casi no causó revuelo en la comunidad.
¿Cómo puede cambiar tanto una situación? La respuesta
debe buscarse, como casi todo en Cutral Co y Plaza Huincul, en la
industria del petróleo. Porque esta zona hace mucho tiempo
que no es productora importante de hidrocarburos y la mayoría
de los habitantes tiene un poco de petróleo en las venas.
Entonces hay que recordar que las discusiones por Chihuido se daban
en el contexto de la crisis de petróleo, cuando muchos vivían
en la angustia de saber que pronto la zona no tendría medio
de subsistencia. Pero hace algunos años, el dinero del petróleo
regresó de la mano del imparable precio internacional del barril
de crudo.
Entonces esa angustia por el futuro quedó en suspenso. La economía
está en uno de sus mejores momentos y casi nadie quiere pensar
ahora en cómo será la situación cuando no haya
más petróleo.
Es por eso que tampoco surgen preocupaciones por el futuro del acueducto
Los Barreales. Para ser más claros nadie tiene la más
mínima intención de sobrevivir del cultivo de la tierra.
Entonces, ¿por qué interesarse en el riego que podría
traer el acueducto o en la cota de la represa Chihuido I y la anulación
del proyecto de construir un canal a cielo abierto?
Si bien es entendible porque los salarios en las empresas petroleras
son muy buenos, la sociedad no debería dejar pasar así
no más el avance gubernamental sobre la construcción
de la represa y el acueducto.
Porque sería nuevamente pecar de miopía social, como
aquellas épocas en que nadie pensaba que YPF se iba a privatizar.
Para hacer más memoria, si Esso levantó el Campamento
Sol y no dejó siquiera las bases, si YPF dejó a cinco
mil empleados sin trabajo, qué les hace pensar que no pasará
lo mismo en diez, veinte o treinta años?
Ya fue un milagro que estas comunidades no pasaran a ser pueblos fantasmas
hace poco menos de veinte años, cuando el éxodo de pobladores
fue inmenso. Es ahora cuando se debe pensar en el futuro de las próximas
generaciones y no solamente en la compra de un auto nuevo o un televisor
de plasma.
Hay dos puertas abiertas, una es la represa Chihuido I y su tantas
veces soñado canal a cielo abierto (que ya desapareció
del proyecto actual), la otra, más cercana, es la conclusión
del acueducto de agua cruda. Ojalá no se cierren las dos sin
que nadie diga nada en Cutral Co y Plaza Huincul.
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