Por Darío Soto
Más allá de la continuidad de Miguel Saiz el frente
del ejecutivo provincial, se comienza a desandar los últimos
días de una gestión que, a juzgar por los escasos movimientos
en los máximos niveles de administración obligados por
el pase de los titulares de gobierno (Iván Lázeri) y
salud (Adriana Gutierrez) a la legislatura provincial, dan cuenta
de un alto grado de conformidad en la gestión realizada durante
los últimos cuatro años.
Al menos esa es la sensación que deja la decisión del
gobernador de dar continuidad a la primera línea de su administración,
inclusive en salud donde su titular deja la cartera asumirá
el ministerio quién fuera la segunda de Gutierrez, la doctora
Cristina Uría, y la otra modificación obligada en la
cartera de gobierno permite al mandatario darle un lugar a un hombre
que ya ha demostrado capacidad de gestión al frente de la cartera
de economía durante la administración de Pablo Verani.
José Luis Rodríguez fue uno de los pocos que, desde
el oficialismo, cuestionó duramente al gobierno cuando promediaba
la gestión.
El frustrado candidato a la intendencia de General Roca reemplazará
además al único ministro de gobierno que permaneció
todo el período al frente de esa difícil cartera y que
se aleja, según se puede advertir por las reflexiones expresadas
en los últimos días, con la satisfacción de haber
superado algunos problemas estructurales que padecía la provincia
como por ejemplo su déficit en materia carcelaria. Del hacinamiento
humillante que existía en la cárcel de Roca, hoy supuestamente
superado, se estaría arribando a un estadio en donde es posible
hablar de capacidad ociosa en las cárceles provinciales, hecho
que se estaría logrando cuando se inaugure la cárcel
de Cipolletti. En materia de seguridad, el ministro saliente considera
también haber avanzado sustancialmente destacando el nivel
de profesionalización alcanzado por los cuadros de la policía
provincial. Por otra parte, salvo el caso Otoño Uriarte, que
seguramente quedará como una pesada deuda pendiente de Lázeri,
la mayoría de los casos resonantes de los últimos cuatro
años fueron resueltos, algunos rápidamente otros en
un tiempo prudencial, lo que permitió además al cuerpo
de seguridad provincial recuperar algo de confianza y credibilidad.
La sensación de que está todo bien, que pretende abonar
el gobernador con sus decisiones, contrasta obviamente con la visión
crítica que tiene la oposición, fundamentalmente la
liga de intendentes del Frente para la Victoria, liderada por el jefe
roquense Carlos Soria, y que ha llegado a calificar de autista a la
gestión de Miguel Saiz.
Bariloche
Pasada la histeria propia de todo recambio, todas las expectativas
recalarán en San Carlos de Bariloche donde la renuncia de Alberto
Icare determinó la necesidad de realizar nuevas elecciones
para elegir intendente. Más allá del renunciado intendente
no existe otra figura capaz de convocar voluntades por encima de estructuras
partidarias o de sectores internos. Lo que se vislumbra es un festival
de candidatos, de a dos o tres por cada extracción partidaria,
dispersión que puede terminar favoreciendo al electo presidente
del Concejo Deliberante, Darío Barriga, quién deberá
asumir interinamente el cargo de intendente hasta la realización
de los comicios. Si bien es cierto su candidatura fue cuestionada
desde el Frente para la Victoria nadie duda que su partido Sur sostendrá
su postulación convencidos sobre todo de que corre con una
leve ventaja, la posibilidad de demostrar capacidad en el breve lapso
que deba gestionar al frente del municipio. Pero queda claro que nada
es seguro en el futuro político de la principal ciudad de la
provincia.
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