Por Laura E. Rotundo
Dentro de apenas siete días, la población argentina
irá a las urnas para renovar la mitad de los miembros de la
Cámara de Diputados y un tercio de quienes integran el Senado
Nacional.
Felipe Noguera es consultor político y en esta entrevista advierte
que lo más importante será analizar los resultados de
estas elecciones legislativas, ya que lo más probable es que
surja un nuevo modelo político.
¿Cómo ve el escenario político, a tan
poco tiempo de los comicios?
Creo que vivimos una especie de reconstrucción política
después de lo que fue el colapso del 2001. Pienso que nuestra
política, con un sistema de dos partidos que se alternaban
en el poder o que iban discutiendo los temas funcionó bastante
bien a partir de 1983... hubo muchos cambios democráticos,
que estaban muy postergados en Argentina.
Sin embargo, cuando llegó el momento de hacer la reforma política
creo que no pudo hacerse y falló la Constituyente de 1994,
lo que terminó produciendo esa tremenda crisis hace cuatro
años.
Desde esa perspectiva, considero que estamos en un proceso de reconstrucción
política, donde ésta empieza a rearmarse, aunque creo
que la verdadera reforma aún está pendiente. Dentro
de esta evolución podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío,
podemos ver todas las falencias de la política actual u observar
cómo se van recuperando ciertas cosas.
Sí podríamos decir que por un lado ésta es una
campaña relativamente pobre en comunicación y candidaturas
o podemos afirmar que esto es mucho mejor que el “que se vayan
todos” del 2001 o el proceso electoral un tanto enrarecido que
se dio en 2003.
En términos genéricos, yo opino que estamos mejor.
Por otro lado, me parece que es muy importante tomar en cuenta el
marco histórico desde el ‘83 a la fecha y ver que en
nuestro país hay una diferencia bastante marcada entre las
elecciones presidenciales –que tienden a polarizarse- y los
comicios legislativos, donde el voto tiende a distribuirse.
Creo que una de las cosas que hemos visto en esta elección
es que claramente es un comicio de mitad de período, donde
el voto se va racionar y donde habrá que hacer una interpretación
después de las elecciones.
Si bien el presidente Néstor Kirchner de alguna manera rebobinó
su idea del plebiscito, creo que no todo el mundo dio marcha atrás
en la parte analítica y se está evaluando como si fuera
una elección a todo y nada, cuando en realidad es un proceso
donde mucha gente va a buscar a su representante, habrá radicales
que se encontrarán con el radicalismo, habrá peronistas
que votarán al partido peronista que crean más auténtico,
estará presente Elisa Carrió que de a poco va generando
una especie de marca que es el ARI y que se extiende más allá
de la provincia de Buenos Aires, un fenómeno interesante como
lo es el socialismo en Santa Fe o el Movimiento Popular Neuquino.
Tenemos muchos fenómenos interesantes e insisto en que habrá
muchas interpretaciones después de las elecciones... la política
argentina siempre ha sido territorial y no hay motivo para pensar
que dejará de serlo.
¿Cree que influirá mucho en la decisión
de los argentinos la interna entre Kirchner y Eduardo Duhalde?
Yo creo que la división entre Kirchner y Duhalde es relativamente
reciente. Durante los primeros dos años del gobierno actual,
creo que el Presidente ha hecho una cosa extraordinaria. Cuando gana
las elecciones con el 22 por ciento de los votos, en el medio de una
crisis, nadie se imaginaba el éxito que iba a tener en términos
de restablecer la gobernabilidad, la autoridad del Estado y permitir
que se mantuviera un crecimiento económico.
Mucha gente dice que este crecimiento es exógeno y que tiene
que ver con lo que está pasando en el resto del mundo, pero
aunque uno estuviera de acuerdo con ese pensamiento, igual es importante
tener un cierto grado de estabilidad interna para poder aprovecharse
de eso. El trabajo que Kirchner ha hecho, de aliarse con la opinión
pública para generar poder y poder gobernar en estos dos años
va a ser materia inclusive de análisis en los libros del futuro.
Cuando él divide la alianza que tenía con Duhalde, de
algún modo vuelve la política. Hasta ese momento, el
país estaba tan cerca del abismo que no había lugar
para estar en desacuerdo. A partir de esta discusión, se van
abriendo otras tensiones.
