«El problema fundamental de hoy es el crecimiento de la incertidumbre»

 
  El economista Ernesto Kritz asegura que los empresarios moderan sus expectativas hacia futuro, cuestión que afecta a los niveles de inversión. Además, reclama transparencia en los índices de inflación.

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Por Laura Rotundo

El desempleo parece haber dejado de ser un «gran» problema en Argentina. Sin embargo, el trabajo en negro aún sigue arrojando índices preocupantes.
En diálogo con La Mañana de Neuquén, Ernesto Kritz -economista y director ejecutivo de SEL Consultores (Sociedad de Estudios Laborales)- dio su visión respecto de la situación del mercado laboral a nivel local y de inflación que hoy por hoy inquieta a empresarios y empleados.
Kritz ocupó altos cargos técnicos en agencias especializadas de las Naciones Unidas y realizó trabajos de consultoría para el Banco Mundial y el BID, entre otros organismos.

¿Cómo describe el actual panorama del mercado laboral en Argentina?
Yo diría que tiene varias características. La primera, y este es un punto que debe destacarse, es que el desempleo ha dejado de ser un desequilibrio grave en la economía y en la sociedad, ya que alcanzó un dígito.
Sin embargo, el mercado laboral está muy segmentado. Por un lado, el sector formal de la economía, que es el de mayor calidad de los empleos, goza de una situación de pleno empleo y casi es nula la demanda laboral insatisfecha.
En el caso del sector informal de la economía, si bien ha disminuido sensiblemente, todavía se registran dos dígitos, aproximadamente un 15 por ciento.
En cuanto a los salarios, la situación es un poco más compleja como resultado de la aceleración de la inflación.
Durante 2007, el salario real -si bien continuó creciendo- lo hizo a un ritmo cada vez menor. La última estimación es la del primer trimestre de 2008 y revela que estaría con un crecimiento inferior al 2 por ciento.
Yo creo que esta es una situación que se ha presentado en el transcurso del año que pasó y se ha ido agudizando.

Respecto del empleo en negro, ¿cuáles cree que son las claves para disminuirlo aún más?
Disminuyó pero todavía sigue siendo cierto que es muy elevado y, de hecho, en el sector privado de la economía, es de alrededor de un 37 o 38 por ciento.
Acá no ha cambiado algo que es casi una constante durante un período de tiempo muy largo y se trata de la fuerte concentración del empleo informal en los establecimientos de muy pequeña escala.
La enorme mayoría, largamente más del 90 por ciento, de los establecimientos que tienen trabajadores no registrados, tienen menos de 10 personas ocupadas y dentro de ellos, a su vez, la mayoría ocupan a menos de 5 personas. En estos casos, el 75 por ciento de los trabajadores no están registrados y esto da un pista de por dónde deberían encararse las acciones de política para disminuir la informalidad.
Claramente, el trabajo en negro en los sectores de menor escala, está asociado a la baja productividad y a la falta de competitividad, que es de alguna manera compensada con un costo social muy alto, a través de la evasión de las obligaciones emergentes de la relación laboral y la seguridad social pero también de muchas otras obligaciones fiscales.

¿Y cree que desde el Ministerio de Trabajo se está yendo en la dirección correcta para evitar estas irregularidades?
Yo creo que se debería hacer un esfuerzo mancomunado, no sólo que parta desde el gobierno sino de toda la sociedad.
Igualmente, entre el Ministerio de Trabajo y del de Economía, las políticas tienen que orientarse a poder adecuar las regulaciones a la focalización del problema. Yo considero que una posibilidad que debería examinarse y ensayarse, sería una reforma del monotributo, que facilita la formalización fiscal pero no la laboral. Si fuera posible incorporar en éste una contribución única por trabajador, tal vez se podría avanzar de una forma significativa. En Brasil por ejemplo, se ensayó este caso con mucho éxito.

¿Cree entonces que debería establecerse algún tipo de reforma en el sistema previsional?
Sí, a largo plazo, yo diría que hay que marchar hacia una reforma estructural en el sistema de la seguridad social, desvinculándolo progresivamente de la condición laboral.
Hoy, el acceso a la seguridad social está condicionado por la situación de empleo y particularmente, a la formal. Creo que en la medida que se pueda avanzar hacia un sistema más universal en este sentido, más como derecho de ciudadano que como derecho asociado al empleo formal, podrían resolverse buena parte de los problemas de la informalidad.
Esto no significa que no haya que repensar el sistema de financiamiento. Me parece que un primer paso en ese sentido es desligar el financiamiento de la seguridad social, de la nómina salarial y sustituirlo por un tributo neutro sobre el uso de factores productivos.

¿Son las PYMES las más afectadas por este sistema y por las normas que rigen hoy por hoy?
Sí, definitivamente. Más que las PYMES, las empresas más pequeñas dentro de esta categoría.

¿Cuál cree que es la visión del empresariado local respecto a la Argentina de hoy?
Me parece que el problema fundamental que tenemos hoy es el crecimiento de la incertidumbre. Ésta dificulta la toma de decisiones y el horizonte de previsibilidad para invertir… afecta la inversión. Esto se viene notando desde hace ya algún tiempo.
Ahora se potencia un poco porque se está dando en un contexto inflacionario que es difícil de resolver. Las empresas han ido moderando sus expectativas hacia el futuro y por eso yo diría que hoy, mirando de aquí a seis meses o a un año, no son tan buenas como hace un par de años atrás.

¿Cómo cree entonces que debería manejarse el tema de la inflación, que preocupa por igual a la sociedad toda?
La primera condición, que no es banal, es reconocer que el problema existe. Para eso, hay que sincerar las estadísticas. Creo que el cambio que se ha hecho en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) no resuelve el problema, más bien institucionaliza la discrecionalidad.
En la medida en que se tenga una claridad sobre cuál es el verdadero nivel de la inflación -ya que nadie lo sabe con certeza e incluso esta dificultad tiende a aumentar las expectativas inflacionarias-, se podrá ir avanzando.
Una vez que se haga eso, creo que es necesario poner en práctica un programa antiinflacionario. Por el lado fiscal, el gasto no puede seguir creciendo a tasas superiores al 40 por ciento anual y me parece que hay que hacer acuerdos salariales que estén acordes a las metas de inflación.
El salario real está creciendo muy poco y eventualmente puede disminuir. Creo que hay que finalmente tener un control sobre el crecimiento de la demanda agregada.
En la medida en que la economía siga un crecimiento por encima del producto potencial, va a ser imposible resolver la inflación y esto podría echar por tierra parte de los logros obtenidos desde el 2003, sobre todo en materia social.

 

 


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