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Por laura rotundo
TDAH, panic attack, TAB y stress son algunos de los llamados actualmente
«trastornos de moda» por los profesionales de la psicología
y la psiquiatría, a nivel mundial.
Estos males, que suelen desequilibrar la personalidad de pequeños
y grandes, son atribuidos a diversas causas y, según los especialistas,
es preocupante que avancen y que cada vez afecten a más personas
de la población, fundamentalmente a los niños.
Varios estudios internacionales indican que -hasta el año
2006- un 15 por ciento de la población mundial padece algún
mal que afecta en forma considerable su calidad de vida.
El caso más difundido en el mundo es el del stress, que en
el año 1936 el médico austrocanadiense Hans Selye (1907-1982),
a partir de la experimentación con animales, lo definió
por primera vez como «una respuesta biológica inespecífica
y estereotipada al factor estresante, mediante cambios en los sistemas
nervioso, endócrino e inmunológico». Este profesional
aseguró que «se trata de la respuesta específica
del organismo ante cualquier exigencia».
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
(TDAH) también se destaca entre los males de moda como uno
de los desórdenes de la personalidad más preocupantes
para la población infantil, ya que según distintas estadísticas,
afectaría aproximadamente a entre un 3 y un 6 por ciento de
los niños en edad escolar -especialmente al sexo masculino-
y lamentablemente este diagnóstico se incrementa año
tras año.
En tanto, el panic attack también está en boga en todo
el mundo como si fuera una prenda de indumentaria que hace furor,
doblemente entre las mujeres.
Los ataques de pánico son definidos como una gran crisis de
angustia que se caracteriza por la aparición súbita
de síntomas de aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados
habitualmente de una sensación de muerte inminente. Durante
estas crisis también aparecen síntomas como falta de
aliento, palpitaciones, opresión o malestar torácico,
sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a volverse loco
o perder el control.
Por último, el actualmente llamado Trastorno Afectivo Bipolar
(TAB) -y antiguamente denominado como Psicosis maníaco-depresiva-
resulta de alteraciones en las áreas del cerebro que regulan
el estado de ánimo. Durante los períodos de manía,
una persona puede ser demasiado impulsiva y energética, con
un sentido exagerado de autoestima; mientras que la fase depresiva
trae consigo sentimientos abrumadores de ansiedad, baja autoestima
e incluso pensamientos suicidas.
Las causas
Según los especialistas, padecer stress se puede atribuir a
distintos tipos de causas: fisiológicas (vinculadas con la
genética), psicológicas y psicosociales (relacionadas
con la predisposición de la persona, su vulnerabilidad emocional
y cognitiva), ambientales societarias (ligadas a los cambios sociales,
tecnológicos, económicos y políticos que generan
incertidumbre) y ambientales físicas (por ejemplo: la polución,
las temperaturas extremas, el ruido infernal de las grandes ciudades).
En el caso del TDAH, en un principio, este cuadro fue atribuido a
diversos móviles, como secuelas de daños en el sistema
nervioso central («daño cerebral mínimo»),
alteraciones de las funciones por factores alimenticios y/o metabólicos
(disfunción cerebral). Sin embargo, al observar su manifestación
en familiares de la persona afectada comenzó a pensarse que
su etiología debía tener su origen en un factor genético.
Si bien aún se discute sobre su causa primaria, es compartida
la teoría de una base genética y un conjunto de factores
desencadenantes.
Por su parte, los psicólogos y psiquiatras sugieren que es
imprescindible descartar la posibilidad de que existan posibles causas
orgánicas en el caso de panic attack (ataques de pánico),
sino que está más vinculado al ritmo de vida acelerado
que se lleva actualmente y a las consecuencias de ello, como por ejemplo
a la abundancia de individualidad y a la falta de confianza en nuestros
pares.
La causa del popularmente conocido como trastorno bipolar, que afecta
por igual a hombres y mujeres y generalmente aparece entre los 15
y 25 años, se desconoce, pero se presenta con mayor frecuencia
en parientes de personas que padecieron o que padecen dicho trastorno.
Realidad, somatización y cura
Paola Peralta es licenciada en Psicología (UBA, Matrícula
Nº 39546). En diálogo con La Mañana de Neuquén,
dio su opinión profesional sobre estos trastornos.
¿Se pueden atribuir a una misma causa todas estas
alteraciones?
No, de ningún modo es posible atribuir estas alteraciones a
una misma causa.
Tanto en el TDHA como el trastorno bipolar, si bien intervienen factores
tanto ambientales como psicológicos, tienen en su base causas
predominantemente orgánicas.
