En Londres 1908, nacería la
primera leyenda de la competencia:
el italiano Dorando Pietri.
Neuquén > Tras el fracaso organizativo
francés que lastimó el orgullo del barón Pierre
de Coubertain, padre de los Juegos Olímpicos de la era moderna,
Estados Unidos se encargó de darle otro golpe a la naciente
competencia. Racismo y desinterés relegaron el crecimiento
de la contienda deportiva que empezaba a captar adeptos y perseguía
la universalidad que en poco tiempo ganaría.
La tercera edición, en Londres 1908, generó nuevos aires.
Aunque para ser sede, Inglaterra debió esperar, ya que inicialmente
el Comité Olímpico había elegido a Roma. Pero
meses antes, el 7 de abril de 1907, Italia sufrió la furia
del volcán Vesubio y los fondos previstos fueron destinados
a la devastada ciudad de Nápoles.
Londres, que recibía la Exposición Franco-Británica,
fue designada como reemplazante. Participaron 2.035 atletas (36 mujeres)
de 22 países, compitiendo en 21 deportes y 110 especialidades.
Todos disfrutaron del estadio White City, construido para la ocasión.
Pero esos Juegos fueron además el origen de la primera gran
leyenda olímpica, la del italiano Dorando Pietri. Ayudante
en una fábrica de confección en Carpi, provincia de
Módena, Pietri corrió por primera vez con su ropa de
trabajo. En poco tiempo sería el mejor de su país en
pruebas de distancia y se preparó para ganar el oro en Londres
en el maratón, que tenía un total de 42,195 km (medida
oficial a partir de 1921).
A 10 km del final, Pietri estaba 4 minutos detrás del sudafricano
Charles Hefferon, quien sufrió una crisis que empujó
al italiano a darle caza. Lo hizo en el km 39, hasta que al ingresar
al estadio con gran ventaja, la fatiga y la deshidratación
lo golpearon a él. Le faltaban 350 metros sobre la pista, pero
se equivocó de dirección y cuando los jueces lo ayudaron
se cayó por primera vez ante 75.000 atónitos espectadores.
Tuvo otros cuatro caídas, siempre ayudado por los jueces a
levantarse, para completar ese recorrido en 10 minutos dramáticos.
Segundo fue el norteamericano Johnny Hayes, que protestó y
fue proclamado ganador. Aunque Pietri cosecharía luego más
popularidad y triunfos que compensaron en parte la medalla perdida.
Sin medallas por 70 dólares al mes
Neuquén
> Berlín 1916 no se llevó a cabo por la
I Guerra Mundial. Igual, no hubiese podido estar la estrella de Estocolmo
1912, el estadounidense «Jim» Thorpe. Nacido bajo el nombre
de Wha-Tho-Huk (sendero luminoso, en su lengua indígena), luego
bautizado Jacobus Franciscus, «Jim» consiguió en
Suecia la medalla de oro en pentatlón (salto en largo, jabalina,
200 mts, disco y 1.500 mts) y en decatlón. En la final de salto
en alto fue 4º y en largo 7º .
Pero era un atleta completo, tanto que jugaba lacrosse, básquet,
fútbol americano y beisbol. En este último deporte llegó
a cobrar unos 70 dólares mensuales antes de los Juegos, y cuando
se conoció el dato fue despojado de sus medallas. Entonces
dejó el atletismo, fichó por los New York Giants, fue
nombrado primer presidente de la naciente Asociación Americana
de Fútbol Profesional (hoy NFL), e intregra el salón
de la fama del que fue uno de sus fundadores.
El parricidio
París 1900: Pierre de Coubertin llevó los Juegos a
Francia, pero se hicieron en medio de la Exposición Universal,
duraron 5 meses y son considerados los peores de la historia. Hubo
1325 atletas de 16 países y se sumaron 11 mujeres.
Made in usa
St. Louis 1904: Theodore Roosevelt escogió una ciudad sureña
de Estados Undios y la segregación racial copó los Juegos,
con las increíbles «Jornadas Antropológicas».
Sólo 64 deportitas europeos se colaron en el amplio dominio
local.
Casa propia
Londres 1908: Con mejor organización, lastimada por los arbitrajes,
y un flamante estadio olímpico para 68.000 personas, Inglaterra
le dio impulso a los Juegos. Se instauró el desfile de las
delegaciones por países.
Todo nuevo
Estocolmo 1912: Los suecos le dieron notable respaldo a cada competencia
y debutaron con el cronómetro y el fotofinish. |