Washington (AFP-NA) >
La disparada del precio de los alimentos, atribuida en parte al auge
de la producción estadounidense de etanol, incita a legisladores,
expertos y dirigentes del sector a presionar al gobierno de Washington
para que revise su flamante ley sobre combustibles alternativos.
El desarrollo de etanol derivado del maíz en Estados Unidos,
principal productor mundial de ese combustible, fue impulsado por la
administración del presidente George W. Bush con el fin de reducir
la dependencia energética del país.
Además, la contaminación derivada del consumo de combustibles
fósiles, una de las principales causas del cambio climático,
ha puesto el foco mundial sobre fuentes alternativas de energía
que puedan ayudar a disminuir las emisiones de gases con efecto invernadero
provocadas por la actividad humana.
En ese contexto, los responsables políticos de Washington enfrentan
presiones crecientes para retomar la ley energética en vigor
desde diciembre de 2007, que modernizó las normas de consumo
de gasolina en automóviles y otorgó un amplio apoyo a
la producción de etanol.
La polémica generada por el uso de alimentos como materia prima
para esa industria puso el foco en los combustibles alternativos «de
segunda generación», como el etanol producido con celulosa,
pero que todavía no tienen un nivel de desarrollo avanzado.
Esta semana, el secretario de Agricultura norteamericano, Ed Schafer,
descartó que el etanol sea una amenaza para la seguridad alimentaria,
y aseguró que los efectos de la disparada del barril de crudo
son un factor «muchas veces ignorado» al considerar la suba
de los precios de los alimentos.
Según Schafer, el gasto en petróleo de la industria alimentaria
-desde su producción y embalaje hasta transporte y demás
etapas entre la granja y el puesto de venta- representa 80% del precio
al consumidor.
Desarrollar «diversos tipos de combustibles es ahora más
urgente que nunca, y está en el centro de nuestra seguridad energética
y de nuestra seguridad nacional», puntualizó el secretario
de Agricultura.
Los biocombustibles se fabrican a partir de maíz, soja y caña
de azúcar, entre otros cultivos. En el caso del etanol, la producción
estadounidense proviene en un 90% del maíz, mientras que los
alimentos a base de ese grano apenas representan la tercera parte del
gasto del consumo alimentario, añadió.
Por otra parte, como en Estados Unidos los productos industrializados
son la base de los hábitos nutricionales, el impacto que puede
tener un ingrediente aislado en el precio de venta es mínimo,
aseguró.
A escala internacional, el Consejo de asesores económicos de
la Casa Blanca estimó que apenas 3% del más de 40% de
incremento que sufrieron los precios de los alimentos este año
en todo el mundo pueden ser imputados a la mayor demanda de maíz
para la producción del etanol
Los demás factores que inciden en la disparada de los precios
incluyen las condiciones climáticas, las barreras comerciales
y la fuerte demanda de economías emergentes como China e India.
En las últimas semanas, el Congreso -controlado por la oposición
demócrata- mantuvo varias audiencias para analizar los crecientes
llamados a enmendar la ley sobre independencia y seguridad energéticas
que prevé multiplicar por seis la utilización de etanol,
llevándola a 136.000 millones de litros anuales para el año
2022.
Pero a varios correligionarios del propio Bush que llamaron recientemente
a revisar el «plan etanol», se sumó una veintena
de senadores republicanos que firmaron una «petición»
para que la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA, en
inglés) estudie la derogación de la ley.