Por Laura E. Rotundo
La Fundación Asistencial Materno-Infantil de Ayuda a Niños
Carenciados y Discapacitados (Fundamind) es una organización
de bien público, sin fines de lucro, que tiene como misión
-desde 1990- ayudar a chicos necesitados y en situaciones de riesgo.
Sus programas son reconocidos y avalados por Organismos Internacionales
y apoyados por el empresariado local y del exterior y la comunidad
en general, desde sus más diversas actividades artísticas
y profesionales.
En diálogo con La Mañana de Neuquén, Gerardo
Mitre -Presidente de esta entidad-, identifica a la ayuda a los afectados
con el virus HIV, como uno de los pilares de la asistencia que brinda
su Fundación.
¿Cuáles son los principales problemas que afectan
a las personas
que visitan Fundamind?
Afortunadamente, nuestra fundación ha ido creciendo en estos
16 años de trabajo y recibiendo distintas demandas. En 1990
estábamos trabajando con determinados tipos de problemáticas,
entre las cuales se destacaban la pobreza y el Sida. Hoy continuamos
abocados a ambos temas pero podríamos decir que los servicios
que se ofrecen son más amplios y abordan también otros
conflictos sociales.
También es cierto que tenemos más experiencia, lo cual
nos ayuda mucho. Actualmente, nos movemos desde un enfoque mucho más
integral y comunitario, que incluye programas de educación,
prevención, salud y desarrollo social.
¿Trabajan junto con otras fundaciones?
Sí… y de hecho, la idea es ir articulando nuestras tareas
con las de los diferentes actores sociales de nuestra sociedad y lograrlo
también a nivel internacional.
En nuestro país, estamos trabajando con universidades y con
otros sectores de la sociedad civil, así como también
con empresas y hasta con el Gobierno en algunos programas.
Esto significa que el proyecto es poder potenciarnos entre todos y
trabajar en función de determinados objetivos que queremos
alcanzar y que son básicamente, el bienestar de los chicos
y de las familias que padecen diferentes situaciones de riesgo social,
vinculadas -por ejemplo- a la problemática del HIV o de la
pobreza, como mencionaba al principio del reportaje.
A grandes rasgos, ¿en qué consisten los programas
que llevan adelante?
Cada programa tiene un objetivo y una línea de acción
diferente.
Por ejemplo, contamos con el Centro Modelo Materno-Infantil que atiende
niños en situación de riesgo -de 2 y 3 años-,
en el que intentamos promover sus capacidades, estimulando la creatividad
y tratando de generar un vínculo que les permita desarrollarse
de manera positiva.
Lógicamente, también trabajamos con los padres, para
poder alinear así el trabajo que se hace en el Centro…
es muy importante cómo ellos continúan con estas tareas
en sus casas. También se intenta dar un lugar al juego, para
que cada uno pueda tener un espacio donde sentirse querido, respetado
y libre para expresar todo su potencial.
Los chicos son cuidados y tratados con mucho amor, por todo el equipo
docente que compone Fundamind y en general, por todos los profesionales
que interactúan con ellos.
Por otro lado, el área de atención de la salud es muy
importante. Hacemos mucho hincapié en lo que es la “salud
mental”, especialmente con los pequeños que tienen algunas
dificultades o que manifiestan algún problema emocional o de
conducta. Si se evidencian problemas más severos, el equipo
de psicólogos es el encargado de brindar la asistencia adecuada.
Refuerzo Alimentario es otro de los programas que impulsamos desde
la Fundación, que hoy por hoy asiste a 450 niños y a
diferentes comedores infantiles. En ese punto en particular, el objetivo
es brindar, al menos dos comidas importantes al día, para poder
apuntalar sus condiciones de alimentación y así tratar
de combatir el hambre que padecen estos chicos.
El Programa de Prevención y Asistencia en HIV-Sida es en cambio
un “móvil”, que ya recorrió más de
120.000 kilómetros en nuestro país, estimulando la creatividad
-también de los jóvenes- en cuanto a la prevención-,
con el objetivo de generar conciencia, sensibilidad y evitar la discriminación
de quienes se encuentran afectados por este mal.
