“Todavía nos debemos mejorar la distribución del ingreso”

 
 
«Debería sancionarse un régimen de derecho que garantice el derecho a poder acceder a la información pública sin necesidad de justificar la causa ni el interés».
Antonio Cicioni y Christian Gruenberg, del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, analizan el nivel institucional del país y las soluciones para sus problemas.

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Por Laura Rotundo

El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento es una organización sin fines de lucro que apunta a trabajar en pos de una Argentina más justa y desarrollada.
Antonio Cicioni, director del Programa de Instituciones Políticas de CIPPEC y Christian Gruenberg, director del Programa de Transparencia de CIPPEC dialogaron extensamente con La Mañana de Neuquén para dar su visión respecto de la situación institucional de nuestro país.

En primer lugar, nos gustaría que nos describieran brevemente cómo surge el CIPPEC y cuál es su misión…
El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) fue fundado a principios del año 2000 por 11 jóvenes profesionales, unidos por la vocación de trabajar en pos de una Argentina más justa y desarrollada, con distintas especialidades y preferencias partidarias.
Se trata de una organización independiente y sin fines de lucro que trabaja por un Estado justo, democrático y eficiente que mejore la vida de las personas. Para ello concentra sus esfuerzos en analizar y promover políticas públicas que fomenten la equidad y el crecimiento en Argentina.
Nuestro desafío es traducir en acciones concretas las mejores ideas que surjan en las áreas de Desarrollo Social, Desarrollo Económico y Fortalecimiento de las Instituciones, a través de los programas de Educación, Salud, Política Fiscal, Inserción Internacional, Justicia, Transparencia, Instituciones Políticas, Gestión Pública Local e Incidencia de la Sociedad Civil.
Nuestra visión apunta a que queremos vivir en una Argentina desarrollada, con una distribución más equitativa del ingreso, igualdad de oportunidades e instituciones públicas sólidas y eficaces. Aspiramos a la consolidación de una sociedad justa, democrática y abierta al mundo, en la que todas las personas puedan desarrollarse en libertad.

¿Y cuáles son los objetivos concretos de esta organización?
En primer lugar, trabajar para que el Estado sea capaz de responder a las necesidades de los ciudadanos, promoviendo la implementación de mejores prácticas en el sector estatal y el desarrollo de más y mejores profesionales con vocación por lo público.
En segundo término, desarrollar y difundir herramientas que le permitan a la sociedad civil incrementar su capacidad de participación en las políticas del Estado.
Luego, servir como fuente permanente de consulta sobre políticas públicas y contribuir al debate público con propuestas innovadoras para mejorar el accionar del Estado y el bienestar de la sociedad.
Y por último, llevar a cabo proyectos de investigación que complementen el trabajo de otros centros de estudio y que se propongan comprender y solucionar los problemas fundamentales de la realidad argentina.

¿Cómo describen y evalúan el aspecto institucional de nuestro país?
La democracia argentina está cerca de cumplir un cuarto de siglo, y esto es lo primero que debemos festejar, teniendo en cuenta la historia de inestabilidad político-económica del siglo XX, y el trágico retroceso de los indicadores socio- económicos que resultó de ella. También debe celebrarse el vigoroso crecimiento de la producción, la solvencia fiscal, la notable disminución del desempleo y la mejora en los indicadores de pobreza e indigencia que se han producido en los últimos años.
Sin embargo, todavía nos debemos mejorar la distribución del ingreso, que está muy lejos de los valores de principios de los años setenta; incrementar la transparencia en las cuentas del Estado para disminuir la corrupción y el clientelismo; y desandar el camino que llevó a una excesiva concentración del poder, que debilita al federalismo y la innovación en la gestión pública.
Por último, es necesario focalizar la atención en la pobreza urbana, un flagelo que continua creciendo y que requerirá de décadas no sólo de crecimiento, sino también de una mejor intervención del Estado.

Particularmente en nuestro país y según las estadísticas, ¿es la corrupción un mal que fue disminuyendo o aumentando a lo largo de los últimos años?
El diagnóstico general sobre las condiciones institucionales de transparencia en Argentina es crítico. Nuestro país fue calificado con 2,9 puntos en el Índice de Percepción de la Corrupción 2007 de Transparencia Internacional, en el que 0 es un país considerado como altamente corrupto y 10, altamente transparente.
Esta calificación se ha mantenido relativamente estable desde el año 2002, lo que muestra que la percepción de corrupción en Argentina no ha mejorado en la última gestión presidencial.
Según el Barómetro Global de la Corrupción de Transparencia Internacional 2007, las expectativas de corrupción para el futuro tampoco son alentadoras, con 51 por ciento de los encuestados argentinos que piensan que la corrupción aumentará en los próximos dos años y un 31 por ciento que piensa que se mantendrá igual, mientras que sólo el 12 considera que disminuirá.
Según este relevamiento, Argentina es el país con mayor proporción de gente que cree que la corrupción afecta de una manera “muy significativa” la vida política y comercial, así como la cultura y los valores de la sociedad. A estos indicadores hay que sumarle hechos significativos como la falta de voluntad política para aprobar una ley nacional de acceso a la información pública.

Cuando se habla de transparencia de gobierno, ¿a qué nos referimos exactamente?
La transparencia en la gestión del Estado tiene el potencial de mejorar la asignación de recursos públicos, reduciendo las oportunidades para la corrupción y el clientelismo político. Desde este punto de vista, la transparencia puede generar un cambio positivo en la relación entre la sociedad y el Estado.
Si bien no hay una definición común sobre qué es la transparencia en la administración pública, la mayoría de las definiciones destacan que el incremento de un flujo de información accesible, precisa, entendible y oportuna es un factor fundamental para determinar el grado de transparencia en la gestión del Estado.
Sin embargo, esta definición es vaga, inconsistente e insuficiente para guiar el diseño y la implementación de una sólida política de transparencia. Desde este punto de vista, una política de transparencia debería articularse en dos planos normativos. En un primer nivel, debería sancionarse y aplicarse un estricto régimen de publicidad para los documentos administrativos que pudieran resultar claves para la toma de decisión de los/las ciudadanas y para el ejercicio de la auditoría social sobre la gestión del Estado.
En un segundo nivel, debería sancionarse y aplicarse un régimen de derecho que garantice la realización del derecho de todos/as las ciudadanas a poder acceder a la información pública sin necesidad de justificar la causa ni el interés e incluyendo mecanismos efectivos para reclamar administrativa y judicialmente por su incumplimiento.

¿Cuál es el balance que hacen desde CIPPEC respecto de la transparencia de la actual gestión de Cristina Fernández de Kirchner?
Si bien aún es temprano para realizar un balance de la actual gestión de Cristina Fernández de Kirchner, todavía no observamos serios cambios en dos desafíos clave para promover una política de transparencia. Aunque es destacable el hecho de que sólo haya dictado dos decretos de necesidad y urgencia (DNU) desde que llegó a la Presidencia.

El primer desafío es la sanción de una ley nacional de acceso a la información pública y, en caso de no tener éxito con esta primera iniciativa, la segunda es el compromiso de transformar el decreto presidencial de acceso a la información pública -1172/3- en una auténtica política de transparencia.
Dado que el nuevo gobierno cuenta con mayoría en ambas Cámaras del Congreso de la Nación, podemos predecir que si no hace lo primero, difícilmente cumpla con lo segundo.

Sobre el factor de la transparencia, ¿cuáles son los objetivos del centro que Ustedes representan?
El Programa de Transparencia de CIPPEC tiene como principal objetivo la implementación de reformas institucionales que mejoren la transparencia en la gestión y asignación de los recursos públicos, y promuevan el “empoderamiento” de la sociedad civil para aumentar su participación en el diseño, implementación y control de las políticas públicas.
Desde el Programa, buscamos contribuir a mejorar el cumplimiento del derecho de acceder a la información pública. Nuestros proyectos buscan promover la transparencia en la asignación de subsidios estatales y promover una reforma que tenga en cuenta la rendición de cuentas en los programas sociales. Además, buscamos contribuir al fortalecimiento de las instancias de control en el Congreso Nacional.

¿Cómo creen que incide el rol y la participación del ciudadano en la implementación de las políticas públicas?
Participación es una palabra que viene sonando consistentemente y sin pausa en el discurso y la práctica de las políticas públicas desde hace más de 30 años.
Paradójicamente, desde Paulo Freire hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), todos invocan más y mejor participación en el diseño y gestión de políticas públicas, especialmente en aquellas destinadas a reducir la pobreza. Pero un análisis más cerca al discurso y a la práctica de los distintos tipos de procesos participativos revela profundas diferencias en cuanto a los marcos teóricos, las prácticas concretas y los resultados finales.

¿Cuáles consideran que son los cambios que deberían encararse desde el Estado para revertir el deterioro institucional de la República Argentina?
En primer lugar, implementar una política sincera, y en todos los niveles del Estado, para transparentar las cuentas públicas. Esta es la mejor arma para combatir la corrupción y, por lo tanto, para legitimar la actividad política. Segundo, disminuir la concentración de poder en el Estado federal a partir de un ordenamiento de los mecanismos de transferencias de recursos a las provincias, incluyendo indicadores que permitan emparejar la capacidad de inversión pública en todo el país. Tercero, mantener la solvencia fiscal del Estado federal, a la vez que debe fortalecerse las cuentas de la mayoría de las provincias y los municipios.

 

 


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