Por LAURA E. ROTUNDO
El reconocido consultor y analista político Sergio Berensztein,
miembro de Poliarquía Consultores, dialogó con La Mañana
de Neuquén sobre el panorama político actual y el escenario
que va configurándose con vistas a las elecciones presidenciales
de 2007.
Desde los Estados Unidos, donde se desempeña como Doctor en
Ciencia Política de la Universidad de North Carolina, aseguró
que la crisis política es sistémica y que este gobierno,
al contrario de querer mejorar la calidad de las instituciones, pretende
profundizar esa crisis.
Desde el punto de vista político, ¿cómo
ve al gobierno y a la oposición en este comienzo de año?
La gestión de gobierno es básicamente la continuidad
de lo que ya se había visto luego de las elecciones de octubre
último. El oficialismo parece tener aún más protagonismo
e interpreta los comicios como una especie de apoyo mayoritario de
los ciudadanos argentinos, a pesar de lo que -por lo menos en términos
cualitativos- expresaron las urnas.
Sin dudas, se reforzó su autoridad, fundamentalmente en la
provincia de Buenos Aires, y se convirtió en el único
líder del justicialismo y eso junto con el resto del respaldo
que estaba consiguiendo, lo potenció como la figura política
excluyente.
Teniendo en cuenta esto más la debilidad intrínseca
y notable de la oposición, se define un escenario en donde
el presidente Néstor Kirchner mantiene, casi por exclusividad,
la iniciativa de la agenda pública y los partidos opositores
reaccionan a veces pero carecen de los recursos institucionales, políticos
y simbólicos como para ejercer un control efectivo.
Y con vistas a las próximas elecciones presidenciales,
¿qué se va armando?
Por un lado, se va configurando cada vez más un intento del
Presidente por ser reelecto, con la construcción del espacio
«Compromiso K» y por el ámbito opositor, se observa
una indefinición bastante natural porque aún falta bastante
para los comicios del 2007 y porque no aparecen todavía ni
los candidatos ni los partidos con capacidad para presentarle una
pelea seria a Kirchner.
¿A qué atribuye la falta de una estructuración
sólida en la oposición?
En primer lugar, creo que hay que tener en cuenta que si el Presidente
no fuera Presidente, estaría igual de debilitado. Es decir,
que no es Kirchner el que logra tener tanto poder, sino que son los
recursos de un Presidente los que le hacen alcanzar todo lo que tiene.
Él construye su liderazgo gracias a la Presidencia. Sin dudas,
su poder disimula la crisis sistémica de la política
argentina.
No hay que sorprenderse de que la oposición sea débil,
porque hasta el Partido Justicialista es frágil.
Los partidos efectivamente se fortalecen en la medida que controlan
recursos de gobierno, sobre todo económicos. Fuera de ello,
carecen de la autonomía y la capacidad para existir si no fuera
por los recursos del Estado. Por esto mismo, algunos gobernadores
también tienen poder, como es el caso de Jorge Sobisch en Neuquén.
No es que él sea un dirigente carismático ni que tenga
predominancia en la construcción política que ha hecho
durante años… simplemente gobierna en una provincia que
tiene tantos recursos naturales, que le da a un líder con proyección
nacional como lo es él la posibilidad de presentarse.
Es claro: no son los partidos, no son los movimientos, no son las
figuras ni las ideas los que generan esto sino los recursos de gobierno.
Fuera del caso del Presidente y del gobernador Sobisch, ¿quién
cree que podría aparecer como una posible alternativa política?
La crisis de la oposición es sistémica.
El único partido que se consolidó en la República
Argentina luego de la enorme crisis del 2001 es el ARI. En poco tiempo,
con Elisa Carrió a la cabeza, logró una presencia importante
en prácticamente todo el país y ha hecho una elección
muy razonable en los últimos comicios legislativos, teniendo
en cuenta las características organizativas de ese partido,
especialmente de limitación en cuanto a recursos, ya que no
recibe fondos por parte de empresarios.
Lo mismo ocurre con fuerzas que tienen un cierto nivel de proyección
nacional como es el caso de Mauricio Macri, que anduvo muy bien en
su distrito pero que aún le falta bastante para lograr una
red a nivel nacional.
Existe también el poder residual, pero significativo del radicalismo
que es el único partido nacional, al margen del justicialismo.
La UCR tiene gobernadores, varios intendentes, presencia en el Congreso
y experiencia, que en política es muy importante. Obviamente,
también tiene el estigma de haber fracasado como partido de
gobierno.