En cuanto a los ataques de pánico, aunque gran parte de la
sintomatología es a nivel orgánico (taquicardia, mareos,
náuseas, etcétera) es posible pensar que en su origen
intervienen predominantemente factores de índole psicológico.
¿Puede existir algo de somatización en estos
males?
Es posible pensar en la sintomatología asociada a los ataques
de pánico como una somatización de la angustia.
Pueden aparecer síntomas de índole fisiológico,
como taquicardia, palpitaciones, sensaciones de ahogo, náuseas,
mareos, dolores en el pecho o bien síntomas cognoscitivos como
despersonalización, miedo al descontrol, a morir, etcétera.
¿Qué rol ocupa la contención familiar
en este tipo de trastornos?
En todos los casos la estructura familiar del paciente es motivo de
atención.
Al pensar en «causas psicológicas» como factores
intervinientes en el desencadenamiento de ciertos trastornos, la estructura
parental, el deseo materno, la función paterna y todo lo que
conlleva a nivel simbólico es de vital importancia para poder
descifrar la sintomatología del paciente.
Del mismo modo, la contención familiar con la cual el paciente
cuente será un factor importante para la evolución del
mismo.
En el caso del trastorno bipolar es muy importante tanto el apoyo
familiar como la pedagogía en cuanto a dicha enfermedad.
Los familiares del paciente deben saber acerca de las características
de la enfermedad, de su tratamiento, de la importancia de seguir las
pautas para cada caso y de las limitaciones que impone la enfermedad
que se padece.
Todos deben saber la importancia de mantener la medicación
aún cuando el paciente se encuentre bien.
Para estos casos, ¿podemos hablar de cura o sólo
de control?
Estructuralmente no es posible hablar de cura en la psicosis maníaco
depresiva. A lo que apuntan los tratamientos, tanto psiquiátricos
como psicológicos, es a su estabilización o control.
En cuanto al TDHA es sumamente importante la detección precoz
del síndrome, para dar lugar a un tratamiento que facilite
la integración social del niño y un buen aprendizaje
escolar.
A su vez, y teniendo en cuanto que este trastorno se observa generalmente
en niños de edad escolar, es importante la evaluación
del núcleo familiar, ya que el síntoma del niño
podría estar sosteniendo lo que hay de sintomático de
la estructura parental.
El pronóstico es más favorable si pensamos en un trastorno
de ansiedad tal como el ataque de pánico. El espacio terapéutico
podrá brindarle -a quien sufra esta clase de trastorno- las
herramientas necesarias para descifrar sus síntomas.
A diferencia de las fobias, que también forman parte del grupo
de los trastornos de ansiedad, en los ataques de pánico el
sujeto teme pero no sabe ciertamente a qué le teme.
En la mayoría de los casos, ante la aparición de la
sintomatología que acompaña el trastorno, el paciente
recurre a un hospital en busca de un médico infiriendo que
podría tratarse de algún tipo de enfermedad orgánica.
Siendo descartada dicha posibilidad, comenzar un adecuado tratamiento
psicológico podrá permitirle al paciente continuar con
la cotidianeidad de su vida, que muchas veces se ve seriamente alterada
al padecer este trastorno.
En el caso del TDAH, ¿qué síntomas manifiestan
los niños y cuándo se diagnostica este mal?
En el TDAH pueden aparecer síntomas muy variados, todos ellos
relacionados con el comportamiento.
Los principales síntomas que se manifiestan son: falta de atención,
impulsividad y una actividad motriz excesiva que perturba seriamente
la integración al grupo de pares.
La desatención se manifiesta tanto en el ámbito escolar
como social: dificultad para seguir instrucciones, para finalizar
tareas o en el descuido de las actividades diarias.
Por su parte, la impulsividad resulta inadaptada: en general hablan
o se mueven excesivamente sin tener en cuenta el lugar o la situación.
Si bien es posible diagnosticar dicho trastorno con cierta facilidad
a partir de los tres años, este diagnóstico adquiere
una mayor seguridad a la edad en que comienza la escolarización
obligatoria.
¿Cuál de estas cuatro alteraciones a las que
hacemos referencia es la peor y por qué?
Si bien no es posible hablar de dichas patologías en términos
de «mejor o peor», sí es lícito establecer
cierta diferencia en cuanto a la gravedad en cada caso.
La psicosis maníaco depresiva es irreversible por estructura,
esto quiere decir que es posible controlarla, estabilizarla pero no
curarla.
Si pensamos en los ataques de pánico es probable pensar en
la cura, lo que no es posible analíticamente, al tener en cuenta
cada caso, es determinar cuánto tiempo pasará hasta
que eso ocurra.
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