¿Qué cantidad de personas los visitan mensualmente?
Sería difícil especificarlo porque se acercan muchísimas
personas necesitadas. La cantidad varía según el programa
al que nos refiramos. Como lo nombré antes, el programa alimentario
atiende a 450 chicos, el centro maternal asiste a un grupo de 20 niños
con sus respectivos padres, la asistencia psicológica se aboca
a la demanda de todas las familias e incluso del programa social.
Cada programa tiene una cantidad distinta de personas y una modalidad
de asistencia que puede ser semanal o mensual, aunque en muchos casos
es diaria.
¿Están organizados como para funcionar a nivel
nacional?
Si. Estamos vinculados con casi todas las provincias y formamos partes
de distintas redes de asistencia. Una de ellas se llama “Mediar-Sida”,
que es una mesa de dialogo y coordinación nacional sobre HIV,
en la cual estoy participando personalmente en la organización
de lo que va a ser el Foro sobre Sida a nivel regional en 2007, ya
que el próximo año se hará en Argentina. Cada
dos años se lleva a cabo en un país distinto.
Además, es importante destacar que tenemos una Red de Comedores
que se llama “Comunidad Fundamind” y distintos acuerdos
vinculados al programa de lucha contra la discriminación, por
ejemplo con el Gobierno de La Rioja; también estuvimos actuando
en El Calafate, en el mes de febrero y hace muy poquito tiempo visitamos
Jujuy… la idea es brindar capacitación a los educadores
de los distintos distritos para que ellos también puedan colaborar
a brindar asistencia a quienes más lo necesitan.
Deteniéndonos puntualmente en las personas con HIV
que los visitan…
¿cuáles son los principales problemas que a ellos se
les presentan por
estar afectados con esta enfermedad?
El tener HIV es un doble problema… porque además de padecerlo,
se viven todos los otros problemas que habitualmente tienen todas
las personas que viven en situación de pobreza: falta de trabajo,
de capacitación y baja autoestima… o por lo menos éstas
son las dificultades que se presentan apenas acuden a nosotros. Luego,
la gente se va fortaleciendo y va asumiendo un “activismo”
importante.
Yo considero que ésta es una de las enfermedades que más
ha movilizado a la población. A su alrededor, se ha generado
un movimiento comunitario muy fuerte donde los propios pacientes reclaman
sus derechos y salen de la pasividad. La adicción a las drogas,
la falta de apoyo de los seres queridos y la contención por
parte de la pareja, son otras realidades que también aquejan
al afectado.
¿Cuál es el principal reclamo que le elevarían
al Gobierno, respecto de este tema?
Desde nuestro lugar, lo que más estamos reclamando al oficialismo
es que se destine presupuesto para prevención. Porque la verdad
es que no hay.
El Programa Nacional vigente solamente tiene dinero para medicamentos,
que obviamente está muy bien… pero la realidad es que
“hacen agua” en lo que es la prevención.
Por un lado, no hay fondos para esto, pero por otro debemos reconocer
que las acciones son muy aisladas, es decir, que no hay una continuidad
en torno a esta problemática y además, las organizaciones
como las nuestras -que tenemos proyectos concretos para avanzar y
experiencia para concretarlos- no contamos ni con el apoyo ni tampoco
con los recursos para llevarlos a cabo de manera adecuada y sostenida…
así que esto es un gran agujero negro.
¿Cree entonces que aún la prevención
es un tema pendiente…?
Totalmente. En nuestro país se debe fortalecer muchos más
pero también es real que se debería generar -a nivel
internacional- un movimiento que se relacione con el “activismo
en prevención”. Porque es real que prevención
y asistencia van de la mano. Por cada persona que recibe tratamiento
hay cinco que se están infectando. Entonces a este ritmo, se
hace insostenible avanzar.
A nivel mundial, solamente recibe tratamiento una de cada diez personas
que lo necesita.
¿Cuáles son las cifras del HIV en Argentina?
Los enfermos declarados alcanzan los 30.000 casos y 200.000 personas
serían las que supuestamente están infectadas y que
aún no lo saben. La relación de estos índices
es terrible.
