Por Lucía Pysny
Los últimos hechos delictivos ocurridos en la ciudad pusieron
nuevamente en el tapete el tema de la seguridad, recurrente cuando
se afectan sectores de clase media con cierto peso social, y muy poco
debatido cuando las víctimas son de bajos recursos.
Vecinos de “Jardines del Chimehuín”, donde se produjeron
violentos asaltos a mano armada seguidos por hechos de raterismo,
mantuvieron dos reuniones en estos pocos días. El domingo en
el barrio y el lunes en el Concejo Deliberante. En ambas participaron
autoridades, pero en la segunda estuvieron el fiscal, el jefe de seguridad
y el intendente Rubén Campos, quien a modo de conclusión
promovió medidas a corto, mediano y largo plazo. Algunas conocidas
y otras estructurales que deberán ser evaluadas por quien corresponda.
Para muchos cerrar los boliches más temprano parece ser la
gran solución.
Es probable que si cierran a las cinco, los robos o destrozos en vidrieras
y otros bienes privados se incrementen, y los accidentes ocurran más
temprano. ¿Por qué? Simplemente porque está comprobado
que la gran mayoría de los jóvenes no vuelve a su casa
de inmediato, sino que deambula por horas en el pueblo obligando a
la Policía -que hoy ya no puede con lo que tiene- a extremar
recorridas y controles. Los grupos que vienen desde San Martín
a bailar no tienen transporte hasta las siete de la mañana.
¿A dónde van a ir, cómo se van a entretener?
Incrementar el control de consumo de alcohol es otra de las medidas
propuestas. Desde hace una década existe una ordenanza que
pena a quien consuma en la vía pública, y a quien la
venda a menores. No se cumplen en absoluto, y da escalofríos
ver a los jóvenes ebrios de madrugada, caminando por las calles.
Volver a la matineé. Es una buena medida para evitar que los
menores de 18 trasnochen. Puede servir en muchos aspectos, pero hay
que evaluar cuánto incide en la cuestión de la seguridad
y cuánta presión resiste, porque seguro que diversos
sectores, incluido el familiar, harán oír sus argumentos.
Cuando intentó ponerse en práctica hace muchos años,
el peor enemigo que encontró fue “la patria potestad”
de un grupo de padres que se opusieron a que una ordenanza les privara
de decidir sobre las salidas de sus hijos. De hecho, anoche hubo vecinos
que se convocaron para dar su punto de vista en la sesión del
Deliberante.
Son todas propuestas que deberá debatir la comunidad para legitimar
lo que decida el Concejo, pero se debe tener presente que es muy difícil
cambiar hábitos de una sociedad que ha perdido valores. El
descontrol de los jóvenes parte desde el seno familiar, y es
complicado modificar conductas si no se inculcan desde allí,
aunque exista legislación de avanzada.
Otras propuestas se relacionan con cambios estructurales dentro de
la Policía. El jefe comunal considera que San Martín
y Villa La Angostura deben tener una Dirección de Seguridad,
y la existente en Junín debe velar solamente por esta ciudad
y Piedra del Águila. Además cree importante conformar
el Consejo de Seguridad y fortalecer el Consejo de la Niñez,
adolescencia y familia, ya en marcha. Ámbitos de participación
institucional y comunitaria que históricamente han servido
de catarsis pero que en la práctica no suelen arrojar los resultados
que se proponen.
Seguramente los días que se avecinan darán lugar al
mismo debate polémico que ya se ha escuchado muchas veces.
Lo concreto es que no hay soluciones mágicas. Más policías,
más normas legales, más controles en boliches o sobre
la ruta no son efectivos si no existe el fuerte compromiso comunitario
de querer ser parte del cambio, asumirlo en lo inmediato, proyectarlo,
mantenerlo en el tiempo y tomarlo como tarea solidaria para mejorar
el espacio donde se vive.
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