Por darío soto
Es muy probable, que como tantas otras veces, cuando el gobernador
concurra a la Legislatura para inaugurar un nuevo período de
sesiones ordinarias tenga, además de la comisión protocolar
de recepción integrada por legisladores de todos los bloques,
otra comisión de recepción menos amistosa compuesta
por los docentes nucleados en la Unter. Es que, paradójicamente,
mientras los paritarios gubernamentales y gremiales sostienen discusiones
conducentes con el propósito de acortar las diferencias para
consensuar un acuerdo que conforme mínimamente a todos, sus
mandantes –el ejecutivo por una parte y el congreso gremial
por otra- parecieran buscar solapadamente el conflicto. No es nuevo
que la dirigencia de Unter luego de intensas negociaciones que acercan
sus pretensiones a la oferta de la otra parte, deba convencer a un
congreso de secretarios generales que las más de las veces
concurren con posturas irreductibles que desbaratan en segundos lo
que llevó horas de pacientes e intensas negociaciones. Es cierto
que esta vez el gobierno tardó en acercar una propuesta, hecho
que enardeció los ánimos de los docentes de por sí
caldeados por estos días, pero no se puede desconocer tampoco
que las pretensiones expresadas, a menos que solo tengan como propósito
servir de punto de partida para comenzar las negociaciones, aparecen
como exageradas.
Podrá argumentarse que los mil ochocientos pesos solicitados
como haber mínimo más un incremento en el porcentaje
por zona desfavorable tenga un correlato de coherencia con el costo
de la canasta familiar real - muy difícil de dimensionar por
estos días de índices poco creíbles- seguramente
superior al monto solicitado, pero se supone que para llegar a aquella
meta debe tenerse en cuenta desde donde se parte y cuál es
la porcentualidad que conllevaría un incremento de tales características.
Pero si las pretensiones surgidas del congreso de la Unter se podrían
calificar como exageradas similar unidad de medida debería
utilizarse para dimensionar el exabrupto del gobernador al afirmar
que los docentes piden mil ochocientos pesos por cuatro horas de trabajo.
Con tales posicionamientos la reanudación de las negociaciones
en la paritaria docente se supone borrascosa y el comienzo del ciclo
lectivo puede pronosticarse con frente de tormenta con tendencia a
desmejorar paulatinamente.
Sesión inaugural
Pero en caso de no llegar a un acuerdo en la semana que se inicia,
el mandatario no solo se enfrentará con los docentes cuando
llegue a la legislatura deberá soportar también un ambiente
pesado que derivará del informe anual que brindará la
Defensora del Pueblo al cuerpo legislativo y que se espera contenga
fuertes críticas a las prestaciones de los servicios públicos
en educación, salud y seguridad.
Ana Piccini, ocupó diversos cargos políticos en ésta
y en administraciones pasadas. Cuando asumió como defensora
lo hizo en el marco de fuertes críticas de la oposición
y negociaciones poco claras con el Frente Grande, lo que permitía
tener una visión escéptica de la gestión que
encaraba la dirigente radical. Tal vez por ello mismo tuvo varias
intervenciones y posicionamientos que se suponía buscaban dotar
de un perfil independiente a la defensoría. Su informe crítico
pareciera entonces destinado a ponerle el moño a un regalo
nunca esperado por el oficialismo.
|