Por Cecilia Soberón
Desde hace varios años, Cutral Co vive la bonanza que trajo
el auge de la industria petrolera. Tal como ocurre de manera cíclica
desde su fundación en 1933.
La ciudad disfruta de años de vacas gordas, con el barril del
petróleo a precios altísimos y consecuentemente con
la expansión de la explotación de hidrocarburos.
Pero una luz de alarma se prendió esta semana. Como no había
ocurrido nunca en el inicio de este siglo, los petroleros tomaron
las calles céntricas para protestar ante la amenaza de la pérdida
de empleo.
El fenómeno debe llevar a la reflexión en varios puntos.
El primero de ellos es la debilidad de la economía basada exclusivamente
en el petróleo. Desde el mismo gremio se advirtió sobre
la posibilidad de vivir otra privatización de YPF, que generó
4.000 mil despidos y la crisis social más grande vivida en
la provincia. Desde que regresó el dinero del petróleo
poco se trabaja socialmente en la búsqueda de una reconversión
económica. El tema permanece en los discursos políticos
pero de ninguna manera en el consciente colectivo, donde sólo
hay lugar para demandas sociales relacionadas con el crecimiento económico.
Otro punto es la voracidad de las empresas productoras de hidrocarburos.
La discusión sobre la cantidad de personal y su reducción
se afirma en la necesidad de mayor rentabilidad.
En primera fila
En la escala salarial neuquina, los petroleros están en la
primera fila, pero sus sueldos deben analizarse desde otra perspectiva:
la internacional. En la industria del petróleo, los salarios
argentinos están entre los más bajos porque se discuten
en pesos mientras que a nivel internacional se acuerda en dólares.
Para las empresas multinacionales los haberes de los petroleros argentinos
son sensiblemente menores a otros lugares del mundo. De allí
que se cuestione fuertemente esta exigencia hacia las empresas prestadoras
de servicios de reducir personal. Una exigencia que demuestra una
vez más la voracidad capitalista.
Por último, debe considerarse la posición del sindicato
que encabeza Guillermo Pereyra. Como no pasaba hace mucho tiempo en
Neuquén, el gremio tiene un desafío importante por delante.
Su fortaleza está cuestionada, los empresarios se sientan frente
a los gremialistas y sostienen sus posiciones sin ceder. Esto ocurrió
con Apache hasta ahora. Pero el sindicato tomó nota de la importancia
de este conflicto. Movilizó a los trabajadores, los sacó
a la calle y amenaza con sumar a toda la población en defensa
de estos cien puestos de empleo, que pueden ser más el conflicto
termina favoreciendo a Apache. Tienen a su favor el triste recuerdo
de YPF y las puebladas que le siguieron.
Igualmente la posición gremial no es la mejor, tantos años
de supremacía oxidaron sus engranajes de lucha. La semana próxima
será el momento de demostrar hasta dónde pueden llegar
las empresas de la industria petrolera en su búsqueda de rentabilidad
y dónde llegan los tentáculos del sindicato para impedir
los despidos.
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