Por Darío soto
El oficialismo rionegrino parece haber comenzado a superar el duelo
luego de la derrota sufrida en San Carlos de Bariloche. El revés
sufrido llego a distanciar a los principales protagonistas de la administración
radical hasta un nivel de incomunicación que resintió
severamente la gestión. «Están todos peleados»,
era la respuesta permanente que se escuchaba cuando se trataba de
interpretar la desorientación en la parecía navegar
el gobierno.
En contrapartida el gran triunfador de Bariloche, Miguel Pichetto,
aprovechó la coyuntura para tratar de convencer (y convencerse)
de que se estaba frente al principio del fin del radicalismo en la
provincia de Río Negro.
Sin embargo, más allá de la contundencia de la victoria
del frente quedó en evidencia que el senador aún tiene
serios problemas de conducción, o al menos cuenta en sus filas
con miembros que se «desacatan», o no miden las consecuencias
de sus acciones o de su discurso resintiendo el frente interno corroyendo
una estructura que dista mucho de ser sólida y menos aún
un cuerpo monolítico sin fisuras.
Mientras los «boina blanca» parecen recuperarse de la
anomia en que estuvieron sumidos, en el Frente para la Victoria comenzaron
las escaramuzas por la conformación de las listas de los cuerpos
colegiados.
Desde Encuentro (el socio del justicialismo en el Frente) se adelantó
que ellos se reservarán el 50 por ciento de los cargos electivos,
algo que lesiona seriamente el humor de los peronistas convencidos
que la distribución ya esta estaba acordada en 60 y 40 por
ciento.
Pero por si ello fuero poco el legislador arriaguista, Luis Di Giacomo,
avanzó más allá del límite de la paciencia
de los hombres de Perón asegurando que del cincuenta por ciento
que les queda deberán surgir los cupos para los partidos menores
en el Frente y contener también a los gremialistas.
El escozor llegó a niveles exasperantes, sobredimensionado
además por la sensación de que algunos hombres de Encuentro,
empujados por las encuestas que posicionan a Julio Arriaga por encima
del senador nacional kirchnerista Miguel Ángel Pichetto, habrían
comenzado a pensar si el Cipoleño no es la mejor opción
para disputarle el poder a los radicales en el 2007, y esa sensación
se ve abonada además por que un giro de estas características
sería coherente con la historia del hoy diputado nacional.
¿Comenzó la sangría?
El anuncio del legislador Mario Colonna de integrar una tercera
fuerza liderada por Osvaldo Nemirovsci y a la que se sumaría
un sector del viejo Frepaso encolumnados tras el ex legislador Eduardo
«Bachi» Chironi, además de otras fuerzas menores
declaradamente Kirchneristas (Libres del Sur, Partido de la Victoria,
etc) y no contenidas en el FpV, autoriza a pensar que se dispersaría
nuevamente el voto de la oposición, favoreciendo como tantas
otras veces a la Unión Cívica Radical.
Desprolijo
Que en un local partidario de Encuentro, en General Roca, se tramiten
créditos destinados a emprendedores de bajos recursos, fue
duramente cuestionado tanto por funcionarios del gobierno provincial
como por el propio intendente Carlos Soria, quién calificó
el accionar encabezado por el legislador Luis Di Giacomo, como «la
forma más ruin de hacer política y clientelismo con
la necesidad de la gente».
Se suman razones para creer que no todos los –»teóricamente»-
miembros del Frente para la Victoria están encolumnados tras
el objetivo común de acceder al poder en la provincia de Río
Negro en 2007, las diferencias son varias y profundas y no parece
haber, al menos todavía, una persona capaz de aglutinarlos
a todos para hacer posible el sueño que los desvela desde 1983.
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