Por ramiro morales
Actitudes opuestas para enfrentar las demandas sociales. Resoluciones
también disímiles de estas negociaciones. Estas definiciones
reflejan lo que ocurrió esta semana en Neuquén y en
la Nación.
En esta provincia, el Gobierno realizó una nueva oferta salarial
a los docentes, quienes aceptaron la iniciativa, aunque pusieron la
condición de que la suba de los sueldos sea inmediata y no
en cuotas. En un contexto de diálogo, la Asociación
de los Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN)
decidió que no hará medidas de fuerza por lo menos hasta
julio.
Ahora, este acuerdo alcanzado con los docentes es probable que envalentone
a los demás sindicatos estatales para reclamar incrementos
salariales. ¿Cómo actuará el Ejecutivo ante estos
sectores?
Es conocida, por lo menos así lo afirma el gobernador Jorge
Sapag, la crítica situación de las finanzas públicas.
Para dar este nuevo aumento, la Provincia estaría haciendo
un esfuerzo, que probablemente no la deje en condiciones de otorgar
los incrementos que los otros gremios pretenden.
Es cierto que para ATEN fue una buena noticia la suba de sueldos,
pero hay una pregunta que algunos sindicalistas se hacen por lo bajo
¿Es una buena noticia para la dirigencia? “Cuando no
hay lucha, no hay trabajo para la conducción”, comentó
uno de estos actores.
Está claro que el Gobierno negoció y cedió con
algunos de los requerimientos de los docentes. Se sigue mostrando
como un actor que cede en pos de resguardar el efímero capital
político que suelen ostentar los gobernantes en su mayoría.
¿Hasta dónde seguirá cediendo? ¿Está
bien que tome esa postura? ¿No generará una falsa sensación
de que se pueda pedir antojadizamente ya que se sabe que algún
rédito se puede obtener?
Del otro lado, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández,
encabeza su puja contra los productores con voracidad y una postura
más férrea. Por estos días, el debate con el
campo está estancado e incluso los ruralistas ya han amenazado
con terminar la tregua antes.
Las internas dentro del Ejecutivo y las posiciones encontradas de
cómo encarar este conflicto y en general la economía
del país terminaron con la renuncia del ministro Martín
Lousteau. Esta dimisión puede llegar a ser la punta del iceberg
de una crisis aún mayor, aunque los popes oficialistas aseguren
que nada cambiará. ¿Está bien que se tome una
postura dura a la hora de negociar? ¿Es adecuado que no se
resignen pretensiones a veces hasta con posiciones autoritarias? ¿Es
necesario que un ministro termine siendo el fusible de un conflicto?
El correr de las semanas y los meses determinarán cuál
es la postura más acertada o si lo ideal hubiese sido buscar
soluciones que estén en el medio de esas actitudes opuestas
de los gobernantes provinciales y nacionales. Al parecer, la cuestión
se debate entre las debilidades de un gobierno «fuerte»
y las fortalezas de un gobierno aparentemente débil.
La aparición
Un capítulo aparte merece la presencia en la Legislatura provincial
del ex ministro de Hacienda neuquino, Claudio Silvestrini, quien fue
a respaldar su gestión y el estado de las finanzas que dejó
la gestión anterior. A priori, trató de defender lo
indefendible.
Más que una presentación de cuentas, fue una declaración
política que buscó confrontar con las declaraciones
de Jorge Sapag sobre la crisis financiera de la provincia.
Hubo respuestas, pero quizás no la que el ex funcionario quería
lograr, de hecho los representantes del oficialismo que salieron públicamente
a contestarle lo hicieron hasta con ironía para dejar en ridículo
las afirmaciones de que la gobernación Jorge Sobisch dejó
la provincia con un excelente cuadro financiero.
El panorama económico de la provincia es, al menos, preocupante.
Esta situación está en las antípodas del Neuquén
de “vacas gordas” que plantea el sobischismo, que con
la aparición en escena de Silvestrini quiso dar un primer paso
hacia la recuperación de protagonismo, que por estos días
no parece como una sana decisión si se tiene en cuenta que
el ex gobierno provincial está sospechado de corrupción
e incluso existen algunas causas en su contra que todavía no
han tenido resolución.
Cuesta creer que se haya dejado la Provincia en “óptimas”
condiciones financieras, como afirman desde las huestes de Sobisch,
y que en sólo cuatro meses el contexto se haya modificado rotundamente.
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