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Propusieron crear una empresa estatal
que contrate a las privadas como prestadoras de servicios. Petrobras
rechazó la idea. Brasilia (AFP-NA) >
Con el precio internacional del crudo por las nubes, Brasil debate
sobre el modelo que adoptará para explotar las gigantescas
reservas petroleras recientemente descubiertas en aguas profundas
de su costa.
El meollo del debate es cómo garantizar una mayor participación
del Estado brasileño en las ganancias.
En un momento en que la región ha multiplicado las propuestas
estatizantes, el ministro de Energía de Brasil, Edison Lobao,
propuso crear una empresa estatal que contrataría a otras petroleras
como prestadoras de servicios para la explotación, pero que
se reservaría las ganancias y la propiedad del crudo.
«Sería una empresa 100% del Estado, 100% del pueblo brasileño»,
dijo Lobao.
El modelo fue rechazado por Petrobras, la petrolera estatal brasileña
que fue descartada por el ministro porque tiene parte de su capital
en bolsa.
Convertir a las petroleras licitadas en meras prestadoras de servicios,
sin participación en las ganancias, no promueve nuevas tecnologías,
genera problemas de gestión y falta de inversión, dijo
el presidente de Petrobras, Sergio Gabrielli, en entrevista al diario
Valor Económico esta semana.
Compartir riesgos y ganancias
Por ello, propuso un modelo intermedio, de producción compartida,
que repartiría riesgos y ganancias entre la concesionaria y
el Estado.
El debate, destinado garantizar al Estado brasileño más
participación en las ganancias petroleras de los nuevos yacimientos,
es válido, pero anda por el camino equivocado, dijo a la AFP
el investigador del Centro de Estudios del Petróleo, Saul Suslick.
El especialista propone, en la misma línea de la reguladora
Agencia Nacional del Petróleo, ampliar el porcentaje de ganancias
que las concesionarias están obligadas a pagar al Estado, las
llamadas Participaciones Especiales. Esta contribución tiene
un techo de 40% que podría ser aumentado sin modificar la ley,
que también tasa, de 5 a 10% los royalties, entre otros encargos.
Cambiar la ley con los modelos propuestos por el ministro o por Petrobras,
acaba con la eficiencia y la transparencia, afirmó Suslick.
Añadió que abandonar las licitaciones, como hizo el
gobierno a final de 2007 para estudiar qué modelo aplicará
y retiró de la última subasta petrolera los campos ubicados
en el área de nuevos yacimientos, retrasará una producción
que debe llevar años para comenzar, por las dificultades de
acceso.
La actual ley petrolera fue creada hace diez años para atraer
inversiones y alentar la participación privada, ampliando la
exploración en áreas de riesgo. En ese período
Brasil consiguió la autosuficiencia.
Pero el panorama cambió con el descubrimiento del campo Tupí
a fines de 2007 con reservas suficientes para duplicar las actuales
de Petrobras, y con crudo de alta calidad.
Otros campos aparecieron en los últimos meses. Aparentemente
serían parte de un gigantesco yacimiento que se extendería
por centenares de kilómetros en la costa, con reservas estimadas
en más de 70.000 millones de barriles por analistas, pero ubicadas
a miles de metros de profundidad y bajo una gruesa capa de sal que
dificultan el acceso.
Brasil tiene ahora la enorme tarea de demostrar esas reservas, y comenzar
a explotarlas, lo que debe llevar años y grandes inversiones.
Pero, de comprobarse, esos yacimientos prometen convertir a Brasil
en una nueva región petrolera mundial, lo que llevó
al gobierno a advertir que podría cambiar las reglas para que
el país obtenga más beneficios.
Los campos hasta ahora descubiertos son operados por Petrobras con
otras petroleras internacionales, pero gran parte de esa área
nunca fue licitada.
Además, legisladores oficialistas brasileños, preocupados
por la custodia de los campos de petróleo hallados recientemente
y de la actividad militar de Estados Unidos, propusieron a los directivos
de Petrobras que se destine parte de la ganancia petrolera al presupuesto
de las Fuerzas Armadas.
Flaquea el autoabastecimiento
San Pablo (Télam) > La autosuficiencia
brasileña en la producción de petróleo, alcanzada
en 2006, peligra debido al aumento en el consumo de combustibles en
el país, según publicó el diario «O Estado
de Sao Paulo». Si bien, Brasil atraviesa un gran momento en
materia de descubrimientos petrolíferos tras los anuncios de
varios hallazgos de grandes yacimientos off shore, su desarrollo y
explotación demandará varios años.
