Por pablo montanaro
De larga trayectoria profesional en Francia, España, México,
y autor de varios libros sobre temas políticos y culturales
entre los que se destacan “Todos somos subversivos”, “La
‘democracia’ en Argentina”, “Lula y Chavéz
en el Foro de Porto Alegre”, el periodista y director de la
edición Cono Sur de la revista Le Monde Diplomatique, Carlos
Gabetta, dialogó con La Mañana de Neuquén durante
su estadía en esta ciudad, donde llegó para ofrecer
la conferencia “Argentina y los desafíos actuales”,
realizada el viernes en el Aula Magna de la Universidad Nacional del
Comahue.
¿Cómo observa el país hoy?
La Argentina vive un momento refundacional o, mejor dicho, existe
una necesidad refundacional sin otorgarle a la palabra demasiado dramatismo.
Creo que nuestra historia, que arranca en 1810, es una historia de
fracasos representada a lo largo de todo el siglo XX por la inestabilidad
política que nos ha caracterizado, la sucesión de golpes
de Estado, los gobiernos democráticos que no alcanzaban a terminar
su mandato y finalmente esa gran tragedia que fue la última
dictadura militar seguida de los desatinos económicos del menemismo
en los años ‘90 y la crisis de 2001. Argentina posee
toda una cultura de la trasgresión, toda una cultura de la
violación de las reglas que nos ha conducido a una situación
extremadamente paradojal.
¿Por qué paradojal?
Actualmente tenemos a las instituciones destruidas, un Congreso Nacional
y un Poder Judicial que no funciona, las Fuerzas Armadas y de seguridad
disgregadas y corrompidas, una burguesía nacional que como
la mayor parte de los analistas coinciden en afirmar es muy débil
sino inexistente, y un país extremada y potencialmente rico,
con escasos habitantes en relación a la enormidad de su territorio,
que no consigue afirmar un régimen democrático y que
no consigue afirmar su riqueza y distribuirla adecuadamente.
A pesar de que en el contexto latinoamericano,
Argentina sigue siendo el país más desarrollado.
Es cierto, la Unesco acaba de difundir un informe sobre desarrollo
humano en Latinoamérica y la Argentina está primera.
De hecho, a lo largo de todo el siglo XX fuimos el país más
igualitario de América Latina. El problema es cómo explotamos
nuestras posibilidades y que no hemos logrado resolver hasta ahora.
¿La democracia ha fracasado?
La democracia argentina no ha avanzado en el terreno de la igualdad,
por el contrario se han profundizado enormemente las desigualdades.
En realidad de lo que tenemos que hablar es que la Argentina padece
de serias dificultades como Nación. Como sociedad hemos intentado
y apoyado modelos autoritarios, populistas y democráticos de
todo tipo. Sin embargo no se consigue cuajar ni un sistema político
ni un determinado modelo de distribución económico que
sea globalmente satisfactorio.
¿Un ejemplo?
Actualmente nuestra producción agropecuaria ha pegado un salto
extraordinario en los últimos treinta años. Se ha multiplicado
por tres la capacidad de producir. Argentina produce alimentos para
alimentar a 300 millones de personas, y hay una enorme cantidad de
gente que no come.
¿Qué análisis hace del conflicto que
el Gobierno mantiene con el campo?
Si analizamos la situación podemos observar que es una situación
bastante ideal. Quiero decir, un gobierno que ha ganado con una muy
confortable mayoría, que tiene quórum propio en ambas
cámaras, que controla a través de gobernadores la mayor
parte de las provincias, que tiene un superávit fiscal y comercial
importante, que tiene 51.000 millones de dólares de reserva,
que tiene detrás de sí cinco años de crecimiento
económico sostenido. Una situación ideal para concretar
aquello que la presidenta Cristina Fernández propuso durante
su campaña electoral como ser la recuperación institucional
y la realización de un pacto social. Yo no sé si es
un problema de ineficacia congénita o si tienen demasiados
compromisos económicos con otros sectores de la producción,
por ejemplo con el juego a partir de esa extraña asociación
con el empresario santacruceño, Cristóbal López.
