Por Gladys Azpeytía
Días atrás, el músico visitó
la provincia para grabar un programa -se emite por el canal Encuentro-
dedicado al poeta Marcelo Berbel.
Neuquén > Nacido en Misiones, se convirtió
en uno de los referentes del chamamé más jóvenes
del país. Horacio ‘Chango’ Spasiuk con su música
recorrió el mundo llevando los acordes del acordeón.
Después de un año el músico pisará hoy
a las 22 el escenario del Cine Teatro Español, ubicado en Avenida
Argentina 235.
“Estoy muy contento de estar en Neuquén porque no es
un lugar al que voy seguido. Quiero aclarar que no será la
presentación de un disco nuevo, ni de “Tarafero de mi
pago”. Simplemente es la oportunidad de mostrar mi mirada sobre
la música y la posibilidad de encontrarnos”, anticipó
Spasiuk.
Cerca de los 40 años, además de su amor por el chamamé,
el pasado año comenzó su incursión en la TV.
El canal Encuentro lo tiene como conductor de “Pequeños
Universos”, un programa con el que recorre el país
en busca de las diferentes manifestaciones musicales que se dan en
distintas regiones del país. Durante 2007, trece fueron las
emisiones, y este año está grabando otras tantas más.
Desde
el pasado abril ya se pueden ver las nuevas entregas donde da
a conocer nuevas zonas y ritmos.
Como parte de la partida para el 2008, se espera la emisión
del programa que grabó recientemente en esta provincia, cuando
arribó a registrar la poesía de Marcelo Berbel, el poeta
neuquino que siempre levantó la bandera de la Patagonia y la
provincia.
Antes de desembarcar con su música y todo su bagaje chamamecero,
Chango Sapasiuk dio detalles de su propio universo. El musical y el
que lo lleva a descubrir otros ritmos y culturas.
¿Cuál es el rumbo que lleva tu música?
Mi música se vuelve cada vez más acústica y camarista,
como fue “Tarafero de mi pago” y como será mi próximo
disco, que presentaré a fines de este año. La nueva
placa no tiene título porque estoy trabajando a conciencia
sobre el concepto. Quiero ser muy claro en el mensaje que voy a trasmitir.
¿Qué opinión te merecen las variaciones
de género tradicionales, como por ejemplo el tango electrónico?
¿Crees en un chamamé electrónico?
La música es un universo muy grande y es un espacio de libertad
donde cada uno puede desarrollar para el lado que quiera. Yupanqui
lo decía muy bien: “Cada uno se tapa hasta donde le alcance
la cobija”. No veo por qué no se podría experimentar
estéticas y tratamientos rítmicos sobre un lenguaje
musical. De ahí que se pueda llamar chamamé electrónico,
no sé. Para que se llame chamamé tiene que tener determinados
elementos que hacen a la estructura de ese lenguaje.
¿Cómo crees que el público del exterior
percibe tu música?
Hablo con la gente pero nunca les pregunté qué es lo
que les pasa. Sí siento que el chamamé es una música
muy viva y también muy melancólica. Es una música
donde hay dos sentimientos simultáneos. Hay cosas que suenan
muy alegres y en el fondo son muy melancólicas, y hay cosas
que parecen muy tristes pero que están cargadas con mucha esperanza.
Son dos sensaciones fuertes. Cada persona recibe la música
de manera diferente. Alguno le dispara situaciones personales, familiares,
existenciales o geográficas, porque se puede percibir una música
rural. A cada uno le dispara imágenes. Pero el más importante
es la alegría, porque tiene algo de esperanza. Creo que ese
es el sentimiento más constante y universal que se mantiene.
¿Cómo percibís la devolución
del público?
Para mí la devolución es una muestra de respeto
por mi trabajo. La gente te hace saber que las cosas que hacés
tienen un valor que es transferible. Eso es algo que lo sentís
cuando estás tocando, cuando te escriben, cuando tenés
una charla común.
¿Trabajas pensando en la recepción de los espectadores?
En el fondo de las cosas tengo que ser honesto. Cuando estoy
haciendo música no estoy pensando en hacer algo para tener
una devolución. Lo hago porque simplemente lo tengo que hacer.
¿Por qué?
No sé. Es como respirar. Nadie sabe por qué
tiene que respirar, pero respira porque si no se muere. En mi caso,
si dejo de tocar música va a haber una parte de mí que
va a dejar de vivir. Siento que es algo importante para mi existencia,
para mi lugar en el mundo. La música es una forma de expresión
que se comparte con los demás y se recibe.
“Kilómetro 11” o “El Toro”
son dos temas emblemáticos del género. ¿Con
cuál te quedas?
Con “Kilómetro 11” porque es un clásico
de Coco Marola que es más que un compositor del chamamé.
Es como un patriarca. Es una composición con una fuerza que
no se ve y me gusta tocar más esa melodía. Siento que
tiene más ganas que “El Toro”, que es un chamamé
más para mover los pies. “Kilómetro 11”
es para bailar y tiene algo de emotivo y de cerebral. Es mucho más
grande.
¿Sentís que es representante de tu tierra?
Mi tierra es muy compleja. No sé si hay un tema que
la pueda expresar. El lugar de donde vengo es un cuadro que está
compuesto por muchos colores y hablar de una sola composición
es como hablar de un solo color. Es como mi música. Un montón
de colores con diferentes intensidades con las cuales construyo mi
propio cuadro sonoro.
¿Sentís que con tu trabajo estás haciendo
un aporte al folklore?
