Por CECILIA SOBERÓN
Esta ciudad está estigmatizada desde hace diez años
como cuna de la protesta social. Rara paradoja porque la ciudadanía
de este lugar es básicamente conservadora y poco afecta a la
participación social.
Hay muy claras excepciones: la pueblada de 1996 (finalizada en 1997)
y la toma masiva de terrenos. Es decir, hay movilización cuando
el problema social afecta a la clase media dominante. Más claro
aún: a los petroleros.
En este contexto, se debe acordar que las protestas sociales han dejado
sí sus consecuencias en la sociedad cutralquense. La más
importante y perniciosa son los subsidios al desempleo. A fines de
la década del 90 casi la mitad de la población activa
estaba desempleada, los subsidios nacionales, provinciales y municipales
llovieron para paliar la crisis que dejó la privatización
de YPF. Pero esa situación cambió sustancialmente. En
la actualidad se registran los niveles más bajos de desocupación
de los últimos años.
No obstante, debajo de una economía que renació gracias
al precio del barril de petróleo, subyace una “clase
desempleada” que no se empeña mucho en salir de esta
situación. Son los que viven del subsidio, los que dignifican
su vida a través de la caridad del Estado. Así han criado
a sus hijos. Esos son sus valores.
Esta semana una parte pequeña de esa “clase social”
cortó la ruta y exigió derechos adquiridos cada vez
menos claros para el resto de los habitantes de Cutral Co.
Durante dos días los desocupados, que oscilaron entre los diez
y los sesenta, impidieron el paso de los automóviles, ante
la mirada pasiva de los efectivos policiales. Se sabe que desde la
muerte del docente Carlos Fuentealba, son figuras decorativas en cuanto
a la protesta social se refiere.
En el gobierno provincial se escucharon los reclamos. En la respuesta
queda en evidencia el pedido. Se prepararon decenas de cheques de
subsidios pero ningún compromiso de ingreso al mercado laboral.
La respuesta no llegó a tiempo y luego de un breve receso la
ruta volvió a estar cortada. ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo
se detendrá esta política de responder con subsidios?
En medio del reclamo hay niños en situación de riesgo
social, adicciones a distintas sustancias por parte de los jóvenes
piqueteros, violencia de distinta índole, es decir verdaderos
problemas sociales que no tienen solución.
Un párrafo aparte para recordar que cortar la ruta es un ilícito
aunque casi nadie lo recuerda. Pero en el ejercicio de ese delito
se cometen otros que nadie denuncia. Es llamativo ver como algunos
privilegiados pudieron pasar por el piquete sin problema mientras
otros debían esperar horas y horas. No hay denuncias pero sí
muchos rumores sobre el pago de “peajes”. Otra cara lamentable
de la misma moneda.
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