Por Laura E. Rotundo
En diálogo con La Mañana de Neuquén,
la socióloga uruguaya Beatriz Kohen -quien además fue
directora del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA)-
revela en este reportaje algunos de los puntos más interesantes
de su libro y analiza el rol que ocupa el sexo femenino en la Justicia.
Entre otras personalidades, la presentación de la obra contó
con la presencia y las palabras de la doctora Carmen Argibay, ministra
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
¿Cómo observa el desempeño del sexo
femenino en todos los ámbitos laborales de este país?
Me parece que a través de su avance en el ámbito educativo
las mujeres argentinas han adquirido credenciales educativas y han
ido ganando importantes espacios en el mundo de las profesiones y
en el mercado de trabajo.
Sin embargo, ganan menos por el mismo trabajo y trabajan en el mercado
informal con mucha mayor frecuencia que los varones. Son pocas las
que reciben todos los beneficios a los que tienen derecho.
¿Cuál es el balance que hace del papel que
cumple la mujer
en la Justicia de Familia?
En cuanto a su principal aporte, diría que es un enfoque claramente
interdisciplinario y contextual a la resolución de los conflictos
jurídicos que las lleva a tomar decisiones en forma colectiva.
Según lo relevado en la investigación que realizó
para editar su libro, ¿qué grado de discriminación
existe hacia el género femenino en este ámbito?
La participación de las mujeres en el Poder Judicial se concentra
en las instancias inferiores y en los fueros más compatibles
con los roles tradicionales de las mujeres (Justicia de Familia y
de Menores) y se enrarece a medida que se consideran los tribunales
y juzgados de mayor prestigio y los que mueven considerables sumas
de dinero (juzgados y tribunales federales, penales y penal económico).
Esta tendencia ha sido llamada por los expertos de “segregación
vertical y horizontal”.
Desde su punto de vista de socióloga, ¿por
qué cree que la sociedad aún hace diferencias hacia
las mujeres, particularmente a nivel profesional?
Me parece que el punto central es que si bien las mujeres han avanzado
mucho en relación con sus logros educativos, abarcando esferas
antes reservadas a los varones, el gran nudo se da porque a pesar
del avance profesional de las mujeres sigue estando depositada en
ellas la mayor responsabilidad por la crianza de los hijos y la organización
del hogar.
¿Cómo observa la participación de dos
mujeres en la Corte Suprema de Justicia?
Considero que la participación femenina en la Corte salda
una importante deuda que el Estado tenía con las mujeres en
Argentina. La representación femenina en uno de los más
importantes órganos del Estado es válida por una cuestión
de representación social en el contexto de una sociedad democrática,
donde la conformación de sus instituciones básicas y
en especial la Justicia deberían reflejar las diferencias existentes
en el seno de la sociedad.
La presencia de mujeres en el más alto tribunal así
como la de cualquier otro grupo discriminado dentro
de la sociedad estaría marcando una tendencia democratizadora
de la institución. Éste es un argumento comúnmente
mencionado que las experiencias que las mujeres tienen por pertenecer a
un grupo subordinado generarían una mayor sensibilidad
en relación con las dificultades que padecen los grupos
discriminados en general.
Por otra parte, la sola presencia de mujeres en posiciones de autoridad
modifica la imagen de las mujeres como grupo social subordinado, lo
que amplía el repertorio de los modelos de mujer circulantes
en la sociedad y multiplica, a nivel simbólico, las opciones de
desarrollo profesional de las jóvenes mujeres que toman decisiones acerca
de su futuro. A través de estos modelos de mujeres, ocupando
posiciones de poder, se estaría generando un efecto de demostración.
Yo diría que en cuanto a la introducción de una perspectiva
de género, dependerá de si la jueza tiene o no
tiene una mirada de género. Lo que quiero decir es que
el hecho de que se trate de mujeres no asegura de por sí una perspectiva
de género.
Sin embargo, creo que cuando un juez o jueza asume sus funciones trae
consigo sus determinaciones sociales incluido el género, así
como también sus experiencias y valores y que ello sin
duda tiene que traducirse en el ejercicio profesional, lo que
implica no sólo sus sentencias sino también otros aspectos
que hacen a su estilo de ejercicio profesional como la forma en que
organiza su trabajo, la cercanía o distancia que adopta
en relación con los justiciables, entre otros puntos.