La Agencia Nacional de Petróleo (ANP) informó que Brasil
importó más petróleo y derivados de lo que exportó
en los cuatro primeros meses de este año. Este incremento de
las importaciones hace que el Gobierno ya admita que cerrará
el año con déficit en materia energética.
«Estamos en el límite entre oferta y demanda»,
resumió el presidente de la Empresa de Investigación
Energética (EPE, por sus siglas en portugués), Mauricio
Tolmasquim, quien admitió que el déficit puede extenderse
hasta fin de año.
El año pasado, el consumo de combustibles creció 5,8
por ciento, es decir más del doble del 2,4 por ciento previsto
por el ente estatal Petrobras en 2006, cuando se declaró la
independencia energética, recordó la agencia de noticias
DPA.
Entre enero y abril pasados, el aumento de las importaciones se intensificó
aún más, y así Brasil compró 22,5 millones
de barriles de petróleo y derivados más de lo que vendió,
lo que se traduce en un déficit promedio de 185.000 barriles
por día.
En 2006, el balance entre compra y venta de petróleo resultó
positivo, con un saldo a favor de 57.000 barriles por día.
En 2007, el combustible «sobrante» cayó a 13.000
barriles diarios.
En 2006, el plan de negocios de Petrobras preveía que la autosuficiencia
energética se mantendría por diez años, y que
Brasil produciría unos 2,1 millones de barriles por día.
Sin embargo, ahora Petrobras tuvo que revisar la meta anual de consumo
aumentándola a 1,95 millones de barriles por día. Una
de las principales causas del déficit energético es
el atraso de la puesta en marcha de algunas plataformas de producción.
El mercado del gas se globaliza
Madrid (AFP-NA) > El mercado del gas se globaliza
poco a poco gracias al gas licuado que lo libera de las ataduras de
los gasoductos, un cambio muy esperado por los productores, que esperan
que el precio lo fije el mercado y no los contratos.
«Se están dando todos los elementos para la globalización»,
estimó este miércoles Abdalá Salatt, consejero
del ministro de Energía de Qatar, gran exportador de gas, durante
el XIX Congreso Mundial de la Energía.
Hasta el momento, el mercado del gas funcionaba de manera simple:
el producto se transportaba más fácilmente por gasoductos,
por lo que siempre llegaba al mismo cliente.
Los contratos eran a largo plazo a precios vinculados a los del petróleo
y fijados previamente. Las leyes de la oferta y la demanda no operaban
realmente en este mercado y los países productores veían
como el precio era el mismo que en los años 80 y 90, mientras
que los del petróleo se disparaban.
Pero todo está cambiando. «Estamos en una encrucijada
entre la regionalización y la globalización de los mercados
del gas», lo que desemboará en esto último y hará
el mercado más flexible, aseguró Mohammed Meziane, presidente
de la empresa argelina de gas Sonatrach, que exporta sobre todo a
Europa.
Y esto será gracias al gas natural licuado (GNL), transportable
en barco y por lo tanto de tratamiento más flexible, y en un
momento de demanda energética creciente.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE),
la demanda de gas natural pasará de 2,8 billones de m3 2005
a 4,7 en 2030. El GNL supondrá el 84% del aumento del comercio
de gas en 2030.
Esto dará mucho más poder a los exportadores, que podrán
redirigir su producción hacia los clientes que pagan más,
recurriendo a la fijación de los precios en los mercados, como
ocurre con el petróleo.
«Esto ofrecerá más seguridad de suministro, ya
que habrá más acceso a fuentes diferentes de gas»,
explicó a la AFP Colette Lewiner, directora de la rama de energía
de Capgemini. Europa será así menos sensible a las presiones
de un importante abastecedor como Rusia, si ésta decide reducir
el transporte por gasoducto.
No obstante, «los precios serán más volátiles
y los consumidores estarán sometidos a la competencia internacional»,
añadió.
A este panorama se añaden los interroganes sobre la creación
hipotética de una OPEP del gas, lo que rechazan de plano por
ahora los principales productores mundiales.
El viceministro ruso de Energía, Anatoly Yanovsky, reiteró:
«No queremos hablar de un cartel que fije precios y cuotas».
Sin embargo, «el mercado del GNL se parece al del petróleo
de hace 50 años», observó Meziane.
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