Las propuestas del secretario del
organismo fueron rechazadas por varios países, entre ellos
Argentina.
Ginebra (AFP-NA/dpa) > Las negociaciones ministeriales
de la Ronda de Doha iniciadas hace nueve días en Ginebra fracasaron
una vez más, según reconoció ayer el director
general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal
Lamy, tras la falta de acuerdo, principalmente, entre Estados Unidos
e India.
«No me andaré por las ramas. Esta reunión ha fracasado»,
dijo Lamy al iniciarse una conferencia de prensa.
«Mantendré mi compromiso con un mejor sistema comercial
mundial», agregó, aunque sin precisar si la Ronda tenía
aún alguna perspectiva.
Esta ronda de discusiones ministeriales que incluía a unos
35 países, era considerada por muchos como la última
tentativa de salvar la mesa de debate en torno al libre comercio mundial.
Fracaso
Las maratónicas discusiones de estos nueve días, organizadas
para dar un impulso a los intercambios comerciales en un momento de
tendencias económicas recesivas y de crisis alimentaria y energética
mundial, terminaron así en la nada.
La Ronda de Doha, lanzada en 2001, debía concluir en 2004,
pero se estancó por los intereses contradictorios de los países
exportadores agrícolas del Sur y de productos industriales
del Norte.
Sin embargo, la discrepancia que se reveló insuperable en Ginebra
gravitó en torno a los mecanismos de protección de los
mercados agrícolas reclamados por India y decenas de países
en desarrollo.
El denominado Mecanismo de Salvaguardia Especial (MSE) fue férreamente
rechazado por países agroexportadores, tanto desarrollados
(entre ellos Estados Unidos y Australia) como en desarrollo (como
Uruguay, Paraguay, Argentina, Tailandia y Malasia).
En tanto, las disputa entre Estados Unidos e India por los subsidios
al algodón terminaron por boicotear la Ronda.
Taiana culpó al «primer mundo»
El canciller argentino criticó a los países
desarrollados y dijo que tuvieron poca disposición para hacer
concesiones.
Ginebra (dpa) > El canciller argentino Jorge
Taiana declaró ayer en Ginebra que las negociaciones por la
Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) habían
fracasado por la «poca disposición» de los países
desarrollados a hacer concesiones.
«Es una frustración el fracaso de la reunión ministerial
porque ésta era la ronda del desarrollo para los países
como el nuestro, donde esperábamos alcanzar beneficios concretos
de mejoras para nuestro comercio internacional», dijo Taiana.
El ministro señaló que la suspensión de las negociaciones
se produjo no por un tema solo, sino por diversas cuestiones.
«Varios aspectos de los borradores no estaban equilibrados y
que había por parte de los países desarrollados muy
poca disposición a hacer concesiones en comercio; al tiempo
que tenían mucha ambición en solicitar beneficios para
ellos», sostuvo el canciller argentino.
Escenario
Comercio (no tan) libre
Neuquén > El libre comercio es predicado
por Estados Unidos como un dogma. Cada acuerdo negociado para levantar
barreras arancelarias es considerado como un triunfo y es traducido
por los publicistas de Washington como un sinónimo de desarrollo.
La Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio se
creó, precisamente, a los fines de lograr acuerdos para eliminar
todos los escollos (llámense aranceles estatales) para un libre
intercambio de mercancías entre los países.
El principal reclamo de Estados Unidos a las economías emergentes
–al que se suman Europa y Japón y últimamente
China, un consumidor voraz- es que abran los mercados a sus productos
industriales, bajo promesa de responder con consideraciones especiales
a las materias primas que de producen en el “tercer mundo”.
Pero el discurso se da de frente con la realidad. Son precisamente
aquellos países que más pregonan el libre cambio, los
que más aranceles ponen y más subsidios otorgan para
defender su competitividad. El caso más resonante esta vez,
fueron los enormes subsidios que Estados Unidos otorga al sector algodonero,
que restan competitividad, por ejemplo, a los productores de India,
cuyos métodos agrícolas son más tradicionales
y tienen costos más altos.
Se exige libertad de mercados ajenos para ubicar productos propios,
pero no se bajan los subsidios que destruyen la competitividad y el
subsiguiente desarrollo de las economías emergentes. De esta
forma, este sistema no hace más que reproducir la desigualdad
entre los estados ricos y los pobres.
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