Uno siempre hace un aporte. Si es bueno o malo lo dirán
otros. Cuando uno está haciendo algo lo está compartiendo
y eso es algo que va dejando a la sociedad. Por mi parte, estoy tratando
de dejar algo constructivo y sustancioso.
Dejando un poco el costado musical ¿Cómo surge
la idea de ser el
conductor de un programa?
Me llamó Tristán Bauer que está al frente
del canal Encuentro, y Fernando Rotembaro, quien es uno de los productores.
Me preguntaron si quería hacer un programa enfocado a la música
de Argentina, aunque tardé en decidirme.
¿Qué fue lo que pasó?
Durante un año estuvimos hablando, porque no me veía
como conductor. Siempre estuve del lado de los que hablan. Después,
cuando empecé a ver el perfil, el canal y todos los contenidos
que tenían que ver con la estructura del programa, fui entusiasmándome
y me convencieron.
¿Participás activamente de la producción?
No soy de los conductores que están desde el principio
hasta el final del armado del programa. Hay una productora (Arriaga)
que hace todo un trabajo de investigación para poder elegir
cómo vamos a contar determinada historia. Si bien tienen en
cuenta mi opinión, no emito un juicio de qué es lo que
va y lo que no va.
¿Cómo te sentís en el rol de conductor?
No es mi oficio. No me siento conductor. Me siento con cualquier
persona y siento que recibo, que tengo algo que aprender de estos
personajes. De ahí surge mucho de lo que se ve en el programa.
Es decir, es difícil que se vea un programa con el cual no
estoy comprometido, que no esté identificado o que no me movilice.
¿Qué sentiste la primera vez que te viste en
el programa?
(Risas) No me siento a verme. Me siento a ver el resultado
final. Soy la herramienta para que ese pequeño universo se
pueda contar. Se pueda compartir y se pueda descubrir. A veces puedo
tratar de interactuar más. Otras veces está casi sin
contaminar las ilustraciones de cada historia, cada lugar y cada circunstancia.
¿Qué cosas nuevas aprendiste?
Aprendí a escuchar al que está hablando. Y
un montón de cosas, más allá de las cuestiones
técnicas que tienen que ver con la televisión o de cómo
hacer un documental o construir un programa. Pero lo más importante
son las cosas que he vivido. Tengo que hacer un trabajo conceptual
para poder transferir todo lo que he recibido.
¿Cómo ves a la conducción como profesión?
Paralelo a éste trabajo, sigo siendo músico.
Esto de la conducción es una circunstancia que surgió
en el camino. Estoy muy contento, pero lo hago desde el lugar que
es el lugar de músico.
¿Hay alguna diferencia entre la temporada anterior
del programa
y la que se está emitiendo?
Antes la mayoría de los programas estaban vinculados
con temas folklóricos o música del interior. Ahora es
como que en algunas grabaciones nos estamos permitiendo ver qué
pequeños universos encontramos en las grandes ciudades. Por
eso, estamos en Córdoba tratando el tema del cuarteto.
¿Cuál es la idea básica del programa?
Creo que es poder compartir una primer mirada sobre un pequeño
universo a través de personajes. No es más que eso.
A cada persona le llega de manera diferente.
Universo neuquino
Hace un mes la producción de “Pequeños Universos”,
trajo a Chango Spasiuk a la ciudad para grabar un programa dedicado
a la obra poética de Marcelo Berbel. Para el chamamecero fue
un descubrimiento la producción del artista neuquino.
“Hace poco estuve conociendo un poco la poesía de Berbel
y esperamos ver qué resulta de esa edición. Porque este
no es un programa del que se puedan elaborar conceptos. No es un documental
donde están todos los contenidos técnicos y la información.
Es simplemente una pequeña mirada de pequeñas situaciones
en un lugar determinado. Esto es lo que va a ser el programa a través
de la poesía de Berbel para conocer un poco la región
de la Patagonia”. Para cerrar la idea y el concepto agregó
“sería una irresponsabilidad creer que en un programa
pequeño se puede abarcar absolutamente todo. Esto es como una
pequeña puerta que se abre a todo un universo de contenidos,
de imágenes, de situaciones. Eso es lo queremos compartir.
Espero que sea un disparador. Una oportunidad de conocer algo que
no conocíamos y después poder indagar más en
esa dirección”, concluyó Spasiuk.
Vanguardia y tradición en el folklore
Suele discutirse sobre la pureza folklórica de ciertos cantantes.
Músicos como Soledad fueron criticados por su estilo. La contraposición
entre lo tradicional y lo vanguardista fue analizada por Spasiuk.
“La música popular se toca y se construye, habrá
quien toca bien y quien no toca tan bien. En el mundo de ahora hay
muchas herramientas y está la globalización. El punto
es que hago frente a eso. Qué conocimiento tengo desde ese
lugar. No puedo decir si soy una persona renovadora si no sé
de dónde vengo. La música implica la construcción
de forma, contenido y hay que buscar un balance. Para eso se necesita
conocimiento y trabajo, que lleva toda la vida”, señaló
el chamamecero.
Por otro lado acotó “hay que tener cuidado con la palabra
tradición y vanguardia. Muchas veces creemos que la tradición
es algo dado y pensamos que la vanguardia es el desarrollo de una
forma. Para tener una opinión se tiene que ver el conjunto,
no una parte, porque eso permite determinar si realmente hay cambios
o no. Porque si no cambia la percepción de algo, es como tener
la misma casa de antes pero con otro color. La vanguardia es la inauguración
de una nueva percepción a partir de los mismos elementos”.
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