Y todos esos aspectos no van juntos, sino que actúan en forma
separada, una actitud diferente en relación a cómo se
conduce una audiencia o se interactúa con los profesionales
que representan a las partes o aquellos de su propio equipo y
con los justiciables podrían no acarrear diferencias en
las decisiones finales de los jueces, pero sí marcar diferencias
en la forma como se imparte Justicia.
Más allá de que las mujeres compartan ciertas experiencias
que podrían marcar sus estilos de ejercicio profesional, ni
los varones ni las mujeres son iguales entre sí, esta
respuesta necesariamente debe incorporar las diferencias existentes
al interior del género al que pertenezcan los o las jueces.
Como el derecho no es una ciencia exacta, ese bagaje complejo
y multifacético que el juez o jueza trae consigo tendrá
consecuencias en relación con su forma de interpretar
la ley. Por otra parte, el género no puede verse en forma aislada ya
que se entrecruza con otras variables y fuerzas sociales.
Además, si a efectos del análisis social -que siempre
involucra un cierto grado se sobresimplificación y de
estereotipación- se habla de las características femeninas
que se derivarían de la socialización de género
y de los roles que las mujeres ocupan en la sociedad, o sea de
todas estas experiencias que las mujeres tienen en común y
las diferencian de los varones, habría que tener en cuenta
que el derecho como disciplina, el ámbito de la ley y el sistema
legal tienen una larga tradición masculina y patriarcal que
se traduce con fuerza a nivel de la formación de los abogados
y abogadas.
Así, aún considerando que las mujeres llegasen
a la universidad con ciertas características «femeninas»,
cabría preguntarse si la fuerte cultura que prevalece
en la formación profesional de los abogados no borra dichas
tendencias, sobre todo cuando las mujeres sienten que para avanzar
y competir en ese ámbito tan masculino tienen que adoptar la
cultura, los valores y modos de funcionamiento de una profesión
que es masculina en cuanto a sus orígenes y desarrollo.
Si bien se podría afirmar que en Argentina los jueces, en general,
tienen un perfil bastante homogéneo en cuanto a sus orígenes
sociales y formación profesional lo que, en vías
de principio, podría contribuir a la evaluación de
los efectos de la variable género, cada caso debe
ser evaluado en su especificidad. Y la realidad es que,
en la persona de estas dos juezas, ambas excelentes profesionales,
tenemos ejemplos de dos perfiles muy diferentes.
¿Qué cree que aporta el sexo femenino de distinto
a un órgano de tal relevancia para el Estado?
Me parece en principio que miembros de otro género probablemente
traigan un aire fresco a una institución tan masculina.
Sin tener demasiada información diría que los intereses
profesionales de Elena Highton parecen estar más orientados
a cuestiones funcionales y de administración de justicia,
además de introducir una fuerte cultura de resolución
alternativa de conflictos.
A su vez, Carmen Argibay parece más preocupada con la
plena vigencia de los derechos humanos y trae una mirada de género.
Todos estos aspectos son muy importantes para la Justicia.
Sobre este último punto, Usted está realizando
una investigación de cómo los medios producen diferencia,
a propósito del proceso de nominación y nombramiento
de las dos ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
¿Qué críticas le hace a la cobertura mediática?
En el punto al que llegué todavía no le hago
críticas a los medios. Sólo considero que su exacerbación
de las diferencias entre las dos juezas y generar tanto ruido con
respecto a las declaraciones de Argibay en relación con su
feminismo, su condición de atea y su posición en relación
con la despenalización del aborto fue funcional al gobierno.
Un gobierno que necesitaba construir poder, ya que había llegado
a una victoria en las urnas con un porcentaje muy pequeño del
electorado, que ganó muchos puntos al autolimitarse sancionando
el Decreto 222/03 e incluso quedó bien con la Iglesia al buscar
llenar la siguiente vacante con una moderada.
¿Qué diferencias podrían establecerse entre el
papel de la mujer dentro del ámbito judicial en este país
y el que ocupa en otra nación desarrollada?
La realidad es que la situación de la mujer dentro del ámbito
judicial argentino no es muy diferente hoy por hoy a la de los países
desarrollados…
¿Cuáles son los reclamos que hacen las mujeres
que se sienten relegadas en el ámbito judicial?, ¿reciben
respuestas?
Pocas mujeres hacen reclamos abiertos. Hay una tendencia
a subestimar el hecho de que son objeto de discriminación.
¿Cree que se revertirán las falencias de la
situación que describe en su libro?
Espero que así sea…
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