¿Tuvieron oportunidad de presentarle alguna iniciativa
al
Gobierno, desde Fundamind?
Claro que sí, pero no obtuvimos ninguna respuesta. Es lamentable
pero como dije antes… el programa nacional no tiene dinero para
prevención.
¿Cómo cree que debería encararse una
campaña de
concientización, a nivel nacional?
Creo que tendría que ser una campaña en la que participen
todos los interesados, ya que cada uno tiene un foco de atención
distinta. Están los que trabajan con poblaciones más
vulnerables, como los trabajadores sexuales, otros que trabajan con
poblaciones gays, nosotros trabajamos particularmente con los chicos…
cada uno tiene un terreno de trabajo distinto, por lo que la prevención
debería ser focalizada hacia cada uno de estos “campos”.
Obviamente, las campañas mediáticas de comunicación
publicitarias sostenidas contribuirían mucho a luchar contra
esto. Nosotros armamos algunas muy interesantes, hechas incluso a
través de concursos fotográficos, de jingles, de poesías
y hasta de cuentos que podrían utilizarse para orientarnos
hacia la prevención… pero insisto en que el gran problema
es que no tenemos fondos para poder difundirlos.
Antes Usted mencionó a las drogas como algo muy vinculado
con el Sida… ¿cuánto cree que influye la falta
de educación sexual en la realidad local, en lo que hace al
HIV?
Todo tiene que ver. La educación sexual empieza con la educación
que brindan los padres desde pequeños y me refiero a lo sexual
entendido como sexualidad humana, no como sexualidad genital.
Con esa forma en que los padres tratan a sus niños, en la transmisión
de los valores que les brindan, se inicia el camino en el cual después
intervienen también las escuelas y por último, la sociedad
en su conjunto.
Yo creo que la formación que estamos brindando está
alejada de la vida y del cuidado... del respeto al cuerpo propio y
al cuerpo ajeno.
Al estar en contacto con niños tan carenciados, ¿podría
describirnos cómo piensa un chico de 8 o 10 años, que
sufre la pobreza desde que nació? ¿Es consciente de
todo lo lamentable que lo rodea?
La verdad es que no se puede generalizar, pero podría decirte
que hay de todo. Conocemos muchos niños que ya tienen sueños…
la mayoría quiere ser jugador de fútbol.
Yo creo que si uno les da amor, seguridad y confianza, eso les va
dando la seguridad interior para ir creciendo de forma saludable.
Pero lo que el chico necesita son esos sentimientos que aportan a
la contención emocional y sobre todo a “ser respetado”.
¿Y los padres qué manifiestan?
Los papás manifiestan mucha preocupación por el plato
de comida de cada día, por esa subsistencia diaria y por saber
cómo van a asegurarle -aunque más no sea- ese bienestar
a sus hijos.
Obviamente, no piensan de acá a diez años, razonan en
una visión inmediata, que sólo abarca el hoy.
¿Cuál es su expectativa respecto del futuro,
en lo que tiene que ver con la solución de las problemáticas
sociales?
En realidad, yo trato de dilucidar qué aporte puedo hacer yo
como persona, como profesional y como dirigente social para revertir
las realidades que antes describí.
No soy un estadista, ni me planteo “grandes” cambios,
pero sí me propongo comprometerme y responsabilizarme desde
mi lugar para poder alcanzar algunas mínimas modificaciones
que vayan contribuyendo a mejorar el panorama.
Creo que, a diferencia de otros momentos de nuestro país, hoy
siento más esperanza en cuanto a algunos lineamientos de la
política en lo social. Aunque no llegamos a lo ideal -porque
lógicamente no se puede cambiar la realidad de la noche a la
mañana-, veo que se está avanzando en el camino correcto
y que nos queda mucho por andar.
Yo veo que hay progresos… apenas comenzamos con Fundamind, allá
por los años 90 teníamos más cantidad de chicos
que estaban viviendo con el HIV, hoy gracias a Dios hay muy pocos,
por lo que de alguna manera podríamos decir que ha funcionado
la prevención de la transmisión vertical.
En cambio, el tema del hambre es preocupante en Argentina.
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