Toledo, España (AFP-NA) >
España, puntera en parques eólicos, quiere encabezar
la aplicación de esta energía renovable a la red eléctrica,
pese a su carácter intermitente, marcado por los caprichos del
viento.
En la céntrica región de Castilla la Mancha, cuyos molinos
de viento inmortalizó el valeroso hidalgo Don Quijote, las aspas
eólicas se levantan a diestro y siniestro, como un elemento más
del paisaje.
Esta zona contribuyó ampliamente al espectacular crecimiento
de este sector que hoy en día provee a España del 10%
de la energía eléctrica que consume.
La entrada de esta nueva energía en el mundo de la red eléctrica
será decisiva para que la Unión Europea (UE) alcance su
objetivo de producir un 20% de energía renovable antes de 2020.
«El desafío es garantizar el equilibro instantáneo
entre la oferta y la demanda de electricidad con una producción
eólica que incorpore una variabilidad mucho mayor» que
las fuentes de energía tradicionales, explicó Luis Atienza,
presidente de la Red Eléctrica de España (REE), que gestiona
la red de transporte de electricidad.
La tarea es delicada, pero existen herramientas para llevarla a término.
Así, en Madrid, la REE puso en marcha un Centro de Control de
Energías Renovables, una novedad a nivel mundial según
sus creadores.
Esta herramienta, que permite recabar cada 12 segundos informaciones
sobre el conjunto de las centrales eólicas de toda la península,
es valiosa para seguir la evolución de la producción.
A pesar del progreso, sigue siendo difícil anticipar las variaciones
del viento.
Si se instala un anticiclón sobre la Península Ibérica,
las centrales térmicas deberán aumentar rápidamente
su potencia para compensar la caída de la producción de
las centrales eólicas.
Con una potencia eólica de 15.000 megavatios (MW), España
figura en segunda posición en Europa, por detrás de Alemania.
«Los españoles dieron muestra de audacia», sobre
todo gracias a tarifas atractivas, e invirtieron en sistemas que permiten
«aceptar la producción eólica en la red»,
explicó André Antoloni, presidente del Sindicato Francés
de Energías Renovables (SER).
En su opinión, Francia, que tiene el segundo yacimiento eólico
de Europa por detrás de Gran Bretaña, puede seguir el
mismo camino siempre que dé suficiente «visibilidad»
a este tema, que requiere una inversión alta.
«No basta con decir: instalo (energía) eólica y
todo irá bien. Hay que gestionar el acompañamiento de
la energía eólica», explicó por su parte
Dominique Maillard, presidente del directorio de la Red de Transporte
de Electricidad (RTE), el equivalente francés de la REE.
Es un desafío factible, como lo fue hace 40 años la llegada
de la energía nuclear, que modificó la configuración
de la red francesa.
La RTE apuesta por invertir 1.000 millones de euros antes del 2020 para
adaptar sus infraestructuras al poderoso ascenso de la energía
eólica.
Más allá de su dimensión técnica, esta apuesta
plantea problemas de aceptación entre la sociedad debido a que
las energías renovables requieren nuevas infraestructuras.
«La gente acepta las nuevas infraestructuas viarias o ferroviarias
porque ven su utilidad directa» pero esto no se da en las de la
red eléctrica, opina Luis Atienza.
Para el 2020 España cuenta con que el 40% de su energía
eléctrica sea eólica.