Sin embargo, insisto en que todavía falta para el 2007 y tal
vez las cosas puedan revertirse porque los procesos electorales son
muy dinámicos y pueden presentarse escenarios diversos en el
mediano plazo.
Hoy por hoy, no se habla tanto de corrupción como
en la década del ’90. ¿Cree que hay más
transparencia en el sistema político?
La transparencia es función de la calidad de las instituciones
y de los mecanismos de control. En ese sentido no se ha avanzado en
absoluto, ni a nivel nacional ni tampoco a nivel provincial.
No hay ningún motivo para sospechar que actualmente hay menos
o más transparencia que antes o más o menos corrupción.
Entonces no es que haya más transparencia, sino consecuencia
de que simplemente no se habla de este tema…
Sí. Éste no es un tema ahora y tampoco lo era a principios
de la década del ‘90 porque la sociedad se vuelve más
sensible en cuanto a la transparencia y a la corrupción, cuando
se estanca la economía o hay recesiones, simplemente porque
cambia el humor de la gente.
Como actualmente se vive un proceso de recuperación económica
muy notable, los argentinos están pensando en otra cosa y si
existe la corrupción, prefieren no enterarse... pero son ciclos
y la paciencia de la gente el algún momento se acaba.
Indudablemente, lo que ha cambiado es el manejo -en muchos aspectos-
de los medios de comunicación, donde se sospecha que hay un
menor grado de libertad por parte de los periodistas para ejercer
la función de contralor.
La cuestión de la pauta publicitaria del oficialismo es un
hecho y por consiguiente se redujo la inversión del sector
privado en publicidad.
Lo cierto es que definitivamente estamos hablando de aspectos que
ponen de manifiesto una recuperación del poder político
frente al sector privado, a la sociedad civil y a la opinión
pública en general.
En el mediano plazo, ¿cuál es su expectativa
respecto de la sociedad argentina y la clase dirigente? ¿Cree
que podrá reconstruirse el respeto hacia las instituciones?
En principio, yo no veo ningún esfuerzo de esta clase política
para aumentar la calidad institucional. Todo lo contrario, sobre todo
el gobierno no ha demostrado esta intención, excepto en algún
hecho puntual como lo fueron los cambios de la Corte Suprema de Justicia.
Sacando esa «primaverita» muy superficial, el gobierno
ha hecho todo lo posible para profundizar el deterioro institucional.
Esto tiene muchas manifestaciones: desde las facultades delegadas
del Congreso al Poder Ejecutivo, la falta de transparencia de los
gastos, el proceso electoral que estuvo permanentemente viciado de
intervención por parte del gobierno en la definición
de candidatos y financiamiento de algunos, premios y castigos según
la lealtad absoluta que tienen con el Presidente, la idea de colonizar
el Consejo de la Magistratura, el control en la prensa… la lista
de cuestiones que manifiestan de manera absolutamente contundente
la intención expresa del gobierno de profundizar y aprovecharse
de la falta de calidad institucional es infinita.
La oposición tal vez sí tiene un poco más de
interés en revertir este deterioro pero no cuenta con el poder
para hacerlo. Y en la sociedad civil, se observa un proceso de retracción
de participación ciudadana, con lo cual -en el corto plazo-
no hay nada que haga esperar que se dé un cambio significativo
en ese sentido.
Desde Poliarquía Consultores, ¿cuáles
son los principios que se plantean para revertir ese deterioro?
Nuestro nombre sugiere que de la única manera en que puede
funcionar el sistema democrático es con un poder muy dividido,
de la mejor manera posible, en el que haya distintas expresiones que
se respeten entre sí y que reflejen la pluralidad de la sociedad.
Creemos que deben existir eficaces y exhaustivos mecanismos de control
para que la ciudadanía pueda participar y controlar a quienes
manejan los recursos públicos.
Argentina en el sentido de la transparencia, todavía ni ha
comenzado un proceso que vaya orientado a eso porque a los líderes
políticos no les importa.
¿Por qué cree que una gran parte de los dirigentes
argentinos no se interesan por impulsar una reforma política
profunda y sí por profundizar el deterioro de las instituciones,
como indicó usted anteriormente?
En general, porque ganan con status quo y porque prefieren tener los
beneficios de instituciones débiles, controlar el poder y porque
se sienten incómodos con la participación ciudadana.
Jugar con reglas de juego diferentes y de mayor calidad implica un
cambio tan importante de la cultura que logró hacer que estos
líderes llegaran donde llegaron, que obviamente se resisten
a modificar todo.
Este Presidente y la mayoría de los gobernadores no cambian
porque no les conviene.
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