Por dario soto
Vergonzosa imagen presentaron en los últimos días los
actores políticos de la región en fiel reflejo de lo
que puede observarse a nivel nacional, donde el deterioro de la institucionalidad
republicana pareciera no tener retorno. Partidos políticos
casi sin identidad, transfuguismo generalizado, deterioro alarmante
en la credibilidad de organismos del estado (INDEC, Organos de Contralor),
poderes de la administración del Estado absolutamente desacreditados
(Legislativo y Judicial) sostenido por una incomprensible aceptación
ciudadana que pareciera haber perdido su capacidad de análisis
crítico y pasivamente acepta esta realidad con un escepticismo
exasperante.
De otra manera no se puede entender cómo en un país
donde el crecimiento anual se mantiene aún a tasas chinas,
la pobreza permanece en el mismo nivel o continúa creciendo
-a pesar de las mentiras de los índices oficiales-, los hospitales
de todo el país carecen de insumos básicos, el sistema
educativo se cae a pedazos y la inseguridad crece permanentemente;
sus habitantes prefieren mantener el status-quo sin la natural inclinación
a buscar alternativas que le ofrezcan la posibilidad de mejorar su
situación.
Frente a esta anomia debemos asistir a los estertores de un partido
en terapia intensiva (la UCR) cuyos pretendidos salvadores deciden
amputar los últimos miembros con algunos signos vitales más
allá de que esa vitalidad pareciera hoy alejada de poder darle
oxígeno a su tronco debido a que sus frutos fueron depositados
en la canasta del Frente para la Victoria. Tanta metáfora para
tratar de digerir las bochornosas situaciones protagonizadas por los
políticos vernáculos que acuciados por sus urgencias
se olvidan de los importante.
IPROSS
Una vez mas la obra social de los empleados del estado provincial
enfrenta cortes de prestaciones, que si bien en principio solo afectaría
el primer nivel de atención en el futuro próximo podría
extenderse a otros niveles debido a que la morosidad que la afecta
alcanza a todos los prestadores.
Cada vez son mas las voces partidarias de producir cambios estructurales
en la Obras Social creada hace mas de tres décadas con una
realidad social muy distinta a la actual y una estructura de financiamiento
que hoy aparece como insostenible.
Para tener una idea macro de la realidad del IPROSS en la actualidad
podríamos tomar la relación existente entre aportantes
y beneficiarios que hoy, en números gruesos, representan poco
mas de 62 mil aportantes frente a mas 140 mil beneficiarios. A esto
debe sumársele que el promedio de aporte individual apenas
si supera los cuarenta pesos, cifra que resulta irrisoria frente a
lo que aportan otros trabajadores a sus respectivas obras sociales
y ni que decir si lo relacionamos con los valores de las prepagas
cuyas prestaciones mínimas individuales no bajan de los ciento
cincuenta pesos. Pero se pueden encontrar otras sorpresas raspando
un poco más la superficie. Este sistema prestacional brinda
beneficios plenos a afiliados cuyos aportes no superan los diez pesos.
Seguramente deberá revisarse también la administración
que realiza el estado de la obra social para optimizar los escasos
recursos con que cuenta y el nivel de relación contractual
que mantiene con los prestadores. Finalmente también los prestadores
deberán revisar acciones pasadas frente a esta crisis cuyas
causas indudablemente también los alcanza.
Todos los actores ligados a la vida institucional de la obra social
provincial debieran mirarse al espejo para comenzar a encontrar los
responsables de la situación grave por la hoy atraviesa.
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