Ese incremento se traduce en mayor
pobreza. Además, advierten
desequilibrios ecológicos.
Buenos Aires (por Bernardo Kliksberg*, especial
para Télam) > Hay un «tsunami silencioso»
en marcha. Los precios de los alimentos casi se han duplicado en los
últimos tres años. Ello aumentó en más
de 100 millones quienes padecen hambre o desnutrición en el
mundo. En 25 países hubo protestas en gran escala. En Haití
el Gabinete de Ministros tuvo que renunciar. Los cables informan que
«muchos habían recurrido a alimentarse con galletas de
lodo para paliar el hambre».
El relator de la ONU sobre el tema menciona como causas «la
producción de biodiesel, que requiere grandes cantidades de
agua, energía, y conduce a la deforestación en muchos
países».
También «un alto nivel de concentración de poder
en el sector de la producción y distribución de alimentos...Un
número limitado de compañías son las que proveen
a los productores con semillas, pesticidas, y fertilizantes ... ejercen
un enorme poder económico».
Ante la tendencia a reemplazar cultivos de cereales por su uso para
la producir combustibles, el Nobel Amartya Sen resalta en el New York
Times que hay una competencia cruel entre «los tanques de los
automóviles y los estómagos de los pobres». También
se suman los desequilibrios ecológicos, las políticas
económicas poco favorables para los pequeños agricultores,
el peso de la especulación (investigada actualmente por el
Congreso en Estados Unidos), y el aumento de la demanda de China.
En América Latina los impactos son graves. Según FAO
hay un aumento del 57% en el precio de cereales, productos lácteos,
carne, azúcar y aceites entre marzo 2007 y marzo 2008. CEPAL
estima que habrá entre 10 y 15 millones de latinoamericanos
más en indigencia. Los indigentes, personas que aun gastando
todos sus ingresos en alimentos no alcanzan a comprar el mínimo
necesario, se elevarían a 84 millones, y los pobres a 204.5
millones.
La Organización Panamericana de la Salud advierte que «hay
menor acceso a alimentos con adecuada densidad de macro y micronutrientes,
aumenta el consumo de alimentos de bajo costo pero con alto contenido
calórico, hay un resurgimiento de los problemas nutricionales».
Todo ello en un continente que produce alimentos para tres veces su
población, pero en el cual por las extremas desigualdades muchos
pobres no tienen como comprarlos. La región tiene un 16% de
niños con desnutrición.
Es difícil alegar falta de recursos para parar el hambre. El
gasto en armas en 2007, 1.3 billones de dólares, fue 190 veces
más que lo que los países ricos prometieron donar para
evitar la crisis alimentaria en la cumbre de la FAO. Fue 6% mayor
que el del 2006.
Fray Betto, un prominente pensador brasileño, subraya que la
naturaleza prevé circuitos para que todas las especies animales
tengan asegurada su alimentación. Sin embargo, a nivel internacional
y en diversos países, a pesar del potencial del planeta, y
los avances tecnológicos, quienes deciden no han logrado garantizar
la alimentación básica para buena parte del género
humano. Es un «escándalo ético», que no
puede continuar.
(*) Bernardo Kliksberg es asesor de la CEPAL, la ONU y el
BID. Su más reciente obra, «Primero la Gente»,
fue coescrita con el Nobel de Economía Amartya Sen. (Planeta,
España, 2008)
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