En un esquema económico y político extremadamente favorable
nos encontramos con un Gobierno que se maneja de manera autista y
paranoica, que no está analizando un plan económico
frente a los problemas mundiales como el de la crisis financiera,
el agotamiento de los recursos energéticos y el cambio climático.
Sin duda esta forma de actuar del Gobierno que usted señala
lo coloca enfrentando a la sociedad.
Aclaro que esto no quiere decir que yo crea que el campo tiene razón.
Las retenciones deben ser altas y cobradas, las retenciones deben
ser utilizadas para compensar en otros sectores donde la tasa de ganancia
es mucho menor y hacer una justa redistribución de la riqueza.
Pero de la manera en que este Gobierno intenta aplicarla me parece
que no es la correcta. Esta cuestión de no distinguir entre
pequeños y medianos productores, de no diferenciar zonas del
país que son mucho más productivas que otras, ni sectores
de la producción.
¿Cómo se ubica el periodismo en este contexto
político?
Los medios de comunicación son ahora una correa de transmisión
de los intereses del poder económico y político hacia
la sociedad. Esto plantea un problema muy serio, pero que no es únicamente
de la Argentina, sino internacional.
¿Qué opinión le merece el permanente
ataque del Gobierno hacia la prensa?
Los medios responden a determinados intereses. El Gobierno se queja
de manera antidemocrática porque si tiene la prensa en contra
dispone de medios (Canal 7, Radio Nacional) para dirigirse directamente
hacia la sociedad. No me escandaliza que ataquen a los medios porque
los medios pueden ser atacados como a cualquiera. Una cosa distinta
es que la Presidenta diga que Hermenegildo Sábat le mandó
un mensaje cuasimafioso. Este hecho reveló la paranoia que
tiene Cristina con los medios.
¿El periodismo ha perdido su función?
El periodismo ha cambiado mucho. Hay un fenómeno a considerar
que es la transmisión de información en tiempo real.
Hasta hace treinta, cuarenta años cuando íbamos de corresponsal
a algún sitio acompañados de un fotógrafo, lo
primero que hacíamos al llegar era preguntar dónde estaba
la oficina de télex, mientras el fotógrafo iba al aeropuerto
a ver a qué hora salía un avión para Buenos Aires,
así podía mandar un rollo con algún pasajero.
Hoy cualquier persona con un teléfono inalámbrico y
una antena de televisión puede transmitir imagen y sonido en
tiempo real desde cualquier parte del mundo. El tiempo real quiere
decir que nosotros recibimos cada vez mayor información prácticamente
en el momento en que están ocurriendo.
¿Esto significa que la función del periodista
va desapareciendo?
La función del individuo que elegía de una masa de informaciones
aquellas que él entendía que iban a interesar a su público,
que luego las contextualizaba tratando de responder a las cinco preguntas
importantes que se hace cualquier periodista (qué, quién,
cuándo, dónde, cómo, y si es posible por qué)
esa función ha cambiado. Ahora el periodista se va convirtiendo
en un simple sostenedor de micrófonos o en el mejor de los
casos de camarógrafo. Porque el espectador que está
del otro lado ve lo que pasa en el momento que pasa. Ser testigo de
un acontecimiento no significa comprenderlo.
Entonces, aquello de que una imagen vale más que mil
palabras, es cierto.
Para ciertas imágenes porque son muy expresivas, pero no para
la mayoría de los casos porque cada uno ve de acuerdo a sus
posibilidades y prejuicios, a su nivel de atención, a su bagaje
cultural, etcétera. Este es uno de los factores que hace que
el periodismo hoy tenga una enorme cantidad de posibilidades pero
como al mismo tiempo se está produciendo este fenómeno
de concentración y de intereses en juego que no son necesariamente
los que llevan a brindar buena información sino más
bien lo contrario. Lentamente está transformándose en
un elemento peligroso para el nivel de información y de cultura
de una sociedad. Por eso es muy importante que haya elementos que
equilibren la información que se le brinda a una sociedad y,
además, que haya distintos sectores que tengan medios de expresión
porque sino los únicos que se expresan son las grandes empresas.
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