Viendo que falta sólo una semana para los comicios, estimo
que con el resultado electoral en mano –donde Kirchner obtendrá
mucho más que el 22 por ciento pero difícilmente llegará
al 50- se va a establecer un nuevo tablero donde se va a armar un
nuevo esquema político.
Lo otro que seguramente sucederá es que los gobernadores de
las provincias, después de las elecciones, ya van a pensar
en el 2007.
Y después de los resultados y pensando en 2007, ¿cómo
advierte el futuro político del país?
Pienso que Argentina piensa en el 2007 y también mucho más
allá.
Una cosa muy positiva es que del ’83 a la fecha nunca se ha
dejado de lado el ideal democrático y las instituciones, lo
cual es muy valioso.
También tenemos, a partir de 2001, una ambición de tener
una nueva política y, de hecho, lograron entrar nuevas figuras,
aunque pocas... es decir que quedó sangre nueva y algunas figuras
de la llamada vieja política también se han aggiornado.
Estoy convencido de que tenemos en nuestro país recursos humanos
y gente que sabe de política. Pienso que estamos mirando para
adelante y viendo cómo se reorganiza este futuro.
A nivel nacional y analizando un poco las encuestas, ¿cómo
están posicionados hoy los principales candidatos?
La verdad es que los sondeos difieren distrito por distrito.
En la mayoría de los casos, los gobernadores tienen un buen
nivel de apoyo popular por lo que las listas de cada uno van a funcionar
bien en los comicios.
El caso extremo es el de la Capital Federal donde el jefe de Gobierno,
Aníbal Ibarra, ni siquiera presentó lista.
También empiezan a aparecer propuestas que trascienden de un
distrito a otro, como el ARI y habrá que ver qué sucede
con Mauricio Macri que tiene una alianza con sectores de la provincia
de Buenos Aires y con Jorge Sobisch en Neuquén.
Por supuesto, está la competencia en el distrito bonaerense,
a la cual mucha gente mira como para ver cuál será el
futuro del peronismo.
La mayoría de la población supone que los ex presidentes
Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá van a ingresar al
Senado.
Creo que a partir de todos estos cambios se va a empezar a definir
cómo será la situación política del país.
Seguramente serán dos las opciones: se podría seguir
en la línea de los últimos años donde la política
es una especie de interna peronista llevada a las elecciones generales
o se podría ir armando un modelo de una fuerte centroderecha
y una fuerte centroizquierda.
Creo que el presidente Kirchner, con su transversalidad y con los
apoyos tácticos que le hace a ciertos gobernadores, está
intentando armar la segunda alternativa, como sucede en Europa y otros
países del mundo.
¿A qué figura o a qué partido ve con
más posibilidades de asumir la Presidencia dentro de dos años?
Obviamente el presidente Kirchner, con su altísimo nivel de
imagen positiva y de imagen de gestión –que aún
hoy lo ubican entre el 50 y el 70 por ciento-, tiene que encabezar
esa lista... hoy no está ni siquiera en discusión.
Si él logra mantener ese nivel de gestión hasta en 2007
y si logra resolver una alianza de centroizquierda o una interna peronista,
sería bastante probable que fuera reelecto.
Luego, existen una serie de figuras que han estado menos expuestas,
como Mauricio Macri, el vicepresidente Daniel Scioli y el ministro
de Economía, Roberto Lavagna. También hay algunos gobernadores
que siempre tienen un cierto nivel de expectativa, como es el caso
de Juan Manuel De la Sota, Juan Carlos Romero, Ángel Rozas
y Sobisch, como único gobernador de un partido provincial que
va asomando a la escena nacional.
A veces surge la duda de cuán fehacientes pueden ser
las estadísticas... ¿cuál es el margen de error
que puede existir en una encuesta?
Hoy por hoy, la mayoría de los candidatos contrata a más
de un consultor y aunque todas sean hechas de buena fe, van a dar
distintos resultados y el candidato solamente difunde las que le favorecen.
El margen de error varía y el “real” varía
porque se está midiendo en un momento y la elección
tiene lugar en otro momento.
La mayoría de los sondeos que se realizan actualmente en Argentina
tienen una posibilidad de desacierto que va del 3 al 5 por ciento.
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