Por Dario Soto
Con la clara intención de acallar de una vez las controversias
que aún persisten en el seno del Frente para la Victoria, sus
principales dirigentes decidieron convocar a internas para dirimir
la integración de la fórmula que buscará llegar
a la gobernación derrotando a los radicales, en el gobierno
desde 1983.
Sin embargo, los otros dos aspirantes a medirse el traje de candidato
(el diputado nacional rionegrino Osvaldo Nemirovsci y el actual intendente
de General Roca, Carlos Soria) manifestaron su rechazo a este método
de selección por razones parecidas, al considerar que las internas
las gana el que tiene mas recursos y mayor capacidad de «acarreo».
Si bien ambos no dejan de tener razón, esta consideración
atenta directamente contra la capacidad del electorado rionegrino
para seleccionar directamente sus candidatos, cuando no –al
buscar otro método de selección- limita uno de los derechos
fundamentales del ciudadano en democracia, votar para elegir a sus
representantes.
Sin embargo, cuando el intendente de General Roca pretende que el
que encabece la fórmula del frente sea el que mejor posicionado
esté en la consideración de los rionegrinos, no hace
otra cosa que reclamar un acuerdo tácito, no escrito, pero
expresado muchas veces en otro tiempo, inclusive por los propios integrantes
del binomio Pichetto-Arriaga.
Por su parte, Carlos Soria maneja datos que le hacen sonreír,
y más allá de su verborragia -necesaria en todo caso
para mantenerse expectante- intuye que en este tiempo su mejor juego
es justamente no jugar y permanece en el banco esperando que lo llamen
para ingresar a la cancha o en todo caso, de no ser así, no
ser partícipe de una probable derrota.
Política anodina
Pero más allá de esta disputa, que para ser sincero
es lo único que le pone un poco de pimienta a la política
provincial, ninguno de los protagonistas de este tiempo preelectoral
ha logrado conmover a los rionegrinos, despertarlos de la anomia,
sacudirles la modorra, hacerles sentir que Río Negro puede
dar un gran salto, para transformar y mejorar la calidad de vida de
sus habitantes.
Aunque no se conoce el día en que se realizarán las
elecciones, este dato –que desvela a la oposición- es
poco importante para el común de la gente, por que saben con
certeza casi absoluta que ese día, ni el siguiente, ni los
otros porvenir, nada cambiará en su existencia, todo seguirá
mas o menos igual, fuera quien fuera el que resultara ganador en esos
comiciones generales del año próximo.
Esta sensación se sustenta en las pocas ideas realmente transformadoras
que mostraron hasta ahora los políticos con más posibilidades
de llegar a la gobernación provincial.
Salvo diagnósticos, y posibles recetas para mejorar lo que
se supone que la actual administración realiza mal, nadie se
aventuró a proponer temas que despierten interés, que
movilicen pasiones.
Así las cosas, los rionegrinos terminan el año con el
escepticismos de quienes presienten que el año que se inicia,
más allá de los brindis y buenos augurios, nada va a
cambiar.
Que los problemas seguirán siendo los mismos, las carencias
no serán superadas, las necesidades no serán cubiertas
ni las expectativas satisfechas.
Tienen una gran responsabilidad aquellos que abrazaron la política
como la razón de sus vidas.
Deben demostrar que no es el poder y sus beneficios lo que los moviliza,
sino la pasión por transformar el tiempo que les ha tocado
vivir. El transformar el escepticismo en expectativa está en
sus manos.
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