Por Georgina Gonzáles
Neuquén> El psicoanalista Mario Goldenberg,
docente del Instituto Oscar Masotta, miembro de la escuela de Orientación
Lacaniana, profesor de la UBA y creador del libro “La creencia
y el psicoanálisis”, estuvo en esta capital para disertar
sobre la angustia.
Además, explicó las diferencias entre el análisis
e ir al psicólogo. Si bien no «recomienda» hacer
terapia, manifestó sus beneficios como una manera de descubrirse
a sí mismo.
La moda de sufrir angustia está relacionada con los tiempos
en que se vive, aseveró Goldenberg, quien indicó que
el discurso actual es angustiante.
¿Cuál sería la definición de
psicoanálisis?
Es una pregunta bastante compleja de responder. El psicoanálisis
en principio es un dispositivo, un modo de tratamiento.
Lo que pone en juego el psicoanálisis es que hay determinados
sufrimientos, angustias, acciones, que el sujeto hace a pesar de él
y sin saber por qué.
Una buena definición del inconsciente de Freud es que es como
un saber no sabido. Hay algo que me pasa pero no sé por qué
es, no sé por qué hago las cosas, ni por qué
elijo determinada pareja, ni sé por qué tomo determinadas
decisiones cuando en realidad quisiera hacer otras.
¿Es diferente a la psicología?
El punto clave de diferencia es que el psicoanálisis es un
tratamiento distinto a otros porque no se basa en la sugestión.
La sugestión o hipnosis, que son anteriores a Freud, son modos
de tratamientos a partir de la creencia que producen siempre efectos
a corto plazo. Al psicoanálisis justamente le interesa además
develar el mecanismo de la sugestión, se podría decir
que la enfermedad neurótica tiene que ver con la sugestión
misma, el sujeto está sugestionado con distintos ideales en
los cuales no encaja, y ése es su sufrimiento.
Igualmente, los psicólogos en general tienen alguna influencia
del psicoanálisis, o se psicoanalizan, todas las psicoterapias
después de Freud tienen la marca de él y de Lacan.
Ya no se puede hablar en el discurso del pensamiento sin los aportes
de ellos.
¿Qué es la angustia?
Es una problemática bien actual, uno podría decir que
la angustia siempre es actual, pero todo lo que se llama actualmente
ataque de pánico se ha puesto muy de moda, hasta uno podría
decir que es una especie de epidemia.
La angustia produce efectos en el cuerpo, efectos de desorientación,
de temor, de no saber qué le pasa. El tema clave es que la
angustia se la puede abordar desde el tratamiento farmacológico,
desde la química uno puede atemperar la angustia, pero en la
clínica sabemos bien que cuando la angustia es muy fuerte no
hay medicación que valga. Por eso el psicoanálisis y
los tratamientos por la palabra tienen una ventaja porque desde la
angustia se puede extraer un saber.
El no saber qué es lo que le está pasando que sufren
las personas con angustia, a través del lazo analítico
se puede atemperar y se puede extraer un saber para ese sujeto. Porque
la angustia es una señal de algo íntimo de cada uno.
¿Por qué habla de moda de esta patología?
El ataque de pánico es algo que está muy difundido.
Tiene que ver con la estética de la época. La década
del 90 fue la del neoliberalismo, de la globalización, del
mercado, del entretenimiento, del consumo. A partir del 11 de septiembre
del 2001 entramos en la era de la seguridad, de la bomba, del pánico,
del terror, terrorismo, todo el mundo está asustado con cámaras
por todos lados. Es una época de pánico. Lo traumático,
el Tsunami, todo el tiempo se muestra el miedo. Hay algo angustiante
en el discurso actual.
El ataque de pánico está a la moda y evidentemente para
el sujeto que lo está atravesando es muy difícil.
¿Usted recomienda que la gente haga psicoanálisis?
Yo creo que es algo que tienen que tener en cuenta. Es muy interesante
cuando llega alguien que nunca hizo terapia pero que por algún
episodio de su vida llega a consultar. Eso no es por moda, sino que
hay algo de la angustia, una muerte, un imprevisto que quiebra su
cotidianeidad y lo lleva a buscar.
El psicoanálisis como experiencia es clave, porque permite
al sujeto primero saber algo de su angustia, de su deseo y también
responsabilizarse de lo que es.
El yo es lo que uno cree que es, pero el yo es el punto máximo
de desconocimiento del sujeto. Lo que uno cree que es, no es eso.
Entonces el análisis permite encontrarse con lo que el sujeto
realmente es. Porque todo el padecimiento es que uno no encaja con
sus ideales, con lo que cree que debería ser, con lo que cree
que es y entonces me parece que permite una aproximación de
lo que al yo se le escapa.
Muchas personas huyen de las terapias con el prejuicio de
que se prolongan mucho en el tiempo, ¿Sólo se pueden
realizar análisis largos?
Yo creo que es un argumento viable pero el psiconalisis es un lazo,
un nuevo modo de lazo. Y como experiencia lleva su tiempo. Eso no
quita que pueda haber incursiones breves en el dispositivo analítico.
Hay gente que va al analista para solucionar algo puntual y eso es
totalmente válido. Yo creo que a esta altura de los tiempos
no hace falta pensar los análisis a largo plazo. Aquel que
quiere ir bien a fondo sí, pero también hay que tener
en cuenta que el dispositivo analítico es bueno para efectos
terapéuticos rápidos y breves. Y creo que eso va bien
también con la época.
El psicoanálisis no es para una elite. Es necesario en esta
época tratar de producir efectos rápidos y tener en
cuenta que el psicoanálisis es un dispositivo del cual se puede
hacer un uso de distintas maneras.
¿La posmodernidad influye en estos sentimientos actuales
de angustia?
Estamos en una especie de vorágine de lo nuevo y todo rápido.
Sale un mp3 y mañana sale otro mejor y otro con más
giga y el celular y la computadora de hoy son viejos mañana.
Tanta saturación del objeto acentúa el vacío
del sujeto. La angustia por eso esta a luz de la época, hay
tanta oferta en todo sentido: de consumir, de gozar, de disfrutar,
de entretenerse, que se acentúa el vacío del sujeto.
Y el estar “tan conectados” a través de
Internet y mensajes de celulares, ¿influye en esta época
de angustias?
Esta interconectividad te lleva a la espera. Siempre estamos esperando
una respuesta, una llamada, la devolución de un mail y la espera
tiene algo de angustiante. La Internet, los celulares, todo está
conectado. Ahora a una persona la ves y no la ves pero esta cuestión
de la virtualidad es para analizar.
Por ejemplo estos chicos de Rosario que rompieron una escuela, se
filmaron y lo subieron a YouTube. ¿Lo hicieron sólo
por el goce de romper bancos o lo hicieron para estar ahí?
En este nuevo mundo hay que pensar lo virtual. ¿El atentado
a las torres gemelas fue para destruirlas y matar a toda la gente
que mataron o para que esa imagen salga en todos lo medios en vivo?
Esto es un punto para pensar lo que constituye esta nueva virtualidad
en donde todo puede